Arraigo: No confunden aguante con resistencia

Cuando se habla de Folk Metal, ¿qué es lo primero que se nos viene a la mente? Heavy Metal fusionado con ritmos celtas. Líricas recreando imágenes de Bavaria con barbados vikingos o germanos brindando con enormes chopps de la más pura y artesanal cerveza, o de guerreros medievales blandiendo espadas y escudos templarios. Probablemente toda esa mezcla de referencias culturales europeas queden muy bien en grupos con esos orígenes, pero resulta chocante (siendo generosos) ver criollos sudamericanos, asiáticos o tropicales practicando este particular subgénero del Metal. Por esa clase de expresiones artísticas, respetables, más poco originales o “extranjerizantes”, es que el género goza de poca popularidad en la Argentina. Es hora que los hijos metaleros de la década del ‘90 se impongan y Arraigo es claramente uno de ellos. De los más aventajados, tal vez.

Un paneo de los asistentes a esta noche del Roxy podría ser la muestra promedio del público del Metal argentino del futuro, si es que éste no se rinde a la mediocridad y estupidez propias del automarginado rockero nacional y su clásico cerramiento mental. Con niños revoloteando alrededor, muchachos de camperas negras más acá, chicas en jeans clásicos y remeras blancas por el medio, calaveras estampadas distribuidas sin orden, todo resulta muy heterogéneo, al igual que la propuesta musical del grupo. La naturalidad con la que fluyen sus composiciones, conteniendo diversos estilos, es la misma con la que conviven los tan aparentemente desparejos oyentes.

Si Arraigo no llega a ser una banda insigne del Rock argentino, solo será por los caprichos del destino. Tienen originalidad y gancho. Podríamos discutir un poco la imagen. Lucen como amigos del conservatorio que se juntaron a ensayar, pero claro, salen con un torrente de energía metálica adobada con bombos legüeros, flautas, quenas, charangos, bandoneones, que nos hacen sentir superficiales de pensamiento. ¿Suena sobrecargada la propuesta? Ni por asomo. Todo puesto en su justa medida. Son como chefs de cocinas de primer nivel. Nada sobra o suena forzado. Ni siquiera cuando imprevistamente se les suma una murga, la cual entra con sus estandartes abriendo al medio al respetable, luciendo sus coloridos trajes y siguiendo el ritmo “carnavalesco” que baja del escenario electrificado. La voz de “Los Calaveras de Constitución” se une a la de Pablo, cantante de la agrupación, y no hay motivo para ni una mueca de extrañeza acerca de lo que se está viviendo. Tampoco nos dan motivo para criticarles una pose tribunera. Porque no practican el “Carnavalito” o “Mi Buenos Aires Querido”. El mensaje es claro. Hablan de “sacar el folkore de los museos”. Sus líricas no se permiten esconder las realidades de la vida en esta parte del mundo. Y aunque llevan impregnadas la marca de la melancolía y reflexión crítica característica de nuestros músicos, tanto sean de folklore, tango o rock, de todas formas y por algún motivo, dejan flotando siempre una sensación de esperanza en el futuro. El motivo imperceptible, a priori, pueden ser los niños y la defensa de sus derechos, lo que parece ser causa irreductible de la banda. Lo repite una y otra vez la voz de Arraigo, esa misma voz que anima a la gente a que formen pareja y bailen los “tangazos” y “folklorazos” (a veces propios, otras en versiones de otros artistas) que van surgiendo entre descarga y descarga eléctrica.

Dijimos que son hijos de los 90’s y por eso no extraña que hagan su particular versión de “Smells like Teen Spirit” (Nirvana) o de “Chicos y Perros” (Attaque 77), como para que no queden dudas que lo de ellos es una orgía musical (gracias Pablo por la definición) donde ni el Punk falta a la cita.  Y no es solo musical la referencia al estilo contestario por excelencia. No caen en la fácil de la crítica cool y cómoda del rock. Fijan posición recordando que en años pretéritos nos vendían por TV que una silla nacional era de mala calidad y no podía competir contra una importada, mientras que hoy se habla de un satélite de producción nacional.

Redondear una explicación de la propuesta de Arraigo es muy difícil, flota  inevitablemente la sensación que falta decir mucho más, que no llegamos a explicar cabalmente su propuesta. Un intento sería el siguiente: ¿te gusta el Heavy Metal a lo Iron Maiden, Metallica o Dream Theater? ¿Te gusta el folklore con cosas para decir como Cafrune, Larralde o Yupanqui? ¿Te gusta el tango orillero? ¿Te gusta la prosa alejada de productos como Cohelo u Arjona? Si tan solo alguna de las preguntas te mueven al sí, no dudes en conseguir el álbum Fronteras Y Horizontes.

 

Texto: JotaPé.