Catupecu Machu – Cuentos Decapitados

Allá por agosto del año 2000, Catupecu Machu editaba su segundo disco, y el tercero de una discografía intensa, que año a año nos traía novedades. “Cuentos Decapitados” era el despegue para una banda que innova en lo sonoro placa a placa, pero que en esta ocasión marcó un antes y un después dentro de nuestro rock.

A fines de los ‘90 y comienzos de los 2000, el paso grande para una banda de rock era llegar a Obras, el disco o el hito que generaba que una banda llegue a tocar en ese lugar quedaba marcado a fuego en la historia de los músicos. Catupecu Machu lo logró a partir de estas canciones, en una noche que quedó grabada en un DVD editado en 2002 (ese que tiene la inolvidable imagen de Gabriel Ruiz Díaz dirigiendo una orquesta en el templo del rock).

Un disco es bisagra cuando uno lo nombra y recuerda de memoria el track list, o cuando varias canciones quedan grabadas como clásicos en los shows de esa banda. Cuentos Decapitados cumple con ese requisito a la perfección. El primer tema es “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”, un rock de guitarras potentes, que desde el primer acorde muestra un sonido procesado, con un cuidado sonoro diferente a lo que se venía mostrando anteriormente.

Luego de este clásico vienen tres piñas al mentón juntas: “Eso espero”, “Perfectos Cromosomas” y “Secretos pasadizos”. La segunda es un pico emotivo en este disco, con la voz de Fernando dejando todo para llevarnos a un estado de emoción extrema; y la última sirvió para abrir varios conciertos de la gira.

“Entero o a pedazos”, es Top 3 dentro de esta placa porque los arreglos de voces hacen viajar a uno por lugares diversos. Es una canción que resiste cualquier versión, y eso dice mucho más que cualquier acerca de una composición. “Mamá me dijo que no viniera, pero yo vine igual” es el nombre del tema que pasa más desapercibido en el disco, y el que quizá más se acerca al primer disco de Catupecu.

“Eso vive” es un tema que le permitió cruzar barreras impensadas a la banda; un estilo disco dentro de una placa de rock, que comenzó a sonar en los boliches de moda y fue entonces otra puerta comercial que se abrió. “Viñas del amor” es otra canción rabiosa que tiene más reminiscencias con trabajos anteriores.

La trilogía final comienza con “Puedes”, el gran lado B de Cuentos Decapitados, una canción que muestra a la banda en su máxima expresión compositiva. Hermosas líneas de bajo que calan en lo más profundo y traen el recuerdo de Gabi segundo a segundo. Si de recuerdos se trata, “Vistiendo” sigue generando lágrimas cada vez que Fer la entona en la actualidad. Este es uno de esos temas de climas, a la que la voz del menor de los Ruiz Díaz le queda perfecta. El último es el tema homónimo al disco, con una batería demoledora de Abril Sosa, un cierre perfecto que “cristaliza algo eterno”. Se hace difícil pensar en un mejor final para un disco así.

El track oculto con la versión de “I feel you” de Depeche Mode oficia de dato de color para un disco que Catupecu Machu supo capitalizar de la mejor manera posible. Este disco es el reflejo del pico creativo de una banda joven que se diferenció de sus pares de la escena rockera. Los Ruiz Díaz siempre fue más allá en sus búsquedas musicales, aunque en muchas ocasiones la suerte no estuvo de su lado, sin embargo ya dejaron su huella en nuestro tan querido “rock nacional”.