Buenísimo: Nadie quiere bajar

Entrar a un recital tocando timbre no tiene precio. La Cultura del Barrio es atracción por sí sola. Y más un jueves, en este infierno de ciudad, aislarse de toda la mierda vertiginosa, conformista y capital. Ingresar al patio de la casona, pedirse una cerveza, perderse en la feria independiente del Rey Larva, y que el lúpulo y el thc te empujen a pelear junto al Che en Congo, ante la atenta mirada del Petiso Orejudo, el carcelero padre de Roberto Pettinato y el prócer Simón Radowitzky, ¡todos de pie! Risas, y por la compra de tres libros, dos de regalo. Osvaldo Bayer no lo puede creer.

Los acordes de la banda que abrió se acaban con el primer cristal verde, y previa adquisición del segundo, arranca Buenísimo. El desenfreno que provoca “Me siento tan bien” sacude diecinueve cuerpos sonrientes. En la oscuridad de la pieza vuelta recinto recitalero, un loco bendice a casi todos con el haz de su linterna, y rebota en los lentes oscuros de Mariano Ludueña, cantante y frontman etílico, también conocido como “Hacha”. El concierto se vive a través de esos anteojos, su gestualidad comparte locura y penetra en las extremidades de todos, y durará mínimamente hasta el domingo, o para los valientes toda la vida.

Rey Larva alza en su mano una cerveza, aprobando esos pasos del Hacha que traspolan a Mick Jagger al barrio de “Constituyon”. La Cultura del Barrio se vuelve un tren fantasma, y Buenísimo canta “Todas quieren subir”. Ya se fue todo al carajo, no se respeta la lista de temas, desconocidos comparten bebidas, se fuma, se canta y se rockea. El cronista no sabe si “Es tarde” de Riff terminó sonando o no, pero da fe que en la lista estaba.

Alguien del público se sube a cantar una canción, Hacha baja de la tarima y se abraza con otros. La banda deja que el cantante haga y deshaga a su antojo, el tipo tiene el don de comunicar y contagiar. Las canciones se terminan, quizás “no me importa nada” fue la última, después de “Facha” con su particular estribillo, y “Dura” que no necesita más explicación.

De vuelta en el patio los músicos de Buenísimo se muestran satisfechos, todo el mundo anda buscando un cigarrillo. Rey Larva intenta que la joda siga y propone un lugar cerquita al cual ir en taxi. Ni rastros del jueves. Hacha reparte unos pines, y aún con los instrumentos en sus fundas, sigue liderando la locura.

 

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