Durante un rato, el mundo musical es perfecto para más de doscientas personas que se agolpan en Beatflow del barrio de Palermo para disfrutar del cierre de año de Atropello Carregal, junto a las bandas Noúmeno y Sevelhumano.
Atropello cierra la velada y el público canta efusivamente el estribillo de “Aquel tiempo”, la última canción de la noche. Disfruta y se siente privilegiado de ser partícipe de uno de los grandes shows del año, de una de las mejores bandas que se pueden ver en vivo hoy en día, y que asoma casi escondida en la escena local, dando pasos pequeños pero firmes. El quinteto de Munro ofrece un combo infalible: sonido perfecto, grandes intérpretes, climas que vienen y van, enganches constantes, momentos instrumentales hipnóticos, retoques latinos que te hacen bailar, guiños a otros artistas y sobre todo, buenas canciones.
La noche había comenzado temprano con un demoledor set de Sevelhumano. La banda de Luján auspició de invitada y demostró que su potente propuesta va muy en serio desde ya hace varios años. Recomendable para ver siempre que se vienen por estos pagos, y por qué no también, para clavarse el 57 y despuntarlos cuando juegan de locales.
Al rato, Noúmeno regaló su conjunción de canciones distorsionadas. Temas bien gancheros como “Ya fue”, “Serás” y el cierre con el que da nombre a su disco debut, “Nadie sabe nada”. El ir y venir entre el rock y el pop, se equilibra con el poder de la distorsión. Para este show particular el trío sumó una guitarra más, como así también dos coristas que aportaron un buen colchón al sonido en vivo.
El show de Atropello Carregal arrancó como una aplanadora demoliendo todo lo que se cruce en su camino. “Descontrolado”, “Fundación rejas y cerraduras” y “Gente copia” hicieron que todos y todas muevan sus patitas y sus cabecitas, a puro rock, funk y baile. Todo bien enérgico, furioso y bien arreglado.
Al toque llegó uno de los grandes momentos de la noche con la presencia de los invitados Lucas Martínez en guitarra (De La Gran Piñata) y Charly Valerio en teclados (Los Mutantes del Paraná). Así “Al fondo”, con su crítica a los pseudo vanguardistas, lució algo más parecida a la reversión que hicieron el año pasado con muchos amigos, que a la original con Lula Bertoldi de Eruca Sativa.
El bloque más tranquilo vino de la mano de la oscura “Muerte lenta” y el reggae “Chupasangre”. La calma fue solo la previa al gran final que arrancó con “Ojala que pase algo”, dueña de un estribillo imbatible que le guiña el ojo a Silvio Rodríguez. Enganchada por una demoledora versión de “Killing in the name” de Rage Against the Machine, “El cassette no cambia” inauguró el momento bailable más latinoso con decoros cumbieros, que se sucedería con “No quiero”.
Con un público que no paró de disfrutar durante la hora que duró el toque, Atropello Carregal despidió el año de la mejor manera posible, prometiendo nuevo material para el año que viene. Aguardaremos las novedades de esta banda que sin dudas seguirá dando mucho que hablar. Quienes aún no la vieron, sepan que se están perdiendo de algo grande.
FOTO: Julio Fredes.