Loquero y Mal Momento: Amor contaminado

¿La feliz? Una tormenta negra contrasta el mote, y es más creíble que cualquier otra imagen que podamos guardar de la principal ciudad balnearia del país. A las trompadas con el marketing, a las piñas con el bondi retrasado que los trae, crecen en la oscuridad desde hace más de veinte años.

Llueve. Dentro del Teatro de Flores no hay refugio. Es imposible ponerse a salvo. Llegan con el agua, escasos minutos antes de pisar el escenario, no hay preparativos, otra más en su historia. Se corre el telón del manicomio, todos atrapados a la fuerza. La tempestad de gorra encapuchada, dos rayos flanquean tronando sin piedad, un huracán al horizonte, el viento azota a ritmo incesante. Loquero, un mar de pogo revuelto, no hay razón que pueda describir.

“Loco, esto se parece a Cemento”. Contento Chary, se refiere al público, que desafía cantando cada canción, inentendibles para quienes no han bailado antes al compás del apocalipsis. Inentendible como la cerveza diez pesos más cara que el fin de semana anterior. ¿No se entiende? ¿Quién está loco? Patricia Pietrafesa suma la borrasca. Una Flor en el Loquero. Fantasmas de la F.O.R.A atacan la barra, pero los patrones no se enteran.

“Esto se parece a Cemento”, repite como un loco. En La Atlántida del punk, en La Isla, se detiene el mundo bajo los pies de los presentes, un segundo después de un vendaval interminable. La tormenta, la frustración de la clase baja, un amor contaminado llegando a su fin. Pero el Loquero no se acaba. Ricky Espinosa se suma en los últimos párrafos. A nadie le dedican esas palabras, sin enojos, sin rencor. Muchos se lo toman personal. El sistema falla, esas cosas pasan. La locura no.

La gaseosa diez pesos más cara que el fin de semana anterior.

“El principio del Final” abrió otra presentación de la mejor banda del mundo. Un arranque con temas viejos, clásicos, como “En tu casa” y “Nena no te vayas”, confirmó que sería otra buena noche para la banda de Hermann. En la historia de Mal Momento la formación ha cambiado mucho, pero no es casualidad que desde hace un tiempito los integrantes se mantengan estables, y las canciones hayan recobrado la vida. El Leonardo Favio del Punk hizo cantar a todos. Nadie se puso colorado hablando de amor.

Cuando la banda suena solo con dos guitarras eléctricas, bajo, batería y la voz de Hermann, recuerda más a su primer disco homónimo, a los años de cassettes, demos y producciones independientes como “El diablo en el Bar”. Y no está mal cuando en algunas canciones acompañan una electroacústica y teclados, aunque quizá sería más apropiado reducir los momentos, o reunir en un mismo bloque todas las canciones que precisen esta variación. De un modo u otro, el público reconoce la personalidad de la banda y disfruta las partes donde se autorreferencian. Como en “Mi espíritu” cuando canta “si puedo salir, de este Mal Momento”, o más meloso cuando en “El amor no es para mí”, hacen retumbar la genial “Mal Momento en los parlantes”.

Una semana atrás en el mismo escenario un cuarentón suplicaba a una piba que se quede en corpiño. A diferencia, Hermann las desviste con sus letras. Contagia a su público, y entre canción y canción se distinguen varias jugadas heroicas de pibes que la batallan al oído, y pibas que lanzan risas teledirigidas. Con las cervezas y el humo, entre temazo y temazo de Hermann, se van consumando algunos besos, algunos rebotes, y todos se unen en un estribillo “Quiero ser tu dueño”.

La mejor banda del mundo también toco “Vida Monótona”, tema de Conmoción Cerebral. Hubiera sido una buena noche para que toquen “Hacelo por mí”. Es que la historia de Mal Momento también es un Loquero. Aunque resulte que los locos “jamás tengan razón”, y los cuerdos se lleven las de ganar. “Corriendo el riesgo” cierran estos párrafos, al igual que se cerrará la noche de Flores.

 

FOTO: Gusi Ramone.

 

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