Cuando un artista se presenta ante el público con un show meditado, producido y bien armado, y muestra la búsqueda que lo ha llevado hasta allí, no hacen falta expresiones demagógicas para intentar obtener una respuesta de la audiencia; no hacen falta proclamas del tipo “esto es de ustedes”; no se necesitan empujones de identificación. Cuando el hecho artístico conmueve, la comunión entre el artista y sus seguidores es natural, fluida, electrizante.
Eruca Sativa se presentó el sábado en el teatro de Flores, como parte de una gira que los llevará por Córdoba, Entre Ríos, Corrientes y Río Negro entre otras provincias, y lo hizo con un verdadero espectáculo de rock. No hubo banda telonera. Sin excusas, los fanáticos que llegaron hasta Flores fueron solo a ver a esta banda formada hace algunos años en la mediterránea cuidad de Córdoba. Cuando aún faltaban quince minutos para el comienzo, el local estaba completo y efervescente: globos, cantitos y aplausos anticipaban lo que unos minutos más tarde sería una explosión de cuerpos saltando y brazos agitando.
Cerca de las 21 los primeros sonidos fueron de percusión. Cuando el telón los dejó al descubierto, ahí nomás quedó claro que el concierto no iba a ser como cualquier otro. Lula Bertoldi —guitarrista y cantante— y Brenda Martín —bajista— empuñaban baquetas con las que sacudían tambores, que junto a la batería de Gabriel Pedernera provocaron la pulsión ancestral que despierta al lado salvaje. Así despacharon poderosas versiones de “El balcón”, “Para que sigamos siendo” o “Paraíso en retro”, sobre un escenario sencillo pero de estética moderna, con una excelente puesta de luces para que las buenas canciones de este trío no fueran sólo eso.
Para llevar más lejos su propuesta, mientras Pedernera hacía participar a todos en el teatro, solo con su batería, el escenario se transformó para un inesperado set acústico. “Ruido a soledad”, “Mi apuesta”, “Tanto tiempo”, fueron algunas de las versiones a tres guitarras que los Erucas entregaron mientras los presentes cantaban. Este trío no necesita de arengas futboleras —su música es pesada y pegajosa, no tiene semejanzas con otras bandas nacionales— y trae frescura a una escena que hace rato no tiene novedad sonora y estética.
Cuando se cumplía una hora de show, regresaron al explosivo formato eléctrico luego de una tremenda introducción de bajo. “Magoo” puso a todo el público a cantar y saltar en un enloquecido pogo. Siguieron “Fuera o más allá”, “Eco”, “Frío cemento” y la balada con aire de zamba bien autóctona y rockera: “Amor ausente”, en un concierto que no dio respiro ni lugar para estar distante.
Tan personal es la propuesta de este trío, que hasta la versión salvaje y hardcore de “Eleanor Rigby” —el clásico de The Beatles—, es una sorpresa para los amantes de la música. Tras casi dos horas y veinticinco canciones, terminó con “El genio de la nada”, un show sin bises y de un modo tan contundente como en el comienzo.
Eruca sativa es sin dudas la banda que vino a sacudir tanta modorra musical. Canciones que estremecen por su potencia y su prosa. Melodías que se quedan pegadas. No hay disfraces, todo está ahí para sorprender. Cuando el hecho artístico está por delante de cualquier pose es capaz de conmover. Como lo hizo con todos los que estuvieron el sábado en el teatro de Flores.
Mirá la galería de fotos del show haciendo click acá.
FOTOS: María Paula Villagra