Miss Bolivia: Bien Warrior

Se abre el telón y el escenario se muestra semi vacío. Iluminado, sí, pero no de manera apabullante sino con luz cálida. Primero aparece corriendo un conjunto de bailarinas. Música al mango, shortcitos de jean, medias de red, brillitos, contorsiones y perreo. Todo muy performático. Todo muy caliente. Arriba y tímidamente abajo. Aplausos y retirada del ballet. Sin aparecer en escena Paz Ferreyra irrumpe el espacio. ¿Están ahí? La respuesta es un afirmativo grito distorsionado. Vestida de negro, con su cuerpo y voz menudita, avanza por el escenario como avanzan los rumores: con afirmación. Se pone al borde de la tarima y detrás se ubica la banda: un dj, dos caños de vientos, un órgano y un percusionista. A su lado, Señorita Carolina, su eventual corista. Todo está enchufado. Doble click en la pista uno y se dispara “Tan distintos”. El público se une con el puño en alto. En Vorterix, Miss Bolivia está en acción.

Miss Bolivia es un crisol de brujerías musicales. Ahuyenta a la gilada y fomenta el amor al ritmo de la cumbia, el hip-hop, el funk y el dancehall. Y no es que uno quiera prolongarse en una discusión sobre forma/contenido pero Miss evidencia que para ser cantante no solo hay que cantar sino que hay que saber decir. Su estilo no es añadidura ni frigidez lingüística, al contrario, se mueve liviana y deja que su espíritu se ejerza sobre el discurso.

A lo largo de dos horas no se privó de nada. Hubo amigos invitados, Sofía Viola y Mojo (bajista de El Kuelgue), entre otros. Se cambió de vestuario, presentó un adelanto de otra banda que está formando,  y le dedicó un segmento exclusivo a la gente de mierda:

“Yo puedo entender, soy comprensiva, tolerante y todo el protocolo pero nunca voy a entender que te hagas ratti”. Bien warrior y el cover de «Gente que no» fueron los temas elegidos para el festejo más eufórico. Para los que quieran comprobar mi subjetividad, el año que viene el recital será editado en formato DVD.

Hay un texto de Sartre que dice: “El escritor haga lo haga está en el asunto. Comprometido. Su época está hecha para él y él está hecho para ella” [1]Y Miss dentro del recital -y naturalmente dentro de su obra- le dio lugar a canciones como “Rap para la madres” y “Gracias Lemanjá” e hizo mención a la consigna Ni una menos o al (poco efectivo) Amor Sí, Macri No.  De alguna manera, sobre todo en esa parte comprometida con las internas sociales de Latinoamérica, Miss, cuando escribe sus canciones, ensancha el camino que abrió Toto La Momposina, Leda Valladares, Chavela Vargas o Mercedes Sosa. Y como sus compañeras de troupe, las Kumbia Queers, Sara Hebe o Alika, tiene la urgencia y el lenguaje de la calle. Por obstinada y/o convencida le escapa al estancamiento de las clasificaciones y se pone bien warrior para inquietar a la masa popular.

Sobre el final agradeció a todos (Pocho, La Pantera, incluido). Posta, dedicó algunos minutos y puso a prueba su mente para no prescindir de ningún nombre o figura. “Gracias al teatro, me hubiese gustado que me den una nota para la radio, pero bué…”. La tiró sin tapujos. Corta. Pidió una selfie con la banda y agradeció a “Dios que es la música y a la música que es Dios. El amor salvará al mundo, lo demás es gilada”.

Y se fue. Así, bien warrior.

 

FOTOS: Lucía Belén Capón

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[1] Sartre, Jean Paul. ¿Qué es la literatura? Losada. Buenos Aires. 2003

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