Juan Subirá: «Bersuit, donde lo sólido se desvanece»

¿Músico? Sí. ¿Compositor? Sí. ¿Escritor? También… Hay gente a la que se le debe complicar a la hora de completar el casillero de “profesión” en el pasaporte. Es esa gente cuyas entrevistas suelen recibir titulares estruendosos del estilo “Todoterreno”, o “Multifunción”, o alguna que otra palabra rimbombante que haga alusión a sus múltiples oficios. Juan Subirá es uno de ellos, y podría esta nota tener un título de ese estilo, pero no quedaría bien. Sería caer en un lugar común, y si se habla de un personaje como Subirá, y de una banda como Bersuit, nada más lejano a los lugares comunes.

“Siempre soñás con escribir algo como la gente”

Juan Subirá nació en Lanús 47 años atrás, hace 25 que forma parte de Bersuit Vergarabat, donde toca los teclados y el acordeón, además de componer varias de sus canciones. Tiene un disco como solista, “Fisura expuesta”, y es autor de 2 libros: “Desconcierto para uno solo” y “12 viejos textículos”.

-Siempre decís que tus primeros acercamientos al arte fueron por el lado del dibujo, ¿cómo pasás de la pintura a la música?
En mi casa no había nadie dedicado al tema del arte, de las manifestaciones artísticas. Si bien a mi papá le gustaba escribir, ha escrito cosas muy lindas, y también le gustaba la música y la literatura, un poco me inculcó ese gusto, pero nunca se dedicó. Empecé a ir a una academia del barrio donde enseñaban pintura, dibujo, y Carlitos Martín, el baterista, también. A Albertito (Verenzuela, guitarra) lo conocía de antes, porque él iba a primer grado, a la misma escuela que yo, con mi hermano. Yo estaba en quinto y él en primero, pero Albertito se hizo rápidamente conocido en la escuela porque siempre fue un pequeño genio: lo traían por las aulas para mostrar como recitaba poemas de Neruda de memoria, era un superdotado, siempre lo fue. Y  Pepe (Céspedes, bajo) iba a la escuela de al lado, con Carlitos. Los cuatro nos conocemos de ahí del barrio.

-¿Cuándo nace tu gusto por la literatura?
En el año 79’ estábamos en primer año de la escuela industrial, habíamos entrado con Carlitos y Pepe a la escuela Libertad en Barracas, y empezamos a juntarnos en casa a jugar. Entre esos juegos empezó a surgir el juego de hacer música. En ese momento era una cosa muy prehistórica para nosotros, golpear los tachos y las cosas que había en el desván de mi casa. Instrumentos no había prácticamente: un bombo y una guitarra que la hicimos mierda,  porque ninguno sabía tocar. Hasta que se empezó a organizar un poco toda esa anarquía musical: había una señora en San Telmo que tenía una batería vieja tirada, se la compramos, era un desastre. Después conseguí una guitarra, compramos un bajo, más tarde un órgano, y cada uno empezó a tirarse para un lado, e instintivamente empezamos a hacer nuestras canciones. Con muy pocos elementos, porque realmente no sabíamos nada. Y cuando empezamos a escribir las primeras letras, me pasaron dos cosas: por un lado, no tenía ni idea de que era lo que quería decir, por dónde iba la cosa. Pero tampoco sabía cómo decirlo. Entonces me di cuenta rápidamente de que tenía que leer. Comencé a buscar en la biblioteca de mi papá, que tenía de todo, y descubrí a Cortázar, a Borges, a Roberto Artl… mi tío me pasó Ray Bradbury, que me fascinó… Ahí empecé a leer y no paré nunca. Leía como un animal, me he leído cuarenta, cincuenta libros por año. Eso fue un poco como un aprendizaje, empezar a buscar un lenguaje. Entonces ya cuando escribía, escribía de otra manera, o por lo menos intentaba.

-¿Cómo fue ese salto de aquellos pibes salidos de una escuela industrial, que se movían en el under, a una de las bandas con más convocatoria de nuestro rock?
Nuestra vida iba cambiando, mutando según las épocas. Al principio era ese estado prehistórico, que después se transformó en 1715, que era el nombre que usábamos al principio, ya que era la dirección de mi casa donde nos juntábamos. 1715 duró un par de años, a la que se sumó Charly Bianco (guitarra) a los pocos meses, y vino con otro amigo que era cantante, porque nosotros éramos bastante malos cantando. Después se empezó a reformular, nos quedamos sin cantante, empezamos a hacer música instrumental y mezclar murga, candombe, jazz, de todo. Más tarde aparece un amigo correntino que cantaba, componía canciones, se suma y se armó “La palangana”, y ahí conocimos a Gustavo, que venía con esa idea de armar una banda de rock, nosotros veníamos más de otro palo. Con el tiempo se empiezan a fusionar los dos conceptos: la banda de rock que tenía Gustavo en la cabeza y toda esa fusión que teníamos nosotros de folklore, jazz, y por eso sale ese engendro tan raro con el tiempo que es Bersuit…

-Nacía el monstruo.
-Exacto. Creo que por un lado todo artista busca el reconocimiento, el cariño de la gente, y eso no es nada fácil de obtener. A nosotros nos llevó muchos años. Bersuit arrancó en el 88´, con el nombre de Bersuit en el 89´. Empezó un proceso de gestación de la banda, de búsqueda de un perfil. Los roles se movieron, porque con la llegada de Gustavo, una figura tan importante, un tipo con ese carácter y ese carisma, se orientaron las cosas a un lugar determinado, que fue muy interesante. Pero recién para el 98´ la banda empezó a tener su primer momento de éxito, con Libertinaje. No fue algo prematuro ni fugaz, tuvo sus momentos.

-Pasó por muchas etapas la banda…
-Al principio hubo un crecimiento vertiginoso, del 89´ al 92´. En el 92´ la banda tenía un público cautivo, seguidor, de unas mil personas, aunque era muy local en la periferia de Buenos Aires, estaba muy localizado. Para fin del 92´ hicimos un concierto en Obras, que fue demasiado grande para las posibilidades de la banda en ese momento, fue un revés importante. Entonces ahí empezó otra etapa, de evaluación de la situación, y la banda sufrió ese golpe, también desde el lugar empresarial, porque fue un emprendimiento propio. Nos costó mucho levantarnos de eso. El 93´ fue un año muy duro, si bien tocamos bastante y todo, al fin de año se va Charly Bianco y entra Albertito en el 94´, ese cambio fue muy fuerte. 94´ y 95´ fueron durísimos, un descontrol y una locura increíbles, tocábamos cuando podíamos y como podíamos.  En el 96´ sale Don Leopardo, lo cual fue un momento de gloria, casi milagroso, porque estábamos muy para atrás, entonces cuando sale el disco fue un empujón de alegría, anímico, que nos sacó para adelante. Y después de ese momento, la banda empezó a generar una cosa muy positiva. Nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar algunas cosas del escenario, porque no podíamos subir tan borrachos, tan drogados, hechos mierda siempre. Entonces dijimos: “la fiesta nuestra la dejamos para cuando termine el recital, la fiesta tiene que ser para la gente”. Empezamos a tratar de ordenar un poco todo eso y empezaron de a poquito a aparecer todas las canciones de Libertinaje: Comando culo mandril, (“CSM”), “Murguita del sur”, “De onda”, “A los tambores”, “Se viene”, “Yo tomo”… y esa fue la explosión. Cuando salió ese disco cambió todo.

 “Bersuit históricamente fue una banda politizada”

Desde canciones populares como “Vuelos”, o “Sr. Cobranza”, pasando por otras que no lo son tanto, como “Andan Yugando”, o “Cargamos” (un excelente resumen de los últimos 30 años de nuestra historia,) las letras de Bersuit suelen llevan impresas un fuerte contenido social, por lo cual no sorprende que Subirá defina a la Bersuit como una banda “politizada”.

-¿De dónde viene ese compromiso  de la banda con la realidad de nuestro país?
Viene de muchos lugares. Por un lado, la primera vez que tocamos con Carlitos y Pepe fue en el 82´, en plena guerra de Malvinas, en un festival solidario en una escuela del barrio de La Boca. Nos marcó ese hecho, ese concierto. Teníamos 16 años, se iba a hacer un recital solidario para juntar cosas para Malvinas y nos dijeron de ir a tocar. Teníamos bastante miedo, pero fuimos. Y debutamos ahí. Fue un momento histórico, porque la guerra de Malvinas fue una época de mucho dolor, de mucha locura, fue el golpe final de la dictadura, todo eso estaba muy tapado. En una casa común, clase media, no se hablaba de eso: de desaparecidos, de tortura, de muerte. Salió cuando cae la dictadura, empiezan los juicios. Encima a mí me tocó hacer el servicio militar en Martelli, donde está Tecnópolis, en el batallón 601, donde había un montón de milicos que habían estado involucrados en la dictadura: de hecho ahí hubo levantamientos en democracia. Pude entender un montón de cosas, porque en el 85´ estos tipos tenían un resentimiento y un odio increíbles, te lo transmitían todo el tiempo, y entonces uno entiende cómo podían hacer lo que hicieron.

-En sus recitales y en sus letras siempre está muy presente el recuerdo de las víctimas de la última dictadura militar, y hay una canción en particular compuesta por vos, Victoria Clara, que te toca muy de cerca, ¿cómo es la historia de esa canción?
-Yo tenía una novia en el 93’ a la que le llevaba unos cuantos años. Se generó una cosa muy copada, y al poco tiempo que la conozco, me cuenta que no conocía su verdadero origen: había vivido en Santiago del Estero hasta los 6 años, con una familia con la cual no tenía una relación genética. Este tipo era un subcomisario, y después vino con otra familia a Buenos Aires.  Además ella vino de Santiago a Bs. As. cuando tenía 6 años, justo cuando retorna la democracia, era algo muy sugerente. Yo le dije: “naciste en el 77, no conocés a tu otra familia, te pasó todo esto… yo no te quiero influir ni manipular, pero podrías ser perfectamente hija de desaparecidos. Si vos te animás podés ir a las abuelas a averiguar”. Pero tenía miedo, además se había encariñado con su madrastra… Eso quedo ahí, porque ella no quiso. Después  con la madrastra fue a Santiago, con la intención de encontrar a su verdadera familia, pero nunca supieron nada. Pasó el tiempo y en el 2003 me llega un mensaje de una chica, que se llama Clara Petrakos, que ponía una foto de ella, de sus padres desaparecidos y me contaba su historia. Me decía que estaba buscando a su hermana, que había nacido en Abril del 77’. Yo vi la foto de ella y era igual a Valeria, la chica que había salido conmigo, cerraba todo. Hacía varios años que no la veía, así que me nació la historia de Victoria Clara, Victoria es el nombre verdadero de la hermana de Clara. Tiempo después, me conecto con Juliana, una chica de H.I.J.O.S. que trabaja para Abuelas,  ella la busca  y la encuentra. Yo la voy a ver, nos reencontramos, y le dije: “vine porque pasó esto, y pensé que tal vez vos quieras hacerte el ADN y saber”. Se lo hizo, y no le dio parentesco. Así que eso quedó ahí, pero la canción ya había nacido. Siempre me quedó la duda, pero ella se hizo el ADN y todo.

-En los últimos tiempos se criticó mucho a algunos artistas por alinearse abiertamente con el gobierno nacional o tocar en actos públicos, ¿qué postura tenés al respecto?
A mí me parece genial. Me parece natural, de hecho nosotros lo hemos hecho en los últimos tiempos, en diferentes momentos. Hay una veta por ahí. Aparte porque hay muchas cosas del gobierno actual que nos parecen muy positivas, muchos cambios, fundamentalmente en relación a la época de Menem, del Neoliberalismo, ese concepto individualista exacerbado. Creo que es importante poner en claro lo que piensa cada uno. Bersuit históricamente fue una banda politizada. Cada uno puede expresarlo y decirlo de diferentes maneras: hay artistas que no les gusta ser tan explícitos, también lo puedo entender, eso va con la forma de ser de cada uno. Nosotros somos así, siempre tenemos un compromiso social, y me parece que está bueno no quedarse afuera de un proceso y momento histórico, y también cuando hay que ser crítico, poder decirlo. Es parte del crecimiento y la convivencia en una sociedad, donde hay un montón de voces distintas, de actores distintos.

“Traumas, problemas y postergación”

Hasta el 2009, dos pelados formaban parte de Bersuit Vergarabat: Gustavo Cordera y Juan Subirá. Sin embargo, la repentina decisión de Cordera de interrumpir el ciclo de 9 shows en el Luna Park pensado para ese año, hizo que quedara uno solo. Finalmente, tras dos años de parate, Bersuit volvió al ruedo, ya sin Cordera entre las filas. 27 de Febrero de 2012 fue la fecha de lanzamiento de “La Revuelta”, primer álbum de la banda desde el regreso.

-¿Cómo tomaste la separación de Bersuit?
A mí no me tomó totalmente por sorpresa, a otros de lo banda sí. Porque se lo venía diciendo a Gustavo desde antes: había muchos síntomas que el venía manifestando,  y cuando él empezó a hacer el disco solista (yo ya había hecho el mío), empezó a decir algunas cosas, a buscar un contrato con una compañía (que lo firmó por tres discos). Yo le decía, “¿cómo vas a hacer para manejarte? Encima tres discos, vas a tener que salir a presentarlos, armar una banda… ¿Cómo vas a hacer con las dos cosas?”. “No te hagas problemas, Juancito”, que esto que el otro. Me parecía raro, y no lo entendía. Empecé a pensar que realmente él quería hacer otra cosa, y no lo podía decir no sé por qué motivo. Primero se lo dije a él, después a todos juntos, entonces en la banda se generaba una discordia, una discusión, somos muchos. Se generó una cosa de desconfianza por mi lado que lamentablemente después sucedió. Lo tomé también con tristeza, en definitiva nadie quería que pase eso. También se generó una parálisis, porque no estábamos preparados para que eso sucediera… Gustavo venía diciendo: “vamos a hacer todos los Luna Park”. Decía que íbamos a tocar menos, pero que lo iba a dosificar y lo iba a manejar. Finalmente, de un día para el otro dice “no, vamos a parar.” Entonces salí a tocar con lo mío, otros armaron De Bueyes. Yo tenía el disco, estuvimos haciendo cosas paralelas, nos juntábamos cada tanto, tratábamos de ver que podíamos hacer… y en un momento surgió el deseo, las ganas de juntarnos y salir a tocar. Fue difícil, llevó tiempo elaborar esa idea, pensar en la posibilidad de hacerlo sin Gustavo. Y creérselo, sobre todo creérselo. Porque Gustavo es una figura muy particular, muy importante en la constitución de esta banda, y a él siempre le gustó manejar todo de una manera muy personalista. Es una persona con carácter muy fuerte, entonces hasta que nosotros pudimos regenerarnos… lo charlamos con él incluso antes de salir, en marzo de 2011: hablamos con él Carlitos, Pepe y yo, y le dijimos que íbamos a salir a tocar, que teníamos una gira por España. Y salimos. Después vino el tema de empezar a regenerar la química del grupo, de que tanto Dani como el Cóndor ganen el lugar central del escenario.

-Si tuvieras que resumir los 25 años de historia de Bersuit, ¿cómo lo definirías?
-Nosotros teníamos una frase que nos gustaba, que decía que Bersuit es “donde lo sólido se desvanece”, Bersuit es “traumas problemas y postergación”. Porque nos sentíamos así durante muchos años. Pero también creo que es viaje, locura, fiesta, es un mundo muy particular. Después de 25 años, de tantas vivencias e historias, habiendo viajado tanto, conociendo tantos lugares, se puede decir que es una forma de vida. Yo creo que nada más lindo que esto podría haber pasado. En realidad fue el sueño primordial que teníamos cuando empezamos a juntarnos en ese altillo de mi casa, fue ese sueño que se cumplió. Entonces, ¿qué más lindo te puede pasar en la vida?