Veinte años de Catupecu Machu: Quiebro razón justo a tiempo

El 2014 nos trae de su mano el festejo de los veinte años de Catupecu Machu, una de esas bandas que supo morir y renacer muchas veces a lo largo de este tiempo. La banda de los hermanos Ruiz Díaz fue pionera en muchos aspectos en nuestro rock, coqueteando con la música electrónica, el grunge, punk y muchos estilos más que aparecen en las grandes canciones de su discografía.

“Dale!”, “A veces vuelvo”, “Eso vive”, “Metrópolis nueva”, “Origen extremo” y “Magia Veneno” son algunas de las canciones que los Catupecu hicieron llegar a lo más alto de nuestra música. Hoy, 20 años después, son muchísimas las cosas que pasaron en la vida de una banda que se ganó su lugar en la escena rockera nacional y latinoamericana.

Nacido en 1994 en el barrio de Villa Luro, el trío basado en la furia y en la potencia de su música, escaló hasta llegar al ansiado Cemento, lugar donde grabaron su segundo disco, el primero en vivo. Ese fue el puntapié inicial para comenzar a jugar en las grandes ligas. Cuentos decapitados, el disco más hitero y masticable de la banda, los llevó a Obras, en el año 2002, post crisis económica. Esta placa junto con Jessico de Babasónicos marcó un quiebre en este género que a veces es cuidado de manera excesiva.

De esa noche en el reducto de la Avenida Libertador la imagen que quedará en nuestras retinas, es la de Gabriel Ruiz Díaz dirigiendo una orquesta, como si estuviera en el Teatro Colón. El número imperfecto era el primer desafío grande para ellos: mantenerse en el pico creativo para demostrar que no eran una banda de moda. Y los Ruiz Díaz lo lograron, a pesar de haber perdido al baterista Abril Sosa en el camino.

Este disco terminó de confirmarlos como banda internacional, la diversidad de estilos no les hacía perder la fuerza del vivo, el director musical de la banda estaba imparable y Catupecu rompía todas las barreras dejando a la gente con ganas de más en el final de cada uno de sus shows. Llegaba 2006, las ideas para un nuevo disco aparecían, pero el accidente del bajista de la banda hacía presagiar lo peor. Se guardaron un tiempo, juntaron fuerzas y Fernando sacó el rol de líder que tenía un poco opacado ante la presencia de su hermano.

Zeta Bossio ayudó en la reconstrucción de la banda, un disco doble, que incluía un show acústico histórico (el mejor homenaje a Gaby), fue la plataforma para el lanzamiento de una nueva etapa de la banda. En el último trimestre de 2009 editan Simetria de Moebius, un disco oscuro donde las composiciones quiebran los modelos que venían trayendo en los discos anteriores. Un tema con tres bajos fue la carta de presentación para mostrar el cambio sonoro de Catupecu Machu.

Retomaron los tiempos normales de una banda  y editaron El mezcal y la cobra. Nuevamente cambiaron baterista (se sumó Agustín Rocino) y dejaron al manager de toda la vida. Los sonidos siguen el camino del disco anterior, pero paralelamente aparecen otras aristas musicales. Quizás es una etapa donde el vivo de la banda se vuelve más standard por ser repetitivos en los set lists, a pesar de que muy de vez en cuando se desempolvan viejas composiciones.

Este es el breve repaso de la historia de Catupecu, una banda que dejó de lado preconceptos estúpidos de nuestro rock, que se repuso de las peores situaciones que un equipo de trabajo puede vivir, y que nos hizo descubrir muchas cosas que nos gustaban, pero que varios no se animaban a incluir en su música.

 

Foto: Sole Iurato.

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