Juan Ravioli: Canciones para la juventud

El cantautor entrañable de la que supo ser, apenas unos años atrás, la nueva generación de talentos porteños, cautivó en el Matienzo con lo que mejor sabe hacer: canciones simples, desbordadas de emoción.

Juan Ravioli es alto, interminable. Arriba de un escenario, sentado o parado, lo vi con pelo largo y corto, con anteojos de marco grueso y fino, con pantalones oxford y también con chupines; siempre detrás de una guitarra, un teclado o un bajo que parecen ínfimos cuando son custodiados por su cuerpo largo. Ravioli es como de otra época, de una mejor, donde los hombres son bellos, su voz es profunda y las canciones que cantan aún más.

Creo que todas las mujeres que hayan ido a ver a Ravioli, estuvieron enamoradas de él por lo menos alguna vez (muy probablemente, durante la ejecución de “Los últimos tres” o “No estamos lejos”). Y lo mejor del caso, es que Ravioli no hace música para chicas; hace música para la gente que ama la belleza que rodea todas las cosas que se pueden cantar. Y las emociones que únicamente se pueden cantar, para escapar de eso tan feo que debe ser “morir por dentro”. Sin embargo, muchos todavía no se enteraron.

El pasado viernes en el Club Cultural Matienzo el público era entre respetuoso y extremadamente tímido. Los más rápidos ocuparon las mesas de los costados donde comían en grupitos, unos pocos se sentaron en el piso, al pie del escenario, y la mayoría se quedó parada, a metros de los músicos: un baterista, un bajista, dos guitarristas. El show fue corto pero con interesantes cambios de climas y melodías a lo largo de una lista que repasó canciones de los dos discos solistas de Ravioli: Álbum para la juventud volumen I y II (2006 y 2009).

Inauguraron la noche “La ternura” y “El misterio”, seguidas de “Nosotros”, ese manifiesto que empieza diciendo “Yo no soy quien para hablarles de amor” al que nadie toma demasiado en serio, porque cualquier hombre o mujer que es capaz de narrar así la soledad literal o acompañada es autoridad suficiente para hablar (o cantar) sobre casi cualquier cosa. Los puntos más altos del show fueron la alegría de “Días felices”, la dulzura casi infantil de “Benteveo” y el rocanblus de “Perdido (perro de casa)” para cerrar el repertorio con una pregunta retórica: “¿Cómo es que el tiempo tan solo me lleva a olvidar?”.

Juan Ravioli es un músico para escuchar en casa y para ver en vivo, es un cantautor de los que quedan pocos: esos que transmiten mucho en su austeridad, los distintos.

 

 

FOTO: Javier López Uriburu.

 

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