Domingo a la tardecita. Frío. Nublado. El clima invita a la depresión. Se avecina el lunes tan temido, la gente camina cabizbaja por la calle. Pero en el barrio de Colegiales hay algo que no cuadra. En la esquina de Federico Lacroze y Alvarez Thomas el fernet y la cerveza giran de mano en mano. Las pizzerías, llenas. Cierto clima festivo inunda “la hora de la penumbra”, como diría un famoso relator radial. Kapanga está en la zona, y donde estén los muchachos de Quilmes, la tristeza desaparece.
“No me sueltes” abrió la noche. Ya en el primer estribillo, el piso del Vorterix empezó a sufrir. “Demasiado”, acaso una de las mejores letras de los quilmeños, continuó la partida.
El Mono es un personaje, un showman como los de antes. Arriba del escenario, se ríe y hace reír. Cantó “Remolino” y más tarde “Jefe Max”, una linda letra, optimista, de esas que a uno le sacan una sonrisa. Pasó “El murmullo”, y ahí arrancó el quilombo en serio: “Fumar”, y fue en “Ramón” que voló el primer vaso de cerveza al aire. El primero de unos cuantos.
Los Kapanga tienen buenos amigos: para “Angus Young” invitaron a Walter Meza, de Horcas, y para “Raid” a Karen Pastrana. Por suerte para quienes no gozan de gran resistencia física, de vez en cuando le daban un respiro a los parlantes y bajaban un poco, como con “Miles de ideas”. Pero solo por un instante…
“El loco” fue el preanuncio: con “La Taberna” el teatro tembló. Así de simple, tembló. Antes del estribillo, el Mono hizo delirar al público al ritmo del “¿por qué me abandonaste?”, de Paloma San Basilio, y Maikel se ganó algunos silbidos cuando punteó una de Tan Biónica. Más tarde le llega el turno a Maffia, el baterista, desatando carcajadas en la gente. Los muchachos se divierten y hacen divertir.
Después de “Contramano” vino el recuerdo del fallecido Chespirito y a más de uno casi se le pianta un lagrimón, el cual seguro se terminó de escapar cuando al toque sonó una tremenda y emotiva canción como “Desearía”. “Bailarín asesino” puso a bailar hasta al más tímido, y “Rock”, empezó a cerrar la despedida kapanguera para este 2014.
Con “El Universal” el teatro volvió a temblar y con “La crudita” hasta el más espástico se tentó a moversus caderas. Y finalmente, el broche de oro: “se te nota fachistoide, con olor a represión…”. Suena “El mono relojero” y vibra el piso, las luces, los parlantes…
El último acorde, el saludo, el cierre del telón…
Fin de una tremenda fiesta.
Nostalgia.
FOTOS: Daniela Milana.