Luego de haber presentado “A Mil” en El Estadio Atenas, jugando de locales, la segunda parada para ésta banda sería el Teatro Vorterix.
La música es una compañía agradable para todos. Muchas veces nos invita a hacer los viajes más cortos y festivos, otros tantos esos acordes presentes son el viaje más largo y dulce del que nadie quiere bajarse. Las canciones pueden transportarte rápidamente hacía un lugar, un momento, una persona. Un viaje sin retorno. Eso es parte de lo que se vivió esa noche, una magia incandescente que se contagiaba apenas cruzabas las puertas para entrar. Porque si, el amor no cabía en ese teatro. A más de uno se le llenó el pecho de orgullo y el cuerpo de eso, de amor. En su estado más puro. De ese que se transmite sin darse cuenta hasta con una simple mirada o sonrisa. Cruzando el Charco era locura y descontrol entre un par de muecas de felicidad.
Antes de que la banda platense subiera al escenario, Viejo Farol se encargó de dar comienzo a la noche y convirtió el ambiente en un lugar mucho más cálido y familiar. La fidelidad de su público se observó cerca del escenario donde hubo un lazo permanente con la banda y quedó en evidencia la alegría compartida por semejante fecha esperada (y merecida). Una intensa conexión que permitió a la banda deslizarse por todas sus canciones con una convicción y comodidad increíble en todo su set.
Algunos se seguían acomodando adentro, buscando amigos entre cervezas y abrazos. Otros iban entrando, con los sentimientos y ansías a flor de piel.
El grupo de amigos salió a comerse al mundo con un teatro casi lleno con “A Mil”. Las luces eran un espejismo del brillo que emulaban los ojos de los seguidores. Algo único y tan propio de alguien que siente admiración por lo que tiene en frente.
La noche ya estaba en pie y la fiesta había que ir generándola de a poco. El primer invitado fue Joaquin Varela (voz en Jeites), quien nos deleitó con su compañía en “Conformarse”. Pero la lista de los mismos no terminaría acá. Un poco más tarde Lucas Lauriente, subió a hacernos bailar acompañando al grupo con “Encontrar”. Sí, el mismo camino esa noche nos juntó a todos. La misma fiesta nos convocó a encontrarnos (y quizás en algunos aspectos reencontrarnos) entre las manos acogedoras de algún amigo para bailar. Los gritos aumentaron e hicieron vibrar todo el teatro cuando Sergio Poli (violinista que tocó con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota) escoltó a Francisco en “Un disparo” e “Inmortal”.
Uno de los momentos más emocionantes de la noche fue cuando llegó la hora de que suene “Volver a nacer” donde Francisco recordó el show de La Plata. Las chicas se subieron en hombros de sus amigos, y algunas con lágrimas derramadas entre sonrisas, cantaron con una pasión que te hacía sentirla propia. Una postal a la que todos quisiéramos volver.
Con la llegada de “La Tercera en discordia”, el último invitado de la noche fue Juanjo Gaspari (guitarra en Salta La Banca). Un logro así no es fiesta si no se comparte con amigos. ¿Quién más para brindar con semejante felicidad?
Y es así, acá bailamos todos Rock pero cuando los acordes llegan con cumbia de la mano, nadie se puede resistir. La banda tocó una seguidilla de canciones donde todos se manifestaron bailando. Con una lista bastante extensa y exquisita, los amigos de Cruzando el Charco amagaron a cerrar con “¿A donde están?” pero aunque el telón se cerró, ese no fue el fin. El grupo volvió a plantarse en el escenario y a bailar al ritmo de “Libertad”.
Con mucho empeño y compromiso, Cruzando el Charco va dejando huellas en cada lugar donde se plante, instalándose así, cada día, en el corazón de muchísima más gente.