“El rock and roll pasó de moda, no sé si va a volver”, canta Bestia Bebé en la canción que más pegó hasta ahora de su último gran disco Vamos a Destruir. En el videoclip se puede ver una gran actuación de Lucas Jaubet (quien además canta el estribillo del tema y es la voz de la banda Hojas por el Barrio) y la sorpresiva aparición de Vicentico, quien comparte partidos de fútbol con Tom Quintans y se copó con ser parte de la movida. “No sé si entiende mucho la frase la gente, creo que mejor que haya pasado de moda, y además hace mucho. Ahora se ve a quien le gusta el rock de verdad, quién de verdad lo siente”, explica Tom a la hora de hablar de la temática de la canción.
Tom, cantante y compositor de Bestia Bebé, no se considera históricamente un gran letrista, pero reconoce que fue cambiando con el paso del tiempo: “En realidad no les daba bola, ahora sí le doy bola a lo que escribo. Me di cuenta de cómo pueden hacer que una canción sea mucho mejor, encontrar las palabras, que suenen bien esas palabras juntas. Y le dan una musicalidad, no es lo mismo decir una palabra que otra, la acentuación, que a veces queda bien, llama la atención, y a veces puede quedar como el orto”.
―León Gieco juega mucho con la acentuación.
―Claro, pero bueno, él es un muy buen letrista.
―Bueno, vos tenés muy buenas letras. Aunque recuerdo que alguna vez contaste que te preguntaban por la letra de alguna canción tuya vieja y te decías “ah, mira la boludez que escribí”.
―¡Hay una que es un diálogo de Batman, ¡es una boludez!
―Pero pará, la idea es muy buena. Además, las frases que agarrás son buenísimas. Tenés varias Batman en la canción, la del Caballero de la Noche y la de Jack Nicholson.
―Puede ser que la idea esté bien, pero hoy lo haría ni a palos. ¿Sabés por qué lo puse? Porque no tenía idea de qué mierda poner (risas).
―Lo que sí hacés adrede es contrastar con las letras a la música.
―Sí, eso sí. Así nació “Yo me la aguanto”, la versión original de ese tema no tenía ni batería, era así con la acústica bien a lo Nick Drake. Obviamente el tema pedía una letra más como “la primavera”, pero no, “yo me la aguanto, vos abandonás”.
―¿Sentis que encasillaron a la banda por las temáticas de aquellas primeras canciones, con el futbol, boxeo o el barrio?
―Bueno, a uno le puede molestar personalmente, pero también es bueno, de alguna forma algo hay que decir, trato de entenderlo en algún punto. Pero qué se yo, nombrar a una banda y decir lo que habla es raro, los Rolling Stones, hablan de mujeres, drogas; los Beatles, ¿de qué hablan? Igual hay que decir algo, no solo el periodismo, a la gente le pegó mucho también, a los fans incluso. Me acuerdo una vez uno en Burzaco me dice “seguí escribiendo de fútbol, eh, porque veo que estás yendo para otro lado”. Así que bueno, no vamos más a Burzaco (risas).
Aquel primer disco de Bestia Bebé ya tiene más de diez años y la tapa con un equipo de fútbol de amigos posando llevó a la banda por un lugar futbolero que, si bien era una búsqueda por ese entonces (“no había bandas del género que hablaran de esas cosas”), los empezaron a llevar hacia un lugar específico.
Tom recuerda una anécdota de aquellos tiempos: “Yo odio sacarme fotos, me rompe mucho las pelotas, no me gusta nada. Hubo una vez para una tapa de revista que hubo problemas, la foto era que tenía que besar la copa del mundo y yo no quería, en el 2014 era, querían que recree la foto de Maradona del ’86 y yo no quería. En ese momento estaban todos con Bestia Bebé, primer disco, futbol, futbol y mas futbol, y yo quería salir un poco de eso. Querían que me ponga la camiseta y yo quería salir con mi campera, pero accedí, después que bese la copa, y a eso no llegué, mirá si después iban a decir que era mufa y no se qué, ya bastante que la toqué, terminé saliendo tocándola y mirándola. Eso sí, la foto es buenísima, el chabón es un grosso total, pero yo no quería besar la copa”.
―Bueno, ese disco recrea en su arte al álbum de figuritas de Italia 90.
―La historia cuenta que mi abuelo compró el álbum, lo llenó, lo plastificó, y estaba en mi casa y con mi hermano lo veíamos como un libro. El mejor estéticamente, todo el mundial, la música. Y bueno, la épica de Argentina, que, si bien no la viví, la vi después y es una hermosura.
―Yo siento que cada niño tiene su mundial específico.
―El mío es el ‘98. Si bien tengo algunas imágenes del ‘94 y el equipo completo de Argentina, la camiseta suplente que es la más linda de la historia. También me acuerdo que teníamos una pelota que tenía a la mascota, que era de la Esso o algo así. Lo de Maradona y el doping lo sé por verlo después, no del momento.
―Pero lo tuyo fue más el cabezazo del burrito y la expulsión.
―De eso me acuerdo todo, llorar, el primer bajón grosso, la ilusión de un niño que se terminó. Fue el primer golpazo que sentí en carne propia de la selección.
―Ese primer disco de Bestia Bebé arranca con un audio que es un jueguito de futbol.
―El International Super Star Soccer Deluxe, pusimos el cartucho del Super Nintendo y sonó. Ese juego con mi hermano lo enviciamos mal, el primer juego de futbol que teníamos, horas y horas jugando, después todos los Winning Eleven, los Pro Evolution, los de fútbol siempre eran mis favoritos y también los que jugábamos de a dos. Alquilábamos los videojuegos.
―¡En esa época se alquilaban!
―Porque eran muy caros. Algunos encima eran más caros que otros. Tenían el dibujito los de Family y tenías que imaginar por el dibujito qué carajo eran, por ahí eran una poronga o un juegazo. Alquilábamos y jugábamos a las Tortugas Ninja, Double Dragon, Golden Axe, y bueno, después la Play 1, que era de mi generación. Cuando salió la Play 2 ya no teníamos guita para comprarla, éramos más grandes.
―¿Se armaban torneitos?
―Hasta hace poco lo hacíamos. Un amigo, Pedro, es un experto en organización de torneos y el mejor jugador de Winning Eleven que conozco, teníamos un Liga armada, con campeones y premios. Se hacia en una casa, llevábamos cinco o seis teles, seis Plays, asado o locro, y de hecho todo eso salió en el clip de “Yo me la aguanto”. Hicimos un montón de torneos, bien hasta la madrugada. ¡Qué manera de no cogerse a nadie! (risas). Pero como los extraño.
―Siguiendo con audios, también en ese disco aparece un pedacito de la peli El último boy scout.
―Nadie se da cuenta, no es una película tan conocida. Vos ténes Duro de Matar y esta viene atrás. De hecho, nunca la pasan en la tele, antes capaz la daban más, pero yo no la vi en la tele, me la bajé, o alquilé, más de fanático. Para mí no es tan masiva. Chicho (bajista) es muy cinéfilo, le gusta mucho el cine de terror que a mi no me gusta para nada. Me cago de miedo mal con los sobresaltos, y me rompe mucho las pelotas, porque está la camarita ahí quieta, sabés lo que va a pasar y llega y me cago todo igual, y me rompe que pase eso. Después me río con las truchadas. Pero algunas me parecen geniales. Ahora están las de terror psicológico que me matan, dejame de joder, no me gustan, ya es mucho para mí. Ojo, Halloween me parece una obra maestra, las de Freddy también. Eso sí, solo no las veo ni a palos.
Bestia Bebé presenta Vamos a destruir el próximo viernes 3 de mayo en Teatro Vorterix, un discazo en el que la banda continua con la consigna de no querer repetirse, y tiene muchos destellos metaleros, muchos solos instrumentales, y grandes canciones como “El verano”, “Cangrejal” o “Montevideo”. En este sentido, Tom reconoce: “Cuando encaro una canción nueva intento hacer algo distinto, buscarle una vuelta, cada vez es más complicado porque voy gastando más herramientas, es más una búsqueda personal que un objetivo con la banda. No quiero sentir que estoy haciendo lo mismo porque me aburro y me parece que no está bueno. Por eso me gusta también tocar en otras bandas y hacer otras cosas”.
El metal, por su parte, es la música que más marcó al cantante desde su adolescencia de donde salen sus bandas favoritas: Metallica, Iron Maiden, V8, Almafuerte o Hermética. “Siempre me identifiqué más con Iorio que con Fito Páez, nunca me identifiqué con el rock nacional propiamente dicho. Después aparecieron también Flema, Dos Minutos, y más metal, con Malon y Horcas”.
―¿Qué es lo que más te gustaba del género?
―El metal en Argentina siempre fue muy bastardeado, lo sigue siendo, nunca tuvo su lugar, siempre es muy difícil para las bandas de metal, era como mal visto. Que no te dejen tocar en lugares, que no te den bola los grandes medios, las discográficas que nunca apoyaron. Y hay algo en el público general también, porque después vienen Metallica, Maiden y hacen estadios, entonces decís ¿qué pasa ahí? Hay algo medio cipayo ahí también, hay un público metalero que reniega del metal de acá, que le parece berreta, y a mí, por ejemplo, Almafuerte me parece una banda mundialmente original, con una lírica impresionante, que ninguna banda de metal en el mundo habla de esas cosas, o el Tano como toca la guitarra, cómo se meten cosas argentinas, el tango, el folklore en general.
―¿Ibas a ver mucho esas bandas en vivo?
―Sí, era la salida en la secundaria. O nos juntábamos a tomar una birra, o íbamos a ver bandas.
―Ahí ya tocabas.
―Cuando empecé en Go-Neko! estaba en quinto año. Antes tuve mil bandas, mucho heavy, tratábamos de hacer cosas originales, pero no las encontrábamos, claro. Con mi hermano nos pasábamos horas y horas encerrados tocando. Era jugar a los jueguitos, tocar, ir a jugar al futbol, tocar. Bueno, más o menos como ahora (risas). Tocar, tocar y tocar, y así aprendimos un montón. De chico es cuando aprendés todas esas cosas, cuando tenés el tiempo, quedarte toda la tarde tocando la guitarra, después si tenés que ir a laburar ya no podés.
―¿Ese amor por la música de chicos cómo nace? ¿Había música en la familia?
―Mi viejo tenia algún que otro compilado que compraba por ahí, él escuchaba Creedence, Beatles, Vox Dei, tocaba la guitarra, la criolla que estaba ahí hecha mierda, pero así nomás, no era músico ni nada, aunque tenía una banda de chiquito con los amigos. Eso sí, escuchaba música todo el tiempo, los fines de semana a la mañana, o cuando hacía asado, y bien al taco. A veces ponía bossa nova o Sabina y me quería cortar las bolas, pero bueno. Y mi vieja cero música.
―Pero alguna vez tiraste que ella hacía unos enganchaditos con los cassettes.
―Sí, escuchaba mucha radio y ahí grababa, yo también lo hacía.
―Ah, bien, pensé que habías arrancado ya con Napster y esas cosas.
―No, no, yo tenía cassettes y grababa, tenia walkman y todo. Es más, las primeras cosas que grabábamos fue enchufando un micrófono en el equipo, después grabábamos arriba otras cosas sobre el mismo cassette y te quedaba un multipista hermoso, que sonaba como el orto, pero lo hacíamos, así aprendimos a grabar. Mi vieja lo sigue teniendo al equipito, un Aiwa, todavía funciona.
―¿Te acordás el nombre de alguna de esas bandas que tenías?
―La primera que tuve, con compañeros de séptimo grado, se llamaba Vibratónica, nos juntábamos los sábados, íbamos a jugar al futbol y después toda la tarde a rockear. Una vez de chiquito fui a la casa de un compañero y el hermano tenía una guitarra eléctrica y un bajo, y yo flasheé. Le comentamos a mi viejo, se re copó y compramos una guitarra y un bajo. Ahí empezamos a tocar, al principio no me salía nada y un poco me pudrí, mi hermano lo sacó rápido, entonces me hizo cebar a mí también y empezamos a tocar a pleno hasta hoy.
―¿Siempre se copó tu viejo?
No. Porque yo no estudiaba un choto, y me decía que tenia que estudiar y que la música tenía que ser un hobbie.
―¿Y entonces?
―Y, le gané (risas).
―¿Cómo le ganaste? ¿Ya tenías en mente que no iba a ser un hobbie?
―En ese momento no, era chico, no sabía qué onda, además me decía esas cosas mi viejo y un poco me daba cagazo, tenía razón. Pero no podía estudiar, solo quería tocar. No sabia como vivir de la música, de grande tampoco lo sabés incluso. Así que arranqué a estudiar batería, porque mi viejo me dijo “si querés hacer esto, andá a aprenderlo bien, pero igual que sea un hobbie”. Así que fui a un profesor, Cristian Judurcha, que es un crack, y ahí me especialicé en ese instrumento. Ahí empezó todo más seriamente, y empezó al poco tiempo mi primer laburo, que fue justamente dar clases de batería.
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