Sig Ragga: Yo no quiero ser un producto más

Sig Ragga representa una corriente artística. Identificarla sólo como a una banda más sería minimizar tantos otros matices que se encuentran en su obra.

Con 40 minutos de retraso respecto a la hora pautada para el inicio del show, con la criticable utilización exclusiva para la gente “V.I.P” de los palcos superiores del teatro y notando cierta impaciencia generalizada, comienzan a sonar los samplers y un pequeño preludio al tema “Orquesta en descomposición”, perteneciente al disco homónimo lanzado en el año 2009 y reeditado en 2011. Así abrirá el espectáculo, el cual constará de dieciocho canciones con las que estos brujos se dispondrán a hacernos alucinar constantemente.

Los cuatro perfectamente alineados, pintados y con túnicas blancas, como casi siempre, dan la sensación visual de un Aquelarre, que además de ser el título del último disco (editado en el año 2013), por definición del diccionario es una “reunión nocturna de brujos y brujas”.

Es así, la música que hacen podríamos definirla como indefinible (permitan esta dicotomía), ya que se puede sostener en una base reggae, clásica, de jazz o rock, y todo eso junto va acompañado de cambios de melodías, contrapuntos y sorpresas armónicas.

Gustavo Cortés, voz y teclados, es un maestro de ceremonias atípico. Casi se podría decir que goza de un halo místico. De pocas palabras hacia el público lo dice todo con los dos instrumentos que ejecuta. Sin lugar a dudas un melómano que denota en lo que toca las influencias más variadas.

Nicolás González es un guitarrista tan metódico como prolijo. Sus guitarras están muy bien trabajadas y cuidadas. Sin lugar a dudas se podría centrar la atención y escuchar la fineza de sus solos, arpegios o arreglos.

En la base, el bajista Juanjo Casals le da profundidad y groove teniendo un papel fundamental en el sostén de esta música, y el baterista Ricardo Cortés es el nexo fundacional que hace que lo melódico y lo rítmico sean armoniosos.

Sig Ragga goza de una popularidad y una libertad musical poco vistas en el ambiente. Eso los hace una banda impredecible e irresistible para los que la disfrutamos. Con la nostalgia de saber que no volverán a tocar pronto por estos pagos, ya que su base de operaciones es en Santa Fe y se suma la finalización del tercer álbum, esperamos que el próximo aquelarre nos hechice nuevamente.

 

FOTOS: Daniela Milana.

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