Luego del comienzo de la “Egolución” a principios de este año, Exiliado presenta su nuevo simple “Roto”, con un concepto nietzscheano rondando por toda la canción. “El eterno retorno, la rutina del día a día, nos inundan en el cotidiano, nos abordan constantemente en las cosas y eso es imparable”, explican a la hora de presentar esta nueva pieza, que a su vez la toman como un espejo de nuestras vidas en este mundo: “Es un reflejo de lo infinito que nos dura hoy un día. Una rutina, un trabajo, todo aquello que nos moviliza mecanizándonos”.
―¿Cómo reaccionar ante esto?
―Como inspiración está bueno estar atentos a lo que nos rodea, poder mirarnos tanto a nosotros como al resto. Creo que ahí está la clave para poder nutrirte de tu entorno y así poder contar lo que querés contar, sino carece de sentido. Tanto “Roto” como todo el nuevo disco que se viene tienen ese tipo de análisis para su construcción.
―Los tiempos pandémicos potencian esta eterna disputa que tenemos con la rutina. ¿Conviven con ella, la evitan, intentan salir? Al mismo tiempo, ¿la práctica musical necesita de una rutina?
―Creo que ser disciplinado es importantísimo en cualquier actividad, pero el desafío está en darle el sentido de disfrutar, sea desde lo más lúdico como matemáticamente posible, sea como sea. Por mi parte me sale todo lo contrario (risas). Si de tiempos pandémicos hablábamos, a nosotros nos encontraron en un proceso de grabación atípico cuando se desarrollaba el primer año de pandemia. Hoy en día mirar para atrás y vernos en esa situación hasta nos hace sentir que éramos otras personas. Esa sí es una buena manera de poder salir del cotidiano, salirse de uno.
―En algunas notas han resaltado que viajar es lo que más les gusta como banda. ¿Cómo han suplido ese cambio en estos tiempos para retroalimentarse?
―Volvemos a la base: lo que uno hace está relacionado al encuentro con la gente (independientemente de la utilidad del fin). Por nuestro lado se extraña mucho. Hay muchas maneras de acercarse hoy en día a un público, pero la música es la comunión con el otro, en la que una pantalla nunca te va a entregar. Nos mantuvo muy entretenidos esto de poder ir adelantando material como también aprovechar para reinventarnos a nosotros mismos como banda. Es difícil la transición del vivo a lo digital, pero sabemos que solo es una cuestión de tiempo para volver y esperamos que ese día sea un gran rencuentro para todos los que nos dedicamos a la música.
A principios del 2020, antes de que todo estalle, nació “Exifest”, el primer festival de Exiliado que convocó artistas de toda la provincia de Buenos Aires, en un formato de recital y otras actividades artísticas generando una gran respuesta del público. “Fue una iniciativa de conciertos producida por nosotros. La idea era armar un punto de encuentro: una linda experiencia en la que aprendimos mucho. Hay muchas ganas de seguir con el ADN de este festival tanto para futuras ediciones como para nuestras fechas. Sin ir más lejos fue el último recital antes del inicio de la cuarentena y nos dejó con grandes recuerdos que esperamos volver a revivir en un próximo recital”.
―Estamos en presencia de la Egolución… ¿Alcanzará con matar al faraón?
―La Egolución arranco este año y viene para quedarse. Hay grandes planes para nosotros como para los que nos siguen en este camino. Todavía queda mucho por compartir y si algo aprendimos de todo esto es que volver será para no irse nunca más. Ya pedimos la cabeza del faraón, ahora es tiempo de que nos acompañen para conseguirla. Mientras tanto tendremos que averiguar la forma, pero siempre contamos con un plan bajo el brazo.