Es sabido: un recital de La Renga empieza mucho antes que el recital en sí. Desde el viernes a la tarde comenzaron a verse remeras y algunas carpas se instalaron en la entrada de la ciudad de la famosa piedra movediza. El sábado amaneció muy soleado y con una temperatura casi veraniega, y los mismos de siempre comenzaron a copar. Micros, autos con parlantes estallados de volumen, banderas, parrillas y heladeritas se apostaron por la zona del dique y en las inmediaciones del hipódromo, donde también se desplegó un auténtico shopping rockero que ofrecía desde patys (en gran cantidad), hasta remeras, vasos, cuadros, ropa para bebés y otros menesteres rengos.
A las cinco y media se abrieron las puertas y aparecieron Perra Negra, La Ricarda y La Rockabilera del Sur, las bandas soporte que amenizaron la espera mientras el sol caía en la ciudad. El escenario imponente con la artística de Pesados Vestigios (2014), el disco que se iba a presentar por tercera vez, no desencajaba con lo enorme del lugar. Cuarenta minutos pasadas las nueve de la noche (horario pautado para comenzar el show), las luces se apagaron y los acordes de “Corazón Fugitivo” empezaron a sonar.
El sonido fue impecable al igual que la voz de Chizzo durante las casi tres horas de show (algo que se venía repitiendo en las últimas presentaciones y que acá se dio aún con la contra de lo abierto del lugar). El último disco se escuchó entero, pero aparecieron clásicos como “Tripa y Corazón”, “A tu lado”, “El rey de la triste felicidad”, “El twist del pibe”, “Oportunidad oportuna”, “La razón que te demora” y “Arte Infernal”. Uno de los momentos más lindos de la noche fue cuando junto a Ricardo Soulé (ex Vox Dei) y al guitarrista Nacho Smilari apareció “Triste canción de amor”, un hermoso tema de El Tri, que La Renga reversionó en A dónde me lleva la vida (1994) y que pocas veces suele interpretar en vivo. El cierre arrancó tranquilo con “Masomenos blues” dedicado al recientemente fallecido B. B. King, pero siguió con todo el sentimiento de “El final es en donde partí” y el emocionante clásico final de “Hablando de la libertad”.
La salida del hipódromo iba acompañada de música que salía de las casas de la zona, cuyos dueños aprovechaban la noche para vender bebidas, comidas y hasta ofrecer el uso de sus baños. En la Avenida Actis, muchos vidrios rotos y vallas tiradas eran la evidencia de los incidentes (ya lamentablemente clásicos también) que habían ocurrido a la tarde cuando varias personas intentaron ingresar sin entrada, y que dejaron de saldo algunos detenidos y afectados por gases lacrimógenos y hasta balas de goma.
En un rincón de las sierras unas veinte mil personas vibraron en un nuevo banquete. El domingo todavía se veían algunas remeras, banderas, carpas y las calles evidenciaban un basural resabio del día anterior. Ahora será el turno de Chile y Tucumán, y de estar atentos a cómo sigue esta gira que recién comienza y que vale la pena disfrutar.
FOTO: El Eco de Tandil.