La superbanda de Sergio Rotman y Mimi Maura realizó su primero de dos shows en el Uniclub. Intensidad emocional y pogo al ritmo de canciones para aceptar que si no podemos vivir en otro mundo, vamos a testimoniar lo peor de éste.
Hay luces rojas en el techo. Todo lo que puede transpirar, lo está haciendo. Todo lo que se puede humedecer, también. Desde las manos que sostienen botellas hasta las paredes. Todo suena al palo. Todo está al palo. Ellos dos se ven. Se miran con el detenimiento de no tener nada más importante que hacer, con dedicación. Se acercan. Se empiezan a percibir mutuamente con los sentidos que parecían dormidos hasta que el otro acortó la distancia que había entre ambos cuerpos. Uno de los dos extiende el brazo. Se aproxima más (de golpe si es él, de a poco si es ella). Con la palma abierta toca la otra cara, esa que espera expectante sentir el calor. A veces bailan. Otras se besan. Dicen que existe un dragón entre los dos. Hablan de fuego y de religión, de la humanidad y sus miserias, de cosas tan reales como la ley de la gravedad. La secuencia se repite una infinidad de veces. Y lo mejor no es que nos gusta, es que les creemos.
El pasado jueves, El Siempreterno tocó en el Uniclub del Abasto. Fue la primera de dos noches en las que el quinteto formado por Ariel Minimal en guitarra, Fernando Ricciardi en batería, Álvaro Sánchez en bajo y ellos, los que cantan, se miran y se tocan, Sergio Rotman y Midnerely Acevedo, se presenta en el Uniclub en el marco del ciclo “Jueveses”.
El show comenzó con “Seven Eleven”, ese minuto y medio que parece concentrar toda la fuerza del universo y que también da inicio al primer disco de la banda, a la que le siguieron “Más de lo mismo” y “Hacia el mar de carbón”.
La lista alternó canciones de los dos álbumes de estudio del grupo (El siempreterno, 2010 y Hacia el mar de carbón, 2012), con puntos altísimos en la interpretación de “Cristianos” —con increpación previa de Rotman “Levanten la mano los que están bautizados”—, la pulsión punk de “Inyección de amor” y el intimismo creado por Mimi en “Bebiendo ansiedad”.
Tampoco faltaron las dos canciones del último vinilo “Esclavo” y “Polvo Cósmico”, y los covers “Gimme gimme gimme” de Black Flag y esa versión lisérgica con recitado en castellano incluido de “Hall of mirrors” de Kraftwerk. Para los bises, “La vieja casa”, “Todas las estrellas” y dos versiones que ya son un clásico: “Moonage daydream” de David Bowie reinterpretada por Cienfuegos en el disco 20 Comprimidos (1995) y “Baba o’riley” de The Who.
Como sucede esporádicamente, para que el público los extrañe lo suficiente entre sus shows, el espíritu de El Siempreterno tiñó de negro las calles de Buenos Aires; la ciudad donde la rueda comenzó a girar en un 2010 que hoy parece lejano, con el presentimiento de lo que se venía era algo grande. Y lo es.
FOTOS: María Paula Villagra.
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* El Siempreterno se presenta nuevamente el próximo jueves 17 de julio a las 21 horas en Uniclub (Guardia Vieja 3360, Abasto).