La primera vez que salí de gira fue con la banda Emboscados en el año 2009 y fue la clásica por la Costa Atlántica. Mi amiga Daniela era la manager, había arreglado varias fechas y sacado un permiso que por ese entonces pedían para tocar en la zona. Yo intentaba sacar notas y ser el prensa del equipo.
La estadía fue en el camping de San Bernardo, lugar central y también destino de la primera jornada en el Parador Fire. La movida se había arreglado de antemano con el balneario del lugar (cuya labor simplemente fue “sí, dale, usa el toma de ahí sin drama”) y se tocaba en una especie de playón que daba a la Av. Costanera.
Llegamos muy entusiastas con la ansiedad y expectativa de la primera vez, repletos de energía. Yo mucho no tenía que hacer pero me disponía a ayudar llevando equipos y aportando lo que pueda sumar a la causa. Mientras se armaba todo, llegó un camión con lo que parecía ser otra banda. Sabíamos que eso podía pasar, de hecho había espacio como para que armen tres bandas, así que saludamos mientras los veíamos bajar sus equipos.
No nos pareció tan copada la respuesta al saludo, pero bueno, puede pasar. Tal vez tenían un mal día, se los veía como cansados y ofuscados, seguro ya venían girando de hace bastante. Eran mucho más grandes de edad que nosotros, había también nenitos correteando que claramente eran hijos de algunos. Hasta que uno medio rubio directamente empezó a tirar mala onda: “pendejos irrespetuosos”, mandó al pasar en una. Después Lacha, el guitarrista, como para romper el hielo, los invitó a enchufar sus cosas a lo que de una manera cortante dijeron “toquen ustedes, hagan la suya, se van y ahí enchufamos”. Okey.
Después de armar, para liberar tensiones (?) fuimos al mar. Era una linda tarde. Soy muy fan del agua, puedo estar un día entero adentro y sería muy feliz. Pero hay que salir y ahí, mientras volvía a la arena me crucé al rubio que me miró y le dijo a otro “no me dura ni un round”. Yo no entendí nada, me sorprendió pero era lógico que no era hacia mí.
Cuando volví con la muchachada me entero que había cierto resquemor de la otra banda por sentirse “usurpados” porque ellos tocaban ahí todos los días y llegaron unos pendejos insolentes que se le pusieron a armar al lado y antes. Tensión total, clima de mierda. Para colmo, ¡llegó la Muni a pedir el permiso! Todo correcto de nuestro lado, pero luego de una larga charla con la otra banda, la chica inspectora volvió hacia nosotros y preguntó “chicos, ¿ellos están con ustedes?”. Respuesta: “No, ni en pedo, no los conocemos”. Nueva charla larga y tendida con ellos y se fue.
Empezaron a desarmar. Claramente los rajó. La tensión se materializó. El rubio se sacó a los gritos. “Nenes de mamá”. Silencio. “Acá no está su papito para defenderlos”. Silencio, miramos para abajo. “Seguro son hijos de un juez (?)”, acá a alguno se les escapó una risa, pero tímida, reinó el silencio. “Cuando estaba en la cárcel me crucé con pesados de verdad” (???). Nos mirábamos entre todos como pensando “qué imbécil” pero a la vez ya más atentos. “Los voy a cagar a palos a todos, especialmente a vos”. Ahí miramos todos para ver a quien individualizaba. Lo miré. Me miró y dijo “sí a vos, al de rojo”. Me veo la remera, sí, era roja. ¡Era a mí!
Era verdad ese encuentro en el mar, siempre me estuvo midiendo a mí. Yo estaba acostumbrado a que nadie me quiera pegar por grandote, en cierta forma a mentir con mi tamaño para no meterme en problemas, ya que no me va esa forma de resolver las cosas. ¡Pero ahora me estaban queriendo pegar por ser el más grandote! Empezó a caminar hacia mí, yo no iba a hacer nada pero cada vez estaba más cerca. Hasta que se puso cara a cara putéandome y mi reacción instintiva lo empujó con mis manos hacia atrás. Esperé la piña pero no… se fue. Puteando. Yo no lo ví, pero alguno me dijo que el batera se asomaba por atrás con un fierro de batería en mano.
La tensión se la había chupado esta situación porque la tensión que se necesitaba, la eléctrica, empezó a fallar constantemente mientras Emboscados probaba sonido y el camión llegaba para que la otra banda se fuera. Así y todo el show empezó, el camión se fue y el rubio nos tiró vaya uno a saber qué cosa desde arriba del mismo mientras se alejaba gritando.
El show duró un tema y medio. La tensión jamás volvió. Al rato llegó una banda de reggae, armó y tocó sin drama. Qué comienzo de gira pensé. ¿De esto se trata el rocanrol? Nunca supe el nombre de la banda hasta que uno medio colgado tiró: “Plan Perfecto”. –¿Cómo sabés? –Yo me puse a hablar con el bajista, era re copado y me contó.