Responsables y Sin Ley soportaron a Misfits

«Pero mirá vos nomás dónde fuimos a terminar al fin, este es el lugar, acá es donde ya, de nosotros no podemos huir. ¡Pero qué paradoja existencial, si ya sabíamos que iba a ser así! Será otra historia más para los que ya se libraron de vos y de mí». Eso cantaba Gustavo de Responsables No Inscriptos cuando, gracias al boludeo del personal de prevención de Groove, ingresás tarde al show.

Vestido de empleado de Shell cantaba con semblante preocupado. Actuado o no, fue la mejor manera hacer entender al público que algo andaba mal. ¿Recordar inconvenientes de sonido en este lugar? ¿Pensar en Danzig y todos los originales de Misfits a miles de kilómetros lejos de ese escenario? ¿Que acabás de pagar 350 pesos?

Con gran actitud, la banda que por menos de una décima parte del valor de la entrada podés ver en el Salón Pueyrredón, a una cuadra de ahí cruzando la vereda, tocó varias canciones de su último disco Guía para combatir las causas de la infelicidad (2013), y de otros trabajos anteriores. En el bajo, Batra no se resignó a que su micrófono no se escuche, cantó igual, firme con su overol de Telecom. Si hubiera sido en Londres del ‘77, hoy esta banda estaría en todos los libros de punk mundiales. Ahora un repositor de Carrefour con guitarra, también da a entender que algo está mal.

Por un balcón de Groove pasa Jerry Only interrumpiendo el show de los No Inscriptos. El repositor se burla: “Che, Jerry, ¿dónde está Tom?”.  Algo estaba mal. A un tema del final de su presentación insisten: Gustavo canta “La salud de nuestros hijos con una alteración en la letra: “Ya sé, toda esta mierda no es real…”, señalando a todo Groove. Responsables No Inscriptos se fue del escenario dejando tarea para el hogar: escuchen la letra de “Guía para combatir las causas de la infelicidad. Lean y practiquen.

Con el lugar lleno y gran clima de luces, los Sin Ley ocuparon el escenario y arrancaron con “No pasa naa. Rápidamente surgió el pogo, manteniéndose constante en un arranque furioso en el que sonaron “Una y otra vez”, “Hoy tengo piedad”, “La familia” y “Moriré”, entre otros. Aunque a los de Quilmes se los notó ajustadísimos, potentes y comprometidos con lo que hacían, los perjudicó el sonido de los coros que prácticamente no se escucharon durante todo el recital.

A Sin Ley le quedó chico ser telonero, su público espera siempre que toquen no menos de 35 canciones, y ellos lo saben. Por eso engancharon 19 canciones para hacer rendir el tiempo que tuvieron. Se dieron lugar para versionar algunas de modo diferente, caso “Tus pantimedias”, a menos revoluciones y con estrofas menos eléctricas.

Un Dudu más comunicativo con el público comandó la presentación de Sin Ley. Dirigió gestual y vocalmente a una banda que sin coros se le puede complicar la tarea. Después del pogo gigante de “Pistolazo, terminaron con “No sé. Dudu abandonó el escenario antes que sus compañeros, quienes interpretaron los últimos acordes dignos de la noche.

Lo de Misfits rozó lo triste. Jerry Only, en su cruzada por estar más muerto que los muertos, logra que los más jóvenes se identifiquen con temas de años en los que ni siquiera existían en los huevos de sus viejos. Los discos nuevos, especialmente en el vivo, no contagian para nada. El público estuvo dividido: por un lado los que con un vinito y un poquito excitados te poguean un tema hasta de Carlitos Balá, y por el otro los que miraron callados, serios, los que fueron a despedir al muerto.

Lógicamente los pogos grandes se dieron con los clásicos: “Attitude”, “I turned into a Martian”, “Some Kinda Hate” por citar algunos. Jerry lo only que hace es cagarse en la historia de la gran banda que fue Misfits. Más de uno, como si se tratase del nombre de una exnovia, habrá querido taparse el tatuaje de la banda después de presenciar el recital.

El líder y dueño de este Big Mac podrido tocó con toda la parafernalia, apenas prestándole unas pinturitas a Dez Cadena, guitarrista que si no fuera por los billetes, seguramente no estaría tocando acá. Y al baterista no le avisaron que Misfits hacía punk, su doble bombo es una doble patada en los huevos.

Luego de la velocidad que los hizo marcar un record (cuarenta canciones en una hora y treinta y dos minutos), destruyendo la melodía de cada canción, Jerry Only, su bajo desafinado y los dos compinches, se fueron del escenario dejando claro que sin el nombre, las lucecitas de colores y el billete que tienen, no son nada.

 

FOTO: María Paula Villagra