Boom Boom Kid: Los ídolos del rock tienen 45

¿Quién carajo va a comprar alguna bebida si te arrancan la cabeza? Por eso la mayoría del público llega dos horas después de la anunciada oficialmente, porque se queda en los alrededores de Niceto tomando a precio razonable. La entrada para Boom Boom Kid cuesta lo mismo que una cerveza en la barra: cien pesos.

Cuando pareciera que no cabe nadie más, se apagan por completo las luces para dar inicio al cumpleaños 45 de Carlos Rodríguez, apodado de diferentes maneras a lo largo de su ya larga trayectoria, esa que lo envalentona a autoproclamarse como ídolo del rock.

Las canciones, como siempre en sus recitales, serán un montón, veloces y enganchadas de principio a final. Lo que tampoco faltará, serán quienes suban al escenario en todo el recital, para tirarse rápido, para bailar segundos al lado de Nekro, o para hincharle las pelotas a los músicos y al público que se banca esa costumbre idiota que perjudica el espectáculo.

Carlitos sale desde el arranque raspando una antigua tabla de lavar ropa como si fuera un güiro, arranca la noche, y por el momento el público baila tranquilo. La calma dura lo que la primera canción. Cuando el segundo acelera el compás, abajo arranca el quilombo que se extenderá hasta el final de la noche. En apariencia no hay mala intención en nadie, más bien una mezcla de estupidez y no medir el peligro. “Loquitos” se tiran desde el escenario con las dos patas para adelante. Gilastrunes suben al escenario a figurar y pisan cables de guitarra y bajo, golpean diapasones y abrazan de prepo y con cero complicidad a Carlitos que (no es de ahora con los 45 recién cumplidos) se hincha las pelotas en claros gestos de disgusto. Para el tercer tema el desmadre es total, y Carlos para el recital para hablarle directo a uno de los idiotas: “¿Si vos rompés un cable lo vas a pagar?”.

Suponemos que el pelotudo al que le llamaron la atención aprendió la lección y no subió más, pero eso no amedrentó a otros cuantos que harán lo mismo toda la noche. Y no se sabe si las pocas declaraciones que Carlos media entre algunas canciones van en serio o son otra muestra más de un enojo circunstancial. “Este es nuestro último concierto, nos vamos a dedicar a grabar discos”. No obstante este dolor de pelotas que sigue a Carlos desde que lo llamaban Nekro en tiempos de Fun People, el recital es una fiesta con baile y buena vibra. Durante “Perfume de vos”, y algunos otros de los más reconocidos, el escenario de Niceto soporta más de una docena de almas bailando histriónicamente.

La banda acompaña a tempo y esquiva el quilombo para sostener a Carlitos que surfea en la tempestad. Las condiciones están dadas durante “Feliz”, y ahí va el cumpleañero sobre una ola de pibes y pibas que lo pasean con su tabla por el boliche. La que atiende la barra, que venderá solo una botella de agua durante todo el concierto (ni una cerveza, ni fernet ni nada), picotea una milanesa con puré mientras Carlitos intenta cazar otra ola que lo devuelva al escenario.

Como es habitual, el cumpleañero no para dos segundos, no se cansa. Entre sus movimiento clásicos está ese de lanzar el micrófono hacia arriba, chocar las palmas de las manos, agarrar el micrófono antes de que caiga al suelo y terminar la pirueta con un molinete de brazo derecho a lo Elvis. Salta y revolea el micrófono constantemente. Altera algunas letras para decir cosas que se le deben venir a la cabeza y siente urgente transmitir.

“Para todos los fachos de Buenos Aires, chupala”, grita Carlitos para arrancar con unos cuantos temas de la primera época de Fun People. Se transforma por un rato en Nekro, y saca sus discursos más picantes: “¿Querés que te mienta? Ok, Radio El Mundo informa…” “¿Dónde está la juventud? Los ídolos del rock tienen 45 años. Qué aburrido es Buenos Aires”.

Queda claro que Niceto funciona opuesto a la propuesta de Boom Boom Kid. Seguramente al boliche le chupa un huevo no vender nada durante lo que dure el recital, no perderá mucha plata y le preocupa poco que el calor del veranito porteño no pueda disiparse en esos cuerpos que responden con pogo durante dos horas. Pero Boom Boom Kid festeja el cumpleaños número 45 como es habitual, con entradas a precios populares. Y pareciera que no solo faltan ídolos jóvenes, empiezan a faltar pibes y pibas que entiendan un poco lo que ese tipo de rastas transmite desde hace tiempo. Y ahí lo tienen a un idiota que subió al escenario para figurar: se intenta sacar su camisa sin desabrochar los puños ni el cuello y queda enredado y reducida su vista por la tela que ahora le cubre la cabeza y empieza a acalambrársele los brazos. Ocupa el centro del escenario. Carlitos lo relojea desde la punta, apartado junto al bajista que a esta altura tiene más cintura que Messi. El cieguito sigue luchando con la camisa atorada en su cabeza.

Boom Boom Kid se va del escenario, termina el show anunciando “nos vemos en La Falda”. Lo de guardarse a grabar disco parece cierto: ese recital en Córdoba es recién en Abril. Afuera de Niceto ya están vendiendo hamburguesas vegetarianas y bebidas a precios razonables. Y unos pibes enchufados al alumbrado público tocan un cover de 2 minutos para captar la atención de los que salen. Aburridos, como Palermo y Buenos Aires.

Foto: Mariana Israel.