El Tri: Todo por el rock and roll

Son muchas las bandas de rock que hacen homenajes a otras bandas. Son muchos los músicos cuya principal propuesta es revisar la obra de otros. Sin embargo son muy pocos los que homenajean a la música, aquella que los ha marcado casi desde su propio inicio. Pocos son los que festejan y mantienen vivo el espíritu que el rock & roll tuvo en sus comienzos y que ha ido perdiendo con el trascurrir de los años. Menos aun los que han logrado llevar adelante una carrera de cuarenta y cinco años sobre los escenarios del mundo y convertir a esta música en un estilo de vida.

El miércoles pasado la legendaria banda mexicana El Tri se presentó en Groove. El show de apertura lo hizo La condena de Caín, quienes después de acomodar el sonido en los primeros temas, entregaron un puñado de canciones poderosas, varias con destino de hit. Un rato después subió Brancaleone. Con el local casi a pleno en su capacidad, dieron un set potente para preceder a los aztecas.

Como no podía ser de otro modo, antes de comenzar con la primer estrofa de “Todo sea por el rocanrol” de Hoyos En La Bolsa (1996) y con la banda sonando, el histriónico y desbocado Alex Lora descargó “¡Vamos Argentina, cabrones!”. Con la cara cubierta por una máscara de plumas negras saltó al escenario y ya no se detuvo. La fiesta se desató y Groove vibró alto, a fuerza de saltos y pogo de un público devoto que no necesitó ser encendido. El Tri descargó un arsenal de hits que sus seguidores cantaron a voz en cuello. La lista de canciones que ocuparon las casi dos horas y media de show, fue un tour por toda la discografía de los mejicanos. “Perro Negro y Callejero”, “Pobre Soñador”, “Mente Rockera”, tuvieron sus versiones.

Casi como en el living de su casa Alex hizo lo suyo. Contó chistes, arengó, puteó, cantó, volvió a putear, bailó, saltó, se colgó la guitarra, interpretó y siguió puteando. Todo esto montado a la solidez musical que una banda consigue solo después de miles shows.

Fue emotivo el aplauso cerrado del público en el comienzo de “Blues de Cromañon”, que obligó a la banda a unirse a ellos antes de continuar. Pero no fue el único momento emocionante. Alex recordó la reciente partida del enorme guitarrista albino, Johnny Winter, para de inmediato linkear también el recuerdo del gran Pappo.  Un minuto de desmadre, pidió para ellos. Silbidos, gritos y aplausos, llegaron como respuesta. Nada de respetuoso silencio durante ese largo minuto. Y como incendiaria confirmación del ADN rockero de El Trí, llegó la versión de «Rock & Roll y Fiebre», con Luciano Napolitano compartiendo micrófono y guitarra.

La extensa lista de temas incluyó también las tradicionales melodías mejicanas de “Cielito Lindo” y “El Rey”. Con la presentación del ya clásico “Triste Canción de Amor” —que La Renga registro en su disco A Donde Me Lleva la Vida (1993) — llegó la invitación para que Tete Iglesias pusiera su voz en los coros.

“Piedras Rodantes” fue la canción en la que el frontman presentó a la banda y la última de un show generoso, que alimentó la leyenda viva del grupo azteca.

En la música de El Tri, se expresa el homenaje constante a la música y en la voz de Alex Lora se mantiene vivo el espíritu rebelde del rock & roll.

 

 

FOTO: Guillermo Angulo