Pampa Yakuza: Costumbre por sentimiento

Normalmente uno cree que la costumbre no es buena. Cualquiera que haya sido absorbido por la tediosa rutina del día a día en la metrópoli, puede dar fe de ello. ¿Nadie concuerda acaso, con el «siempre la costumbre va matar al placer»? El hábito, esa repetición de los mismos actos ininterrumpidamente, atenta con los verdaderos sentimientos que uno tiene al encarar una acción determinada. La costumbre encierra, encasilla y puede teñir con los colores del hartazgo  a los placeres del ser humano.

En el marco de un marzo que pierde sus últimas páginas, Pampa Yakuza vuelve a La Trastienda, mítico local de San Telmo que supo cobijar varios carnavales de la banda de Liniers,  y que hace tiempo no los recibía.

Apenas arrancado el domingo comenzó a sonar una base funk que acompañó la apertura de telón y a un nuevo encuentro yakuzero. Sonaba “Si vos estás” y bien pegaditas salieron a escena “Buscando sin esperar”, “Tóxico – próximo” y la cliché “Mundos matungos”. Cuatro temas con once años de diferencia de la primera a la última, dando pauta del camino a tomar, con una banda con mucho recorrido y con una gran amplitud de repertorio para ofrecer.

“¿Querés ver guita?” pregunta Lucho Katz y una galera de dólares lo viste para la milonguita “La danza de los perdidos” que cuenta con el primer invitado de la noche, Mariano Godoy en el bandoneón, quién participó también junto a Rama Sotamanga (Quixotes) aportando la guitarra española para “Costumbre o sentimiento” a continuación. La sección Invitados de la noche, la completó (el ya habitué personaje) Juan el Moskito dándole rienda suelta al rap de “Skapando a los ’90”.

Los temas pasan uno atrás de otro, como una catarata desenfrenada que le deja muy poco tiempo a los presentes para reponerse entre uno y otro.

Promediando la mitad del show, y luego de un pequeño intervalo, Hernán Saravia toma seriamente la palabra por primera vez en la noche y presenta a “Serena” que junto a “Dichos” forman parte de la bajada de decibles y son previas para “Sincero Perdón”. Ariel Viale y Gustavo Vitale salen de la gatera y se mandan al frente para acompañar a todos los pampa, en fila y bien adelante del escenario.

Todo aquel que alguna vez se arrimó a un show de esta banda, puede dar fe de que, cuando suena el charango de “Carnaval para tu desconsuelo”, se genera ya automáticamente una pasarela entre el público que abrazará a los músicos que uno a uno irán bajando para cerrar el show a puro salto entre la multitud. A sabiendas de esto, ni el más viejo yakuzero previó que, Hernan y Yaku Quiroga con sus micrófonos; Lucho y El Gallego Brunetto, con sus guitarras; El Russo Jahni con su Jazz bass y Ariel y Gustavo, redoblante y bombo en mano, se mandaran a una ollita entre el público a tocar tres temas bien cerquita de las seiscientas, setecientas personas que colmaban La Trastienda. “Cuidando el empate”, “Contra las cuerdas” y “Tres minitas”, musicalizaron una comunión que quedará seguramente documentada por la cantidad de flashes y celulares en alto que no querían perderse detalle.

Sonaron las cumbias “Que bien te va!”, “Buena Suerte” y el cuarteto “Amor de Poliéster” para terminar bien arriba una noche inolvidable con el ya clásico dúo “Juntos” y “Carnaval…”. Nuevamente todos abajo, y a terminar la fiesta bien unidos.

Costumbre o sentimiento se debaten siempre al seguir por un tiempo prolongado a una determinada banda. En estos casos, el sentimiento es fundamental. Ese estado afectivo del ánimo que se construye mediante impresiones, sentires. Pampa Yakuza, en una noche cualquiera, quizás inesperada, plantea una renovación constante de ese yo interior que lo mueve a uno a acercarse a donde se presenten, y cuando pareciera que ya no hay nada  que no hayan hecho, redoblan la apuesta siempre por un carnaval más. Es costumbre por sentimiento.

 

 

FOTOS: Daniela Milana.

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