La Chusma: Vindicación del carnaval

La banda de Flores que hace que en sus canciones convivan la murga, el rock y el reggae presentó en el Uniclub su segundo disco: Que se sanen las mentes.

Entre todas las partes de la vida que quedaron truncas durante la última dictadura militar argentina, una de ellas fue el carnaval, erradicado del calendario en 1976 y por mucho tiempo más del que duró el terrorismo de Estado. Cualquiera que haya escuchado hablar, por lo menos alguna vez, del teórico literario ruso Mijaíl Bajtín y de su obra “La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento”, sabe que detrás de esa negación del carnaval hay una significación mucho más profunda. Según Bajtín, el carnaval era una manifestación de la cultura popular –quizás la más importante- que se contraponía a la cultura oficial de la Iglesia y del Estado Feudal, sistema político predominante en Europa en aquellos tiempos. El carnaval era el único momento del año en el que todos eran iguales, en que los pobres tenían permitido burlarse de los nobles y disfrutar como si no existieran las carencias del mañana. Acá, el carnaval también se asemeja a todas esas cosas que una dictadura militar, el cura y el dueño de las vacas miran, mínimamente, con desconfianza.

Tuvieron que pasar 35 años para que la Argentina vuelva a tener sus feriados de carnaval, allá por el año 2011. Y en este país, al igual que en Uruguay pero como si se tratara de dos géneros muy diferentes, esa enorme fiesta popular es sinónimo de una sola cosa: la murga. La murga como antónimo de dictadura, de dogmas. La murga como expresión festiva, de liberación. La murga en los antípodas del miedo; como el exorcismo de demonios antiguos, oscuros y vigentes, de esos que esperan eternamente agazapados -entre telarañas- en los rincones más conservadores del altillo de la sociedad.

Y ahí, entre esas raíces murgueras que se enredaron con las del rock y del reggae, está La Chusma. Con el Cholo al frente del elenco estable, con su bailarina que mueve las caderas como si se quisieran escapar del vestido rojo, con su murguero al que todos conocen como Semilla y con la alegría de los que –de una forma u otra- escapan al conformismo.

El sábado, en el Abasto, La Chusma presentó su segundo disco: Que se sanen las mentes (2014), que ya se puede descargar de forma gratuita desde su página web. Más allá de las visuales y del muñeco que forma parte del arte del grupo y lo custodiaba todo sentado a un costado del escenario, el show tuvo invitados muy especiales para estrenar las canciones del nuevo álbum. Cuatro coristas, dos guitarristas, un percusionista, un acordeonista y un trío de vientos (saxo alto, saxo tenor y trombón) aportaron distintos matices y climas a la ejecución de los temas; entre los que se destacó el reggae “Tragame tierra”, “Desilusiones” como el momento de intimidad compartida y la cumbita norteña de “Al cerro”.

En el cierre del show, dos clásicos de su disco anterior (La Chusma, 2009): “Feliz” y “Noche de frío”, para que la fiesta terminara con todos los músicos que pasaron por el Uniclub arriba del escenario. Abajo, el baile generalizado; ese que espanta los demonios que intentan negar que los movimientos de Semilla y la denuncia a lo falsamente naturalizado forman parte de la cultura desde hace mucho, pero mucho tiempo atrás.

 

FOTOS: Ezequiel Bilbao.

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