RaizArbol: «Cada vez hay menos obstáculos para compartir el arte»

Con varias bandas a cuestas a través de los años, sumado a música en plan solista, Jerónimo Verdún encuadra una nueva propuesta con RaizArbol, proyecto musical que nace en este 2016 con la edición de su disco debut, Remontando Paracaídas. Allí, una mezcla de estilos con el rock, el jazz y el funk más al frente, logra conjugar un sonido placentero y llevadero, con una lírica que acompaña y también logra llamar la atención.

“Fue un proceso intenso”, resume Jerónimo, y al instante comienza a explicar todo el trabajo de producción del flamante material:  “Las canciones ya existían y sobre eso se tomaron decisiones tanto artísticas, como burocráticas, muy definidas, más que nada a partir de la llegada de nuestro manager”.

-Y llegó entonces la grabación.

-Un mes de ensayos intensivos y pre producción, definieron el audio y la obra desde un concepto. El disco en su totalidad se grabó en cuatro días. En abril entramos a Romaphonic durante dos días a grabar las bases (baterías, bajos y guitarras eléctricas y acústicas), luego en Estudio Humano se grabaron las voces de los doce temas en un día, más algunos coros. Y por último en Mi Cuarto se terminaron de grabar los coros y se grabaron las percusiones.

-En la música de RaizArbol se nota un componente fuerte de identidad musical con varios artistas clásicos nacionales. ¿Creen que en los artistas de hoy existe una búsqueda por una nueva de identidad musical, con matices lógicos de la época y al contexto del que vivieron los grandes maestros de la música popular argentina?

-Creemos que sí, se viene un cambio, y tanto las bandas como la gente que es amante de la música, está dispuesta a escuchar y despertarse. Si bien sigue habiendo facilismo en el «negocio» y mucha gente se conforma con músicas sin contenido, creemos que hay bandas desafiantes hoy día. Entre ellas, podemos nombrar a Huevo, Sig Ragga, Eruca Sativa, Valbé, Picado Grosso, Marilina Bertoldi, entre otros.

-Pertenecimos a una etapa donde comprar el disco, escucharlo, abrirlo y ver el arte de tapa era todo un ritual. ¿Cómo viven hoy la contraposición hacia lo que significa hoy en día escuchar música?

-La música es música, hace 150 años era vivenciada en los conciertos únicamente. Los nuevos paradigmas tecnológicos fueron abriendo puertas y a su vez descartando medios para conectarse con los músicos a través de radios, cassettes, vinilos, CD’s, entre otros más o menos populares. Hoy en día, no hace falta nada de eso. El músico se vale de sus propias tecnologías y redes para llegar a la gente, y eso es bueno, al menos para nosotros, en contraposición de lo que quiere el productor discográfico de discos masivos. Creemos que hay que rever un poco lo que se le exige al músico independiente desde los organismos y/o entes que regulan la «legalidad» de nuestros discos. Sabemos bien que hay un claro arraigo desde las grandes corporaciones multinacionales a este tipo de procesos de fabricación, entre otras cosas, que son muy caros, y se la hacen difícil al músico independiente. Estamos esperanzados al respecto, y buscamos cambiar el curso de las cosas.

-¿Y qué piensan sobre esta nuevas formas de acceso ilimitado y digitalizado? ¿Les ayuda o perjudica al producto final?

-Lo que quiere todo artista, consciente o inconscientemente, es que se lo escuche. Si se gana o no dinero tiene más que ver con otro tipo de ambición. Todo músico en cualquier parte del planeta, y esto lo digo con total seguridad, sabe aprovechar las herramientas con las que puede hacerse oír, y de no saber hacerlo, lo consulta con algún colega. Estamos conectados, estamos con un mismo norte, y cada vez son menos obstáculos para hacer y/o compartir arte, y eso es esperanzador, porque el nexo entre la música y lo masivo, hoy en día, ya no es más un tipo con una oferta que no podés rechazar, en la cual se incluyen los derechos de tus canciones. Ahora es un tipo que te dice «Deja acá tu música, que sola se comparte, además te decimos cuanta gente la escuchó y esa gente se puede comunicar con vos para decirte cuanto le gusta lo que hacés». Y todo esto, claro está, es gratis.

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