¿Qué tendrán los uruguayos? ¿Cuál será la razón por la que cada vez que cruzan el río vuelven al otro lado del charco bañados de aplausos y ovaciones? ¿Será por eso que se dice que, sin razón aparente, en Argentina se quiere más a los uruguayos que lo que ellos quieren a los argentinos? Puede que en otras cosas no haya un motivo exacto para esta admiración algunas veces no recíproca hacia los charrúas, pero si de música se habla, hay varios. Y Alejandro Balbis es uno de ellos.
Reconocido muchas veces como el autor de “José sabía” y “El viejo” (dos temazos popularizados por La Vela Puerca), Balbis es muchísimo más que eso. Quizá no tan conocido por estos pagos, buceando un poco en su vida se llega, entre otras cosas, a innumerables colaboraciones con bandas como Bersuit, unos cuantos tablados con murgas de la talla de Falta y Resto, e infinidad de grandes canciones.
Con esas canciones desembarcó el sábado pasado en La Trastienda, presentando, entre otros, varios temas de su (hasta el momento) único disco solista, El Gran Pez, así como también temas que todavía no salieron a la luz. Arriba del escenario, con su pinta de padre de familia, con su camisa a cuadros, el tipo pasa del candombe a la murga, tira unos temas más rockeros, para después bajar de revoluciones con algún que otro tango.
Acompañado por dos guitarras, un bajo, una batería y dos coristas, con Pablo Milich (corista de Tabaré Cardozo) y Jesús Fernández como invitados en varias canciones, la música empezó a sonar apenas pasadas la medianoche con los primeros acordes de “Domingo”, seguido de un clásico como “La correntada”. Minutos más tarde llegaría “Boedo en tí”, canción arrabalera si las hay, que verá la luz en la próxima placa. Luego sería el momento de “Tu partida”, por lejos una de los más coreadas por el público porteño.
Al rato, el escenario se vacía de gente y solo queda Balbis con una acústica. Todo se llena de nostalgia con “Canción con vos”, pero solo por unos momentos, ya que con “Quién” y “Muero en este verano” la energía se renueva y desde las mesas de La Trastienda se vuelven a escuchar las palmas acompañando cada nota, las mismas que se escucharon mientras sonaba “Piedras y Carlos Calvo”, esquina que da nombre a una de las mejores canciones de este gran artista oriental.
Para cerrar, la murga dice presente y emociona a todos con “Vuelvo” y “Nebulosamente”. Y es entonces que la gente, llena de música, emprende la retirada, sin saber bien si lo que acaba de ver era un escenario o un tablado, y sin entender si ese empedrado por el que camina es el de la calle Balcarce o el de alguna callecita perdida de Montevideo, que, por unas horas, se mudó a San Telmo.