Mala Suerte: Un trago más

Mientras llovía fuerte en Buenos Aires, Zona 84 y Más Calaveras teloneaban el regreso de Mala Suerte. Colapsada la ciudad y desmadrado el transporte público, los nostálgicos que se acercaron a Vorterix demoraban su ingreso al recinto.

El retorno de Mala Suerte, 20 años después de su último concierto, se inició con el himno cristiano instrumental “Amazing Grace”, primero en la silueta de una gaita franqueada por luces azules, y luego acompañada por el sonido de toda la banda copando escena y los “oh, oh, oh” de un público que comenzaba a festejar. Con “La mesa está servida”, el primero no instrumental de la noche, arrancó el repertorio que repasó los tres discos de la banda, casi en orden, contrastando los diferentes momentos musicales que supo atravesar Mala Suerte.

¿Habrá sido la elección del nombre lo que terminó por impedir que una banda con tantos hits no se vuelva masiva y que se guarde casi como un secreto a voces como la banda pionera del punk celta?

El público superaba fácil la habitual media veinteañera de los recitales de Punk Rock. Disfrutaban allí los que alguna vez ya habían visto a Mala Suerte en escenarios under o aquella vez que telonearon a los Ramones en uno de los Obras del ‘95. Para Mala Suerte se trataba de una honesta reunión nostálgica y merecida, pero quizá también de una nueva apuesta, reforzada con la reedición de sus tres discos y algunos otros objetos para publicitar.

La pantalla de Vorterix, para algún desconocedor del grupo, mostraba por dónde iba el repaso de la discografía.  Casi en orden (salvo algunas), las canciones recorrieron las tres épocas de la banda. Primero interpretaron canciones de su debut discográfico, La Máxima Emoción. De esta etapa más ramonera, aunque con muchos teclados y tres innecesarias guitarras, sonaron varios de sus melosos hits, como “Ella se marchó” y “Mi lugar”. El sonido no fue para nada bueno, por momento confuso con guitarras peleando planos y el teclado perdido o con poca definición.

La segunda época de Mala Suerte, la del disco Sinfonía Nocturna, sirvió para darle espacio a los invitados. Subió al escenario Hugo de Doble Fuerza, hermano del guitarrista que se vino desde Irlanda Gabriel Irisarri. El líder de D.F. acompañó en “Rigatuzo”, al igual que lo había hecho en el disco, pero esta vez solo limitándose a los estribillos. Seguido, en segundo turno, el invitado fue Hermann de Mal Momento para interpretar una de las dos canciones de su autoría que Mala Suerte versionó en sus discos: “Vos me mentiste”. Esta canción también fue acompañada por Adrián «Chino» Vera en guitarra. Promediando la mitad del concierto, el público perdió un poco el entusiasmo, no se festejó tanto o se aguardaba con ansias los temas de la tercera etapa, elegidos además para promocionar el show en toda la previa.

El mal sonido fue una constante, pero más se lamentó en la parte final, cuando Mala Suerte desplegó toda la instrumentación que definió su tercer disco como Punk Rock Celta: gaitas, banjo, mandolinas y acordeón. Para el público fue la parte más emotiva, así lo demostraron coreando como si se tratase de una fiesta de San Patricio, volviendo a ser la misma fiesta que al principio del recital. Poco les importó que toda la instrumentación propia de aquellas latitudes se confundiese o por momentos sonase tan bajo. Muchas de las miradas se perdieron entre las tres chicas del cuerpo de baile del S.A.P.A (South American Piping Association) que subieron con sus danzas típicas de Irlanda y Escocia. El cierre del recital fue con el himno de la banda, “Cuando el sol se va”, retumbando varias veces el estribillo que sólo por Mala Suerte no los llevó a la masividad: “Cuando sale el sol, cuando el sol se va, no puede faltar una Quilmes Imperial”.

 

Foto: Ailiñ G.C.