En una primera etapa Freud decía que la angustia provenía de la “Represión”, pero a la vez, por otro lado, en otro bar, Lacan, decía que la angustia surgía de “La falta de la falta”, la angustia para él era “lo que no engaña”. Nick Drake, el compositor de canciones bucólicas, hermosas, y de un brillo oscuro que penetraba con sensibilidad, componía canciones con esa angustia: “la que no engaña”.
Drake, en vida, tuvo la mala suerte que tantos otros genios tuvieron: La de no ser visto a tiempo. Pero “Gracias” a su trágica muerte en 1974 –como le pasó a muchos otros artistas- tuvo ese reconocimiento post-mortem que ya a esta altura es algo evidente.
En su época, Drake, no tuvo el apoyo comercial que realmente merecía –igual él parecía no buscarlo-, solo contaba con el apoyo de familiares y amigos. Con tres discos le alcanzó para conquistar el oído de un puñado selecto de oyentes –hoy, 2014, ese puñado es una bolsa gigante, que cada vez mete más gente y se amontonan para escuchar, y homenajear al trovador-. Five Leaves Left (1969), Bryter Layter (1970) y Pink Moon (1972), cualquiera de estos tres son recomendables para tirarse un domingo en cualquier parque y mirar el cielo. Los arreglos de cuerdas, las guitarras, y su voz que se mezclaba en una atmosfera coral, hacían de cada uno de estos discos, una obra que parecía un interminable mantra folk quejoso, pero divino, único.
Cuando Drake hacía sus canciones trituradas y melancos, era una época donde la música saltaba entre psicodelia y hongos, y se preparaba para un ataque efervescente punk. Nick, cayó mal parado desde el vamos –una lástima-, pero igual él seguía en la suya: guitarra en mano, poesía nostálgica, y alguna que otra pastilla en el bolsillo por si otro ataque repentino de depresión arremetía de forma súbita contra la psiquis.
A los 26 años, lamentablemente, se suicidó: agarró un par de pastis y adiós mundo cruel. Muchos de sus conocidos, aún hoy dudan de su muerte, y de que haya sido un suicidio, porque según ellos, él decía siempre que no tenía valor para sacarse la vida. La cosa, entre tanta palabra y tanto supuesto, es que hoy Nick ya no está. Pero por suerte tenemos sus discos, sus canciones.
La obra entera de Drake eran fotos en blanco y negro, fotos de campos llenos de árboles sin hojas y de madera gastada por el tiempo. Como Sísifo cargaba con la piedra del castigo, Drake cargaba con su cruz de nostalgia y sus incansables ataques de depresión. Las canciones de este flaco alto, eran canciones en forma de haikus que se mezclaban en finos arpegios simples y efectivos. “La vida sólo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante”, dijo Søren Kierkegaard, y parece que Drake sintió ganas de comprender un poco su vida y se fue para atrás –y bien para atrás-, sin importarle la parte de adelante que quedaba por vivir. A pesar de esta decisión de mierda de rajarte sin saludar, vamos a decirte: “Gracias, Nick, por tus canciones y esa sensibilidad única para contar la mierda que te jodía”.