Rodrigo Manigot: «La escena del rock es muy caricaturesca»

La honestidad brutal de Rodrigo Manigot alcanza forma de libro en “Donde no van las melodías”, su debut como escritor donde repasa sus vivencias con Ella es tan cargosa.

El ambiente del rock suele estar plagado de personajes, situaciones tragicómicas, éxitos y fracasos, celos, envidias e hipocresía. Sobre todo esto y mucho más habla Rodrigo Manigot, cantante de Ella es tan cargosa, en “Donde no van las melodías”, su primer libro editado por La Crujía. A través de capítulos independientes pero que conforman una obra general, el músico hace un recorrido desde sus inicios en los tempranos noventa con su banda Corazones Solitarios, pasando por Los Mareados hasta llegar a la formación de su grupo actual a comienzos de siglo y la grabación de su primer disco en 2007.

-Sos el encargado de las letras en Ella es tan cargosa, trabajaste como guionista de TV y das talleres literarios. Sin embargo, recién ahora te animaste a editar un libro ¿a qué se debió esta demora?

-Fue una conjunción de cosas. Había empezado el 2020 con la decisión de sentarme a escribir con otra constancia porque en el tema literario me venía pasando de tener rachas poco sustentables en el tiempo, escribía cosas y después entraba en el desánimo. Me anoté en un taller dictado por Matías Bauso, fui progresando con la escritura como pocas veces y él me invitó a escribir sobre el primer disco de Ella es tan cargosa. Como eso no me parecía tan atractivo, le sugerí escribir sobre todo el recorrido hasta llegar hasta ese disco, le gustó y luego lo pude editar por La Crujía.

Sin caer en un rejunte de anécdotas, el libro cuenta historias propias y ajenas, incluyendo sus épocas como vendedor de internet y de AFJP hasta sus días como guionista de Daniel Tognetti. El hombre que por las noches subía a un escenario y al día siguiente subía a varios colectivos para ir a trabajar conviven en esas páginas. “No quise que fueran solo anécdotas sino armar un trabajo literario, lo importante no es tanto la biografía sino cómo está contada” especifica Rodrigo y agrega: “semanalmente les iba mostrando a mis compañeros de taller lo que iba escribiendo y me daba cuenta que las historias de mis personajes, que son reales para mí, una vez pasados al papel, para ellos eran solamente personajes literarios y eso funcionaba”.

-¿Y a tus compañeros de banda les ibas mostrando algo?

-A ellos banda no les mostré nada para evitar censuras; seguramente haya algo que no les gustó pero tampoco podés someter tu texto al juicio de los demás porque eso te termina paralizando.

Desde su estudio en el Oeste del Gran Buenos Aires en el que se lo ve rodeado de libros, Manigot afirma no ser un lector de biografías musicales aunque reconoce estar influenciado por “cierto auge de la literatura autobiográfica que le ha permitido a tipos que no somos tan imaginativos, recurrir a la memoria. Escritores como Rebecca Solnit, María Gainza, Delphine de Vigan, Alejandro Zambra y Fabián Casas me impactaron porque nos demostraron que se puede contar la vida de forma bien narrada y eso antes no pasaba”.

-El Indio Solari tituló su autobiografía con su famosa frase “Recuerdos que mienten un poco”. En tu caso ¿cuánto hay de verdadero y cuánto de ficción?

-Hay cosas de ficción porque yo prefiero ser más canalla y descarnado en la escritura, por ahí no contar cosas que también pasaron y que minimizaban una historia. Después están los propios límites de la memoria, mentís porque no se puede contar todo, porque te conviene para la ficción y también porque no te acordás. Como dice mi amigo escritor Juan José Becerra: donde no te acordás, componés.

-A pesar de eso, el libro tiene un alto grado de honestidad, hay nombres propios, situaciones que por lo general pasan en el mundo del rock y se ocultan como los problemas con las drogas, el dinero, los contratos discográficos. Tanta sinceridad no es común en el ambiente de la música…

-Son decisiones editoriales, en el libro fui muy honesto pero quizás no todo lo que podría haber sido porque hay un nivel de honestidad que es insoportable para el mundo y puede llegar a hacer mucho daño. Es verdad que hay un nivel de honestidad más alto que el habitual, sobre todo en un ambiente tan careta como el del rock. El periodista Diego Geddes me dijo que es un libro de autoayuda para músicos; yo quise contar la insistencia, la búsqueda, lo bueno que pasamos pero también los errores. El músico de rock no sabe que toda la joda hermosa y divina conduce a una crisis de la mediana edad que es lo que nos pasó en nuestro caso. Salir a reivindicar eso sería muy pelotudo.

-Incluso hay caricaturizaciones de algunos colegas como en el capítulo en el que hablás de los Ronnies Wood que pueblan la noche de Palermo.

-Siempre me cagué en los mandatos sobre quién es rockero, quién no, algo que todavía sigue estando. Está repleto de tipos con la imagen de Iggy Pop pero que no tienen su obra y eso es algo muy caricaturesco que se ve constantemente en la escena y yo creo hay que tratar de sobreactuar lo menos posible.

Manigot define a la literatura como otra de sus pasiones y maneja un equilibrio justo para que el escritor no le gane al músico a la hora de componer canciones. “Tuve la suerte de poder plasmar una pequeña obra literaria en las letras de las canciones”, reflexiona mientras puntualiza que “me gusta aprender todas las variantes porque todas valen, desde los poemas recitados de Patti Smith con Philip Glass, las melodías hermosas de Cerati en donde el texto por ahí está más escondido hasta el trap que tiene su pulsión puesta en las letras mucho más que en las melodías”.  

-La Cargosa siempre se destacó por la conjunción entre melodías y letras.

-Es que a mí lo que siempre me obsesionó es la melodía con la letra perfectamente incrustada, siempre tratamos de no traicionar las melodías y a la vez romperme la cabeza para que los textos encajen lo mejor posible. Nosotros crecimos escuchando a los Beatles, a Charly, a Spinetta, a Prince… música muy melódica que nos acuchilló el corazón y que tenía textos extraordinarios. Pero también hay un rock menos literario que me interesa, hay bandas que tienen un mensaje recontra poderoso por lo que producen cuando tocan en vivo. Eso me interesa porque si no sería reducir la mirada solo al texto y la verdad es que en este tema me gusta tener más dudas que certezas.

A pesar de que “Donde no van las melodías” termina su recorrido en 2008, el músico duda en escribir una segunda parte que complete toda su historia con Ella es tan cargosa porque “la etapa de los últimos diez años tiene cosas más dolorosas donde no sé si me querría meter por ahora. Me pareció que estaba bien terminar el libro con el Gardel que ganamos porque ahí pensás que estás tocando el cielo con las manos y no es así. Me pareció interesante como metáfora de que esta carrera que elegimos está llena de alegrías y sinsabores, he visto pibes que en un momento eran estrellas totales y a los dos años no existían más”, redondea Manigot.

-Previo a este libro, también editaste Las cosas que inventás (2019), tu primer disco solista. En este momento, ¿te encontrás más cómodo trabajando solo o ese disco fue un capricho que te diste el gusto de cumplir?

-No fue un capricho, fue un deseo profundo y también una liberación porque veníamos de años muy tortuosos que por suerte pudimos resolver con la banda. Si me preguntás ahora, tengo un montón de canciones nuevas y me veo más grabándolas de nuevo solo antes que pasando por el congreso que es Ella es tan cargosa. La banda está en un stand by pandémico porque no hay trabajo, culturalmente el momento es espantoso, yo me pude reacomodar haciendo otras cosas pero mis compañeros la están pasando mal. Hicimos un disco muy lindo por los 20 años con participaciones extraordinarias de León Gieco, Iván Noble, Emiliano Brancciari y Mateo Sujatovich entre otros pero todavía no lo podemos sacar. Es un momento difícil para sostener un proyecto colectivo.

Ph: Nora Lezano.