Octafonic: Reacios al orden y a la naturaleza

Hay un orden natural de las cosas o por lo menos eso nos han hecho creer.  Abarca todo lo que nos rodea,  sea o no tangible. Lo tomamos como propio, lo naturalizamos. Sin embargo hay quienes profesan otra doctrina, la de romper las normas, evitar la monotonía, evadir aquella burbuja que nos aísla.  Y es desde ahí partimos.

Con las anticipadas agotadas y una sala cargada de expectativas y comensales, Octafonic dio inicio a su primer show del año en la ciudad en el Roxy, donde las dimensiones arriba del escenario ya eran conocidas para el noneto al ser su segundo show en el recinto.

Una base comienza a sonar y las cabezas de los presentes a moverse. “Mistifying” se encargo de sacudir al público y quitarles la pesadez de encima. Octafonic es una banda que debe ser vista en vivo,  los  vídeos en las redes o el disco en loop no son suficientes. Hay que ser atravesado por las vibraciones del sonido que estos 9 monstruos trasmiten en cuanto lo oportunidad aparezca.

Con un solo Disco en su haber la lista de tema pasa a ser un tema intrascendente para algunos hasta que “Monster” el primer corte del disco da por finalizada lo que sería la primera parte del show. Sorpresa para quienes hubiesen dejado lo mejor para el final pero no olvidemos de aquellos que van en contra de las normas y sorprenden cuando uno menos se lo espera.

Un solo de pedal provoca éxtasis, el aire parece no bastar, y la gente trata de encontrar un hueco por donde acercarse al escenario. La banda vuelve a aparecer y el clima se centra en los músicos al ritmo de “Love”. Cada pulso se vuele eterno. Los temas siguientes calman al monstruo, lo miman, lo acarician, les da ese respiro que necesitan.

El idioma no es una limitación, es un arrebato a la realidad. El sonido que se trasmite desde el escenario no está dentro de nuestros parámetros y tratar de inventar un nombre al género debería ser castigado. Es Octafonic, se encuentra entre el bien y el mal, fuera de nuestro alcance. Reacios al orden y a la naturaleza.

“Adiós”, una nueva canción saluda al publica provocando aceptación y avecinando lo que pronto será parte de un nuevo proyecto.  Arremetiendo con esta nueva sensación hace su aparición Hernán Rupulo, notable y conocido violero que ya ha sido partícipe de shows anteriores junto a la joven banda, para prender fuego el Roxy con «Wheels».

El tramo restante es corto. La última parte del show es directa al mentón. Ya las normas no interesan, lo homogéneo aburre y solo resta otro giro inesperado. Como si barajar de nuevo fuera la única oportunidad.  “Monster” fue tocado en su totalidad pero para despedirse Octafonic lo prefiere ser hacer estrenando tema nuevo. “Mini Buda” cierra la noche y nadie se atreve  a emitir reclamo alguno. Los oídos alborotados solo piden tiempo para serenarse y asimilar lo sucedido.

Octafonic no busca ser el nuevo sonido sino mostrarnos que aún estamos a tiempo de romper con el orden natural de la música, mientras tanto sigamos las pisadas del Monstruo.

 

 

FOTOS: Lucía Belén Capón.

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