Bajo el cuerpo y la mente de Choki, cantante, compositor, bajista y mucho más, El Mundo Limón arremete con un exquisito disco debut llamado Circo Fantastik Pipol, el cual consta de nueve canciones que se encuentran en un cruce de varias esquinas pintorescas: calidez spinettiana, perlitas ochentosas, matices cancioneras, esencia indie e identidad sonora de esta nueva década que aun es joven.
“Creo que los artistas que más me nutrieron fueron las personas con las que pude trabajar o compartir la música directamente, muchos de los recursos que uso son cosas que surgieron de algo que haya aprendido en una clase, o tocando con alguien”, reconoce Choki a la hora de empezar a hablar, y nos ejemplifica: “Recuerdo unas clases con un profesor que tuve cuando vivía en Olavarría, Quique Ferrari, quien más tarde fue el primer bajista de El Mundo Limón y siempre ha sido un gran amigo. De esas clases saqué información que al día de hoy aún sigo reciclando y utilizando para crear y explorar, estoy hablando de data que me pasó hace más de diez años”. Y así entonces nos empezamos a introducir en los albores de este mundo limón que nos confiesa otros referentes: “artistas cuya vida y obra, también me superflashearon y me marcaron mucho como Miguel Abuelo, Tom Waits, Joni Mitchell, Gil Scott Heron, Pantera, Black Sabbath y una lista interminable más”.
―¿Cómo produjiste Circo Fantastik Pipol?
―Todo arrancó en casa con mi compu, cuando pude instalar un software de grabación que se llama Ableton y así bajar a tierra un montón de ideas musicales que tenía en mi mente pero que no podía experimentar a no ser que estuviera tocando con otra persona y pasándole la línea melódica o los acordes que pensara, cosa que en ese momento no se podía porque era plena pandemia. Una vez que logré dejar plasmados todos los arreglos, con los sonidos y recursos que tenía a disposición (que eran bastante pocos en comparación a los que se terminaron usando para el disco), me encontré con un límite y no sentía que las canciones hubieran alcanzado un nivel que me convenciera, así que ahí recurrí a mi amigo Delfín, cuya música siempre me había impresionado y sabía que la había producido el mismo. Así fue como el ángel ofició de productor y hoy es el actual guitarrista del grupo. Una vez terminada esta etapa mandé a mezclar el disco con Guli, a quien le di unas indicaciones bastante voladas sobre lo que quería en la mezcla y esto decantó en que él terminara interfiriendo bastante en arreglos y deciciones artísticas, independientemente del trabajo técnico sobre el audio. Muchos arreglos muy buenos surgieron de este error de comunicación que después fue corregido para darle un trayecto más conciso a lo que restaba del trabajo. Finalmente lo mastericé con Pablo López Ruiz, un ya experimentado ingeniero.
―Solés describir tu disco jugando con palabras que remiten a la ciudad, ¿qué fue lo que más te flasheó cuando pisaste Buenos Aires por primera vez al llegar desde tu Olavarría natal?
―Mi primer recuerdo de Buenos Aires es entrando en auto con mi vieja y ver un chabón solo parado contra una pared moviendo la cabeza en círculos con los ojos cerrados como si estuviera poseído o algo así, un loco medio metalero re específico. Imaginate yo todo guachín re paisano llegando a este lugar que ya en la tele y los noticieros lo pintaban como super catastrófico e inseguro, el flash que me comí (risas). Pero bueno, eso fue solo anecdótico, después con el tiempo fui desmistificando todo esos conceptos de Buenos Aires que tenía y me fui dando cuenta de que, si bien la gente está atravesada por el ritmo avasallante que propone la city, también hay un montón de predisposición a ayudar al otre y humanidad en las personas.
―¿Qué te atrapó de la ciudad?
―Yo no siento que me haya atrapado, siempre hay un deseo latente de viajar y experimentar la vida en otras tierras, vengo eligiendo quedarme porque más allá de todo me sigue pareciendo un lugar muy bello con gente muy buena y super talentosa con la cual compartir y desarrollar mi trabajo, y porque más allá de las situaciones complejas que se puedan ir dando me siento bien acá.
El miércoles 12 de octubre el nuevo material será recibido por el público en La Tangente del barrio de Palermo. Un show de El Mundo Limón es “cambiante, entusiasmante, emocionante, intrigante, delirante, hilarante”. Así lo define Choki y así ya queremos estar la próxima semana. Las entradas se consiguen a través del sistema Passline y parece que hay que ir apurándose porque quedan pocas.
―¿Cuál es tu primer recuerdo con la música?
―Mi primer recuerdo es el de escuchar a mi mamá cantando «Duerme negrito» de Atahualpa Yupanqui mientras se tiraba unas magias en la cocina o hacía alguna actividad. También me acuerdo de ser muy chiquito y abrir una caja de madera que ella tenía, de la cual salía una bailarina de ballet de plástico y giraba sobre su eje mientras sonaba «El Lago de los Cisnes» de Tchaikovski, con sonido de cajita musical. Me quedaba embobado horas abriendo y cerrando la cajita escuchando esa melodía en lo que mi amigo Paul Higgs denominó como «el cuarto primal» o «el cuarto original donde todo comenzó», jodiendo una vez que fuimos a tocar a Olavarría con el trío.
―¿Y recordás cuando encontraste esa inquietud que traspasó la escucha y encontró la inquietud de crear?
―La primera conexión super real e intensa con la música fue cuando inocentemente dije «a ver esta banda Led Zeppelin, me voy a sacar los temas…» y saqué “Good times bad times”, primer tema del primer. Desde ahí no hubo retorno, me saqué toda la discografía y me di cuenta de que quería tener una banda y hacer mis temas. Desde ahí armé una serie de tríos o tríos más cantante, siendo este el formato sobre el que más me experimenté como bajista y compositor durante años. Probablemente por esto nunca me había interesado mucho en grabar en casa, todo pasaba más en la sala.
*El Mundo Limón presenta Circo Fantastik Pipol el 12 de octubre a las 20 horas en La Tangente (Honduras 5137, CABA).