La secuencia de acordes correcta activa la primera capa de la sensibilidad corporal que dispara el baile. Es la emoción primaria de los sonidos en vivo, cualesquiera que sean ellos. Así toda persona vibra cuando las armonías invaden el recinto. No importa si es la primera vez o si vieron a cientos de bandas. No importa si fueron de rock, de reggae, de cumbia o de ska. La música es una sola y no necesita ser más que eso, música. En definitiva, ¿a quién le importa cuál es el estilo si lo importante es disfrutar?
Nueve Menos Cuarto tocó en el Roxy el jueves y hasta allí llegaron casi trescientas almas. Desde el barrio de Munro viajaron hasta Palermo para mostrar su ecléctico estilo. Sin prejuicios sus canciones pueden estar cerca del reggae o ser una muestra genuina de rock barrial.
“Con la luz encendida”, “Chacarock” y “Lo que canto” dieron comienzo a la lista de canciones que con efervescencia juvenil buscó contagiar al público. Eclécticos y enérgicos los Nueve Menos Cuarto se hicieron dueños del escenario, rodeados de amigos que aportaron su cuota a la fiesta. En “Un poco de…” fue invitado Pato Yakuza excantante de Desinhibidos, quien puso su voz para acompañar a Matías Landolfi en una fraternal unión. Agustín “Achu” Losada, integrante de Alasdies decoró con su armónica el tema “Atrás del sol”, y sirvió para ubicar la escena en la que los Nueve se anotan.
Las versiones también tuvieron su momento: primero fue “Zamba para olvidar”, clásico de nuestro folclore compuesto por Daniel Toro. Luego, la inédita “La Rosarina” de Las Pastillas del Abuelo (con el propio baterista de esta banda como invitado). Y por último, en una muestra más de lo versátil que puede ser su estilo, “Vuele bajo” de Facundo Cabral, quizás el punto más alto de la noche.
Las últimas canciones traían el anuncio del final cercano. “Si fuera por lo que dicen” y “Tirando a más” iniciaron el último bloque, con Romina Minutola de Parapipou, en trombón y “Juampi” Sparo de Fisión en voces, aportando más matices a un show cargado de energía positiva y voluntariosa.
La secuencia de acordes de cadencia fácil, esa que a veces tiene un poco de gusto a lugar común, se hizo dueña de la noche del jueves. Tal vez desandando el camino de los escenarios, Nueve menos cuarto encuentre hacer más sólidas sus intenciones. O finalmente sea cierto aquello de que la música es una sola y que nada más importa.
FOTOS: Juan Montoreano.