Se hace un tanto complejo definir en un par de palabras todo lo que sucedió en la noche del pasado sábado 9 de diciembre en el Emergente Almagro. Pero La Chancha Muda cerró un año muy fructífero y animamos a resumirla -desde distintos aspectos y emociones- en dos conceptos: amor y aguante de verdad. Por parte de esos fieles seguidores que hacen lo posible para estar presentes en donde la banda se plante y por parte de los pibes –y amigos- que revolucionan y movilizan la cabeza y el corazón de unos cuantos a penas pisan el escenario. Y qué aguante… Del más sincero y leal.
Sobre las calles del bar, con el comienzo del show acercándose, se respiraba ansiedad, nervios y alegrías. También un clima familiar, que se dejaba entrever en los abrazos y en esas sonrisas espontaneas que uno va regalando cuando realmente siente el alma bailando de felicidad. La recompensa a tanto esfuerzo proveniente de esta banda oriunda de Parque Chacabuco, estaba ahí; en esos pibes que hacían lo posible para que nadie se quede afuera, en esos amigos (que quizá se toparon hace un tiempo en la misma circunstancia como desconocidos y fueron sembrando una amistad a lo largo de encuentros y emociones compartidas) que no dejarían que nadie se pierda de una fiesta como la que se estaba por vivir. Porque en esos actos se manifiesta el rock, en ese compañerismo por el de al lado.
Con la madrugada ya asomada, se empezó a conformar una fila donde todos fueron entrando lentamente. De a poco se pudo observar una sala totalmente llena, con algunos ojos brillosos que se posaban en ese escenario donde unos amigos se pararían a manifestar su lucha entre acordes y verdades cantadas. Ni el calor podía cortar con la energía que se vivía ya ahí dentro. Claramente, algunas cervezas le hacían frente, y también se encargaban de calentar esas gargantas que estaban predispuestas a soltar las palabras que fueran necesarias para ser oídas. Y… Que las velas ardan hoy, ¿no?
La Chancha Muda salió a la cancha, jugando más fuerte que nunca, y haciendo sonar “Un gran engaño”. Y ya estaba todo cantado, esta fiesta recién había comenzado.
Es increíble cómo, desde lo musical, manifiestan ese mensaje que siempre se encarga de perseverar entre ellos, ese que deja en claro el compromiso social que los marca. Si hay algo por lo que esta banda se caracteriza, es por la constante lucha ideológica que tratan de reflejar en sus canciones. Verdades gritadas por la voz de Gonzalo Pascual, nos muestran tristes realidades.
Los cantitos no pudieron faltar en ningún momento de la noche, pero los más eufóricos se hicieron presentes en un “Vamo´ La Chancha” con “La Penitencia de la mosca”.
El Chiquero (seguidores de La Chancha Muda) hizo del show un carnaval. Arriba o debajo de los hombros de sus amigos, todos bailaron hasta el cansancio. Portaban con ese entusiasmo que contagiaba y alegraba. Y el premio para ellos, estaba ahí, arriba de ese escenario, con un grupo de amigos que abrazaba (y desestabilizaba al mismo tiempo) en cada estrofa. Con una banda que jugaba y goleaba de local y visitante.
Siendo (y mostrando) adrenalina pura, la noche cerró con la siguiente seguidilla de temas: “Mar de Fueguitos”, “La Escena”, “Bicho Raro” y “La Tarantela”. Y, sin lugar a duda, a esta última canción, la bailaron todos.
Aunque no se haya hecho explicito el lugar del próximo reencuentro, podemos decir que el 29 de Diciembre, será el real cierre de año de la banda. Sólo queda esperar para volver a festejar, porque, sin dudas, con La Chancha Muda todo el año es carnaval.
FOTO: Ariel Chavez.