Científicos del Palo tocó por primera vez en el escenario de La Trastienda. La música fue, una vez más, el antídoto contra todos los males de este mundo.
Es madrugada y alrededor todo está prendido fuego. Los cuerpos que se chocan, se abrazan, se hacen uno en el mar de la humanidad. Algunas lágrimas aprovechan y se confunden con el sudor. Las manos arriba, los dedos en V, las caras coloradas. José “Pepo” San Martín, Carlos Andere y Sebastián Quintanilla confirman su mote de trío demoledor y derriten La Trastienda con una guitarra, un bajo y una batería. Sobre la música, la voz de Eva Duarte de Perón declara con firmeza: “Reafirmamos que en la vida argentina ya no hay lugar para el colonialismo económico, para la injusticia social, ni para los traficantes de nuestra soberanía y nuestro porvenir”.
Es el final y alrededor todo está prendido fuego.
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Por perseverancia y por trabajo, pero sobre todo por talento, Científicos del Palo merece haber llegado hasta acá. Su primera vez en La Trastienda fue, desde el comienzo, diferente a todos sus otros shows. La banda, acompañada de un cuarteto de cuerdas, dio inicio al recital con el “Prólogo” de El Maravilloso Mundo Animal (EMMA, 2015) detrás del telón. Desde el otro lado y tratando de hacer algo parecido a afinar, se cantó con sentimiento el tema que inaugura el disco que “Pepo” hizo dedicado a su pequeña hija Emma (“Y, cuando crezcas harás lo que te parezca / cuando amanezca tendrás lo que te merezcas…”). Una vez que se abrió el telón, el trío desplegó todo su potencial con dos canciones de Gorilophrenia (2010) “La primera palada de tierra inaugura el funeral” y “El cura, el militar y el dueño de las vacas”. Musicalmente, como grupo cada vez demuestran ser más imbatibles.
El primer invitado de los varios que hubo en la noche fue Hernán Rupolo (ex Connor Questa y actual miembro de Octafonic) que se sumó con su guitarra para ejecutar “¡Cristo o Perón!”, uno de los momentos épicos que dejaría este show. Mientras Pepo cantaba, alguien del público le comentaba eufórico a su amigo “¡18 años de historia en dos estrofas!” ¿Qué decir entonces de La histeria argentina (2013)? Un álbum, 16 canciones, 64 minutos narran los 200 años de historia del país en una de las obras musicales más respetables del rock de estas latitudes. Para “La Revolución de Mayo”, la canción que abre dicho álbum, los Científicos invitaron a Nahuel “El Viejo” Amarilla, líder de La Perra Que Los Parió, que aportó su caudal de voz para uno de esos temas que hacen que la música atraviese el cuerpo desde la planta de los pies hasta el medio del cerebro. El tercer músico que se sumó a esta celebración fue Pablo Pino, vocalista de Cielo Razzo, para interpretar “Mantenerse en el camino” tal como fue grabada en EMMA.
Además, el cuarteto de cuerdas que acompañó el inicio del show detrás del telón se sumó durante el bloque acústico de “Código morsa”, “Cierra el almacén” y “Tarde”. Definitivamente, la faceta rioplatense de esta banda es tan disfrutada por el público como la del power trío, porque más allá de la ejecución, esas letras tienen algo de fraternidad, de inocencia y de revelaciones sobre la vida que convierten a las canciones en grandes compañeras de ruta.
Si bien es cierto que la comunicación entre el público y Científicos del Palo siempre estuvo basada en insultos y hay códigos establecidos, como el “¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta!” que en realidad significa “Aguante todo lo que están haciendo”, y la infaltable canción “Popete se la come”, surgen algunos cortocircuitos en el disfrute cuando los seguidores quieren ser más protagonistas que los músicos. Para insultar a los gritos e interrumpir mientras otros están conectando con la música es recomendable que al menos preparen sus chistes antes de ir al recital y traten de ser graciosos. Sino, ni se gasten. Deberían respetar un poco más los momentos que son para escuchar música, ya que al fin y al cabo, es para lo que se va a un show de estas características.
Para el final, los Científicos guardaron el as bajo la manga, el bastión musical de la resistencia: el himno “Somos el enemigo”. Es la primera vez desde que se grabó esa canción que el contexto político y social amerita hablar de una auténtica derrota (“Nos han derrotado, hemos sido vencidos / brindemos esta noche, somos el enemigo”). Esta vez se cantó con más ganas, con más sentido, con el corazón puesto en las convicciones que nadie piensa dejar de lado y que esta música acompañó durante todos estos años. Como un vaticinio del futuro que llegó hace rato, la canción hoy es más verdadera que ayer. Sólo el arte tiene ese poder.
FOTOS: Lucía Belén Capón