Era el final. “Algunos de ustedes seguro no existían cuando hicimos el último show”, decía Iván Noble mientras invitaba a todos los hijos de los integrantes de Los Caballeros de la Quema al escenario para hacer los coros de “Oxidado”. No pudo contener las lágrimas, ni él, ni sus compañeros, ni la mayoría de las más de veinte mil personas que se acercaron al Estadio Único de La Plata el pasado viernes, en el marco del Festival Provincia Emergente. Casi dos horas antes, en el saludo inicial, se había jurado no llorar, pero no lo logró. Ni él, ni nadie.
Esos rumores que circularon hace pocos meses eran ciertos. No se olvidaron de volver. Se supo la fecha y lugar. Y las preguntas empezaron a deambular con los días: ¿cómo volverán? ¿Por qué? ¿Cuánto? “Un solo show” fue la premisa de siempre. Así que no podíamos faltar.
De La Gran Piñata amenizó la velada con todo su poder y una clara muestra de su cada vez más ascendente camino. Su cantante Pantera Giuliano se mostró conmocionado y muy agradecido de estar allí en esa noche, desnudando su gran cariño por la banda del Oeste. Canciones enérgicas y a la vez cálidas, generaron un perfecto soporte para el momento más esperado.
“Volver con la frente marchita” dijo el tango que acompañó a viejas fotos hasta que “Pejerrey” y “Patri” volvieran a sonar después de quince años. La poesía callejera y perdedora de los ’90, con historias que tanto nos identifican, estaba de nuevo entre nosotros. La primera gran ovación llegó al instante con la intro de “Todos atrás y dios de 9”. Y entonces empezó el juego de actualización de letras que siguió durante toda la noche: Amy Winehouse por Sid Vicious, Messi por Maradona, AFIP por DGI, Córdoba por Gesell, Donald Trump y algún que otro iPhone por ahí. Los Caballeros estaban de vuelta, y rompiéndola toda.
La lista fue perfecta. Una insuperable combinación entre hits radiales, hits internos (como se encargó de resaltar Noble antes de que suene “4 de copas”) y algunas perlitas más desconocidas, como la oscuras letras de “Sangrándonos” y “Gusanos”.
“Este tipo de canciones no son para estadios”, se mofó el cantante, emocionado y con el pecho muy inflado luego de que haya pasado uno de los mejores momentos de la noche. El silencio se había adueñado de toda la ciudad en los tan largos como bellos más de siete minutos de “Mientras haya luces de bar”. Y como para coronar un combo tan raro como perfecto, llegó de toque “Rajá rata”, que sonó perfecta y con un poder exquisito, resaltando como nunca antes en sus veinte años de existencia. La gran performance de los vientos, certeros durante toda la noche, fue cómplice de este gran resultado.
La preciosura de “Fulanos de nadie” pudo haber sido ideal si el bandoneón no hubiera tenido problemas de sonido, porque esa letra que nos toca tan de cerca a todos (hombres y mujeres) nos hizo llorar una vez más. “Lo que nos cura se va, se queda un rato, nos mima, nos miente y después se va”. Por cierto, ¿cuántos llantos vamos a esta altura?
La nostalgia de un final con “Carlito” tenía que ser parte de la noche, sin dudas. Pero faltaban esas que sabemos todos. “Celofán”, otro hit interno que no podía faltar, precedió a “Avanti Morocha” que a tantos años de haber sonado insoportablemente en las radios nos recuerda el temazo que es.
Y entonces sí. Los niños en el escenario, “Oxidado” y más, y más lágrimas. Estábamos todos realmente hechos, no queríamos ni más ni menos. Entre los veinte mil nos mirábamos las caras como no pudiéndolo creer, sorprendidos demasiado para bien de lo excelente que la habíamos pasado. Casi que ya no nos importa si no hay otro show, porque este fue perfecto. No es chamuyo, Los Caballeros de la Quema la rompieron toda y tocaron de puta madre. Nos transportaron a los de treinta y pico a nuestros años gloriosos, pero sonando mejor todavía. Cantamos esas letras que tanto nos identifican y entramos en un oasis temporal. Y los pibes que no los habían visto nunca entendieron todo lo que les habían contado.
Esas ganas borrachas de volverlos a ver se satisficieron. Es que ya sabemos que en esta vida lo que nos cura se va. Todo lo que venga de ahora en más será yapa. Y si no viene, empezaremos de a poco a pedirles una vez más que no se olviden de volver.
FOTO: Joaquín Caballero.