Con casi veinte años de carrera, cargando encima más de 500 presentaciones y cuatro discos de estudio en su haber, Aztecas Tupro se presentó en La Trastienda para reclamar lo que les pertenece: el cariño de su gente, los aplausos por sus actos y la felicidad de tocar sobre el escenario.
El salón tenía las medidas justas para que la noche no pasara desapercibida. Los presentes portaban caras llenas de entusiasmo y los pies ligeros porque sabían a qué se prestaban. Los vasos vacíos dispersos por el lugar rondaban celosos al ser dejados en el piso por otros que tengan para beber.
El show comenzó con un sonido envolvente, las palabras Gracias, Vengan, Bailar, Trastienda, Vamos, aparecieron como un cadáver exquisito para quienes ya estaban en pleno ataque epiléptico. “Por Nadie” dio el puntapié inicial en la lista de temas, un psicofísico tanto para quienes estaban arriba y abajo del escenario. “Seguimos vivos, sigamos” habrá pensado Huevo, voz de la banda y uno de los artífices de la noche.
Aztecas no pide nada a cambio en sus shows, solo que la pasen bien. Así fue que invito a Pantera de De La Gran Piñata (“El fuego”) y a Gaspar Om (“La presión”), en momentos distintos, para agasajar al público y afianzar esas amistades que la música brinda. Cada uno con un género bien marcado y un estilo que los identifica fueron parte de este espejo que la banda mostró en vivo. El Groove y el Reggae en una disputa con el Rock, el pasado y el presente, una relación que la banda supo lidiar en su último disco.
El resto de los invitados fueron apareciendo a lo largo de la noche. Sebastián Lara y el Tumba López, exintegrantes de Aztecas, dieron el presente en “Santa Cecilia”. El afecto para ellos brotó en forma de aplausos y sonrisas. Más tarde apareció Diego Cuellar obnubilando con su actuación en “Escalones”.
Los meses que pasaron entre que se lanzó el último disco y su presentación en La Trastienda dieron el tiempo suficiente para que el público se apropiara de las letras y su música. Así fue que cantaron y bailaron cuando el momento se prestaba, y si la reflexión aparecía en forma de canción hay quienes optaron por abrir el pecho y cerrar los ojos.
La gratitud hacía el público en repetidas ocasiones dejaba en claro que el esfuerzo y el empeño no fueron en vano. “CDF”, cerro la noche dejando más que satisfechos a quienes la música les salvo el corazón. Las luces se vuelven a encender. Quienes no portan instrumentos deben retirarse mientras muchos se preguntan ¿Aztecas Tupro se va? ¡NO!
FOTO: Gentileza Hugo Gaggianesi.