Se arma Bardo con lo nuevo de la banda Menta. Luego de varios años y cambios de formación, la banda lanza su nuevo trabajo discográfico que cuenta con siete canciones que fueron mutando y cambiando con el tiempo, desde aquel momento en 2013 cuando salió a la luz su primer EP.
“Con el correr del tiempo, y sobre todo en los primeros años de un proyecto, la transformación es prácticamente constante”, explica el cantante y guitarrista Martín Barragán. “Siempre que hubo un cambio de formación vino acompañado de las propias características de los nuevos integrantes y su efecto en el grupo, así como también la incorporación de nuevos elementos para trabajar”.
-¿Y cómo se fue armando Bardo?
-Una vez decidido el repertorio, los temas que fueron surgieron luego de realizar el primer disco y algunos que quedaron afuera de dicho trabajo, «Bardo» primero se pre-produjo, momento en el que se plasmaron las ideas trabajadas en la sala para tomar cierta distancia y analizarlas globalmente. Así se fueron decidiendo primero matices, cantidad de vueltas, momentos en general, para luego desembocar en ideas tímbricas, texturas y sensaciones que se deseaban generar. Luego se pasó al estudio en donde se grabaron las bases, luego guitarras, teclados y por último voces. Fue grabado, además del estudio (Afro Recording Studios, Lanús, Bs. As.), en Lucy, nuestra sala de ensayo y Palo Santo, estudio de Facundo (guitarrista). Luego comenzamos las mezclas y decidimos generar ambientes orgánicos, reales, en lugar de procesar todo digitalmente. Así re amplificamos baterías y voces en hall, garage y sótanos, logrando ambientes únicos. Las mezclas siguieron en Palo Santo y luego pasaron por los oídos de Hernán Calvo, que ofició de consultor de mezclas. Finalmente el mastering estuvo a cargo de Fede Fragalá en Puro Mastering.
-Claramente hubo un proceso de muchos cambios entre el EP y este disco, ¿Bardo era el nombre perfecto que le quedaba a este trabajo por todo el camino transitado?
Sí, algo así. «Bardo» era un término recurrente para describir muchas situaciones del grupo, casi siempre ligadas a lo técnico. Luego se pasó a un plano filosófico que le terminó de dar el marco ideal. Los bardos tibetanos, del «Libro tibetano de los muertos».
-¿Qué sienten que queda de aquel primer trabajo de 2013?
Somos los mismos compositores. Queda la idea de hacer canciones que transmitan cómo nos pega lo que vemos de afuera y lo transformamos dentro y viceversa. Quizás en vez de pensar que algo «queda» podríamos decir que algo se va consolidando cada vez más: Menta.
-¿Hay planes para shows en vivo? ¿Cómo viene esa cuestión?
Sí, sobre todo para cuando vuelva un poco el calor a la ciudad. Por el momento estamos por lanzar en video la presentación de «Bardo» a cargo de Lets Risk It, un grupo de gente que hace audiovisuales increíbles. Luego vendrá otro audiovisual de «Bardo» en vivo desde Mawi Road, grabado por Mariano Bilinkis y también con la gente de Lets Risk It, producido en conjunto con ellos. A la vez estamos llevando al quinteto un montón de ideas para nuevas canciones.
-¿Cómo ven la escena musical en la actualidad?
-Hay muchísimos proyectos y muy buenos. Hay cosas que se parecen mucho a otras que son muy lindas y otras que no se parecen a nada que al principio, justamente por esta cuestión, puede no gustar pero muchas veces terminan volviéndote loco. También hay cosas horribles, necesarias para poder comparar y saber dónde estamos parados. Siempre me gusta marcar esto de la comparación y la referencia, más allá de que «sobre gustos no hay nada escrito» y no tiene por qué tener una explicación.
-¿Y en lo extra musical?
-Es amplísimo, si tomamos por ejemplo el tema de la difusión, podemos observar dos grandes cuestiones: por un lado Internet, las redes sociales, lo instantáneo y el flujo inacabable de información alrededor del planeta hace que tu música pueda llegar a cualquier lado que ni te imaginás. Pero, a su vez, esta facilidad hace que la data sea tanta, tanta pero tanta, que se hace imposible escuchar todo, y en ese recorte quizá algo interesante se escapa y nos hace «perder el tiempo» alguna banalidad. Si hablamos de los espacios para mostrar lo que hacés, los lugares para tocar, estamos jodidos. Es difícil encontrar un espacio que te traten amablemente en cuanto a los arreglos económicos y técnicos. Es difícil cortar tíckets para financiarlo todo y esto, creo, tiene que ver también con esta oferta interminable de propuestas más que interesantes. El mercado es nuestro enemigo, un empresario prefiere un boliche que lo hace vivir de las consumiciones de la barra, en lugar de equiparse y preparar acústicamente (aunque sea algo mínimo) para recibir música y propuestas artísticas de todo tipo. A su vez no nos queda otra que dialogar con el mercado porque lógicamente necesitamos recursos para poder producir.