Ciro y Los Persas: Un oso panda en Caballito

La noche gris sobre Buenos Aires no auspiciaba un buen domingo. Afuera, gente iba y venía emponchada con camperas, gorros y demás artilugios invernales. Adentro, una tenue música de fondo acompañaba las palabras de los últimos transeúntes. Mientras terminaba de secar unas tazas, el hombre miraba de reojo la calle Corrientes. Las luces fulgurantes, el caminar de la gente… y en el ventanal del fondo, dos pibes. 20, 25 años calculó. Uno remera roja, otro negra. Barbudos ambos. Hace minutos nomás les había llevado una cerveza y unos maníes. Se detuvo en ellos. Algo le llamaba la atención de esos jóvenes. Quizá su forma de hablar, más entusiasmada que la de los viejos de la otra esquina, o de las tres cincuentonas del medio del salón. Finalmente, acomodó las tazas y aguzó el oído (siempre había sido su punto fuerte) buscando saciar su curiosidad…

 

-…tenés razón, tenés razón –asintió el de rojo- fue con “Banda de garage”. Yo pensé que había sido con “Barón rojo”, pero no, esa vino después.

-Claaaaro. Fue “Banda de garage”, “Barón rojo”, “Arco” y “Curtite”. Y después vino “Quemado”. ¡Qué temazo ese! -respondió, mirando hacia la ventana, el muchacho de negro.

“Si no existe la memoria todo lo nuestro es suicida…” pafff, mamita querida, que temón…  -exclamó cerrando su puño, como si festejara algo-  y después vino “Antes y después”, ¡qué manera de saltar con esa!

-¡Terrible! Igual, no sé si te fijaste, pero la pantalla gigante de fondo… que buena escenografía, se zarpan los muchachos. Creo que había algo así como caballos de fondo en ese tema -arriesgó el muchacho.

-Sí, sí, habla de la conquista, o algo así. O por lo menos eso me chamuyó el Negro.

-El Negro… que rata es ese tipo, terminó el recital y se las picó… ¡todo por no pagar una birra! ¡A ese lo das vuelta y no se le cae una moneda hermano! -exclamó indignado.

-Y cuando se está en la mala se está en la mala viejo… ¿Al toque llegó Micky, no? –cambió rápidamente de tema el de rojo, esquivando las críticas hacia el amigo ausente.

-¡Sí! ¡Una locura! ¡Lo que suena ese bajo papá! Encima que temitas tocó eh…”Tan solo” y “Luz de Marfil”-agregó mientras lentamente metía un maní en su boca.

-“Luz de marfil” estuvo bárbara… igual la que la rompió fue “Ay ay ay”… ¡tocó “Genius” encima! ¡Qué fenómeno! ¡Y “Morella”! ¡Lindo quilombo se armó cuando sonó “Farolito”!

-Si, ni hablar… ¡”Pacífico”! igual hermano, a mí me mata “Pistolas”. Lo que suena esa armónica. Cuando tocó el himno al final de todo… ¡piel de gallina! -exclamó y rellenó su vaso de cerveza, a esa altura, un tanto caliente.

-Es un mostro –asintió mientras encendía un cigarrillo, ignorando el cartel que decía lo contrario- y en “Canción de cuna” y “Vas a bailar”… Si no se te pone la piel de gallina ahí mi viejo, no tenés sangre. Encima después subió la hija a tocar también…

-Es verdad, me había olvidado. Creo que fue en “Me gusta.” ¿Y al final? “Astros” y “Noche de hoy”, mientras leía las banderas… Pero el tipo es un crack, un distinto. Como se mueve en el escenario, como lleva el show- un nuevo maní en su boca interrumpió las palabras del de negro.

-…sin dudas, es que además de las canciones, es un espectáculo de puta madre: la escenografía, las minas con las telas esas, Los Persas que acompañan muy bien… encima te cuenta anécdotas en el medio, o juega con el público… es un showman, no quedan muchos como él…

 

“¿Me traes la cuenta?”. La voz ronca del viejo de la mesa 4 lo interrumpió en su curiosidad. Insultó para sus adentros y a paso lento se dirigió hacia la caja. Intentó retomar el hilo de la conversación una vez terminada su tarea, pero los dos muchachos ya hablaban de otra cosa, de un ritual, o algo así. Un poco malhumorado, apagó la cafetera y comenzó a contar la recaudación. “No quedan muchos como él”, las palabras del pibe le sonaban en la cabeza. ¿De quién estarían hablando? Fue entonces que se le vino a la mente una frase del Negro Fontanarrosa: “los enganches en el fútbol argentino son, como los osos panda, una especie en vías de extinción”. Y ese tipo del que hablaban los muchachos, fuera quien fuera, al parecer también lo era.