La música contiene un valor muy preciado para muchísimas personas. Es un medio de expresión donde todos nos identificamos con la letra de alguna canción, donde lloramos por algún recuerdo que se esfumo, o simplemente nos reímos conteniéndonos en un abrazo que alguien ajeno nos prestó. Las canciones son destinos ya escritos, viejas historias que se dejan conocer en la voz de algún amigo, compañero, o desconocido. Son experiencias ajenas que nos tocan el alma hasta sentirlas propias. Sí, todos somos una canción en especial. Aquella que retumba en nuestros oídos todos los días, aquella que simplemente nos hace sentir vivos de una manera nueva y especial. Un maravilloso reencuentro con uno mismo.
Simón Basta comenzó a escribir este destino hace diez años atrás, regalando anécdotas, sueños, amores, desamores y experiencias en sus canciones. Con acordes diferentes, con músicos nuevos, con vidas con muchísimas reformas y cambios, pero ahí, siempre escribiendo y transmitiendo al fin. Y por eso el sábado 19 de Agosto, tuvieron su merecido festejo junto a sus seguidores donde hicieron explotar Niceto Club.
La noche empezó muy arriba con “Intentar”, donde todos se llenaron de vida. Hubo momentos para las risas, para las lágrimas, para los bailes y para los abrazos, pero por sobre todo, esta noche, se caracterizó por la energía y amor que transmitieron todas esas voces que se unieron en simples sonrisas y miradas que reflejaban a un par de amigos que estaban arriba de un escenario luciéndose de la mejor manera.
El propósito de la música es también el de transmitir y llegar a tocar lugares que uno desconoce. “Soy”, es el claro ejemplo de esto. Varias chicas se subieron en hombros de sus amigos e hicieron de esa canción alguna vivencia propia. Quizás algún recuerdo que divagaba en sus cabezas. Sus rostros contenían una mezcla de felicidad y angustia. En eso se resumía todo. En un festejo propio y único. Y sí, estos pibes lo habían logrado. Le tocaron el corazón a más de uno.
El show fue una montaña rusa de emociones. Llenísimo de sorpresas (y globos que caracterizan estas grandes fiestas). El encuentro pactado ese sábado, venía cargado de expectativas. Así fue como algunas de ellas se fueron cumpliendo con el desenlace de la noche. Dos temas nuevos se dejaron oír por primera vez, y como era de esperar, sus seguidores respondieron con una emotiva sonrisa.
Varios corazones unidos latían al ritmo de cada estrofa. Lo que se vivía era increíble. Se derrochaba amor y gestos de una unión imparable en cada rincón donde se mirará. Y en este cálido ambiente familiar, no pudo faltar alguien que fue muy importante en el trayecto de la banda. Fue así cómo Santiago (ex bajista de Simón Basta), subió a acompañar a sus amigos en “Tropiezos”. Y no hay dudas de que estos pibes seguirán sin descanso, rompiendo las barreras que haya que romper. Con amor y compromiso, hasta lo imposible se hace real. Focalizando y materializando aquel sueño que hasta hace diez años atrás, tan sólo era el de un par de amigos que se juntaban a tocar. Hoy este sueño, no sólo lo empujan los de arriba, sino también aquel público fiel que lo hizo uno propio.
Esta hermosa fiesta iba llegando a su fin. En pocas palabras pero con muchísimos sentimientos desvestidos, Toti (voz y guitarra) anunció que en poco tiempo va a ser papá. Fue casi imposible no evidenciar las lágrimas que se dejaban entrever en algunos, y menos cuando “Vivo” se encargó de cerrar la noche.
Diez años no son nada, ¿no? Simón Basta te brinda un mundo, donde abrís una puerta y te rodeas de sentimientos que creías dormidos. Emociones capaz de refrescar viejos recuerdos. De seguir escribiendo nuestro destino, siempre que podamos. De eso se trata. De caminar al lado de lo desconocido y convertirlo en experiencia. De crear, recrear y volver a crear. El sueño de este grupo de amigos comenzó hace años atrás y hoy se hace más real que nunca.
FOTOS: Carla Lucero Tobar.
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