Rock En Baradero Día 1: Quince cuadras o quince minutos

Historias que hacen a una historia. Un principio, un desarrollo y un final. Es muy difícil escribir y sobre todo describir lo que sucede en un festival de tres días con más de diez shows por jornada, con miles de momentos, de personajes y de situaciones varias. Desde Al Borde del Tiempo, intentaremos contar desde adentro, lo que fue este Rock en Baradero 2017. Sean bienvenidos, tomen asiento y relajen. Esto fue el Día 1: Quince cuadras o quince minutos?.

Viernes desde temprano, la Ruta Provincial Nº 9 se adornaba de miles de autos que enfilaban derecho hacia el empalme con la colega número 41. Los calcos en varias lunetas y alguna que otra bandera flameando desde una ventana, permitían identificar claramente quiénes iban a ser los compañeros de viaje, mezclados entre los camiones de carga y camionetas doble cabina blancas.

Llegados al Balneario Municipal de Baradero comienza nuestra peregrinación hacia el lugar en cuestión, el Anfiteatro del municipio donde se realiza el primer día del festival veraniego que viene a proponer una excelente alternativa en la provincia de Buenos Aires para ver buenas bandas y en gran cantidad rodeados de naturaleza y lindo paisajes a la vera del Río Paraná.

“Son 15 cuadras o 15 minutos a pie”, “Para mí que son mucho más”, “Eran 15 cuadras de avión al final”, fueron algunas de las declaraciones del grupo que se ponía de acuerdo en el “no llegamos más”. El trayecto por la interminable Av. San Martín se adorna con algunos buscavidas que al borde de la ruta venden souvenires varios, y algunos que, previo empinar algunas copas, saludan amablemente e intentan entablar una conversación con cualquiera que pasara, en el mejor de los casos.

El cartel de Bienvenidos al Rock en Baradero fue el primer festejo de la tarde, mientras en el Parador Baradero, un punto de encuentro por fuera del predio principal y con entrada gratuita, se podían escuchar los primeros acordes. Jinete Lendrix, Superclásicos, Neuroina, Huevo, Sálvese quien pueda y Sick Porky, fueron las bandas que dieron el puntapié inicial, mezclándose algunas con Tributo, PartePlaneta, El Buen Salvaje, Mustafunk, Buffer y Coverheads, bandas que abrieron el escenario principal, y de esta forma tuvieron la gran posibilidad y responsabilidad de dar inicio al festival.

El predio iba cubriendo su capacidad cuando De La Gran Piñata saltó a escena. Repitiendo su participación en el festival, la banda liderada por “Pantera” Giuliano, logró los primeros pogos y sacudida de cabeza masiva, entregando un repertorio agolpado más que nada en su último disco El Equilibrio Entre Los Opuestos, en un acotado pero contundente set, dejando el escenario bien caliente para la aparición de Eruca Sativa. El trío cordobés arrancó furioso con “Abrepuertas”, presentando temas de su nuevo disco Flora y Fauna, sumado a ya clásicos como “Amor Ausente” “Antes que vuelva a caer” y “Blanco”. En “La carne” se sumó a la viola Miguel de Luna Campos, más conocido como Maikel de Kapanga, mientras que en “Desátalo” se subió a cantar Luciano Farelli, vocalista de PartePlaneta.

La tarde ya se esfumaba y las luces del escenario empezaron a tomar su protagonismo. Los puestos de comidas rebalsaban de gente aprovechando los intermedios para poder deleitarse con unas hamburguesas, papa fritas y hasta alguna comida mexicana, alguna de las variantes propuestas por la gastronomía del Festival. Sin lugar a dudas el sector que más se movió fue el de tipo líquido, donde se hacían interminables las colas tanto para conseguir la bebida, como para ingresar a expelerla.

Un impresionante estallido de bajos, dio noticia a los concurrentes de la presencia de Marcelo “Corvata” Corvalán, Hernán “Tery” Langer y Andrés Vilanova. En el escenario principal está Carajo, una banda que suena como y  tiene poco que envidiarle a cualquier conjunto internacional del estilo. Las visuales de las pantallas, los juegos de luces, cada corte, cada solo, todo es a un nivel de perfección absoluta. Temas como “El error” “Joder” o “Ácido” son parte del repertorio que sonó, aunque los más festejados fueron los clásicos “Sacate la mierda” y “El vago”, este último como una especie de bis, luego del genial Medley de temas de Pantera que es fija en el show de los Carajo. Sin lugar a dudas uno de los shows destacados del primer día.

El grupo andaba disperso por el predio, algunos eufóricos por las bandas que pasaban, otros más cautelosos descansando y esperando los platos más fuertes de la, ya a esa altura, noche baraderense. Trago mediante se comparten anécdotas, y se charla sobre lo que viene y fundamentalmente, lo que será el viaje de vuelta. La juventud quedó lejos, por cierto.

La estrella característica, el 77 en su interior y Leonardo de Cecco debajo de ella arrancando la batería de “Ángeles Caídos”, fueron el inicio de la treintañera Attaque 77, completada por Luciano Scaglione en bajo y Mariano Martinez en voz y guitarra. El trío mítico del punk nacional ofreció a un campo ya repleto, varias de las canciones clásicas, incluyendo “Como salvajes”, tema que será parte de Triángulo de Fuerza, placa que será la doceava en estudio de los Attaque. Imperdibles como “América” mezclado con parte de “Mucho por Hacer” de Riff, «San Fermín» y «Setentistas» dedicada a «todos aquellos quienes luchan por su trabajo», en clara alusión al conflicto de los trabajadores de  AGR.

La jornada se hacía larga e intensa, pero quedaban dos bandas importantes para culminar el primer día. El grupo se juntó para disfrutar a Kapanga, esa banda que une públicos, y funciona de nexo perfecto entre el Ramonero y el Stone.

El «Mono» Martín Fabio aparece en escena y la totalidad del campo salta y baila al ritmo de los quilmeños, un hit atrás de otro y entre tema y tema, un poquito de monólogos de humor y actualidad. “Descarte”, corte de su último trabajo Motormúsica fue la elegida para abrir el show en la voz de Maikel, para engancharlo con el hitazo “Rock”, donde Claudio Maffia se convierte en Bonham por una intro. Casi una hora y moneditas con los mayores clásicos como “En el camino”, “El universal” o “El mono relojero” y algo de lo nuevo para redondear un show imprescindible para todo festival. La banda que completan Javier “Memo” Manera y Mariano “Principe” Arjones en bajo y teclas, respectivamente, es un clásico comodín para estas ocasiones festivaleras, festejando 21 años en la ruta, repartiendo alegría y grandes canciones por donde pisan.

Devastado física y mentalmente, el grupo aprovecha el cambio de público y la emigración masiva para poquito a poco emprender la temida vuelta, no sin antes disfrutar un poco del cierre a cargo de La 25. El predio se copaba de banderas de palo, flequillos y topper de lona raídas. La cola para obtener el ticket a un vaso de cerveza no estaba más. Momento justo para cargar el tanque y escuchar unos rocanroles.

Música clásica con un director de orquesta en las pantallas, hasta que subiendo la intesidad aparece el 25 y La banda liderada por Mauricio Lescano, o “Junior” como más se lo conoce, abre con un rocanrol frenético perteneciente a su disco El origen (2013). Suena “Como me gusta”: Crecí entre tangos y rock and roll / Troilo y Keith son lo máximo / me gusta el rock bien cuadrado / no hay nada como mi Gibson Les Paul.” La 25 se declara como la banda más importante de la escena de rock barrial y un trapo inmenso que cubre casi de lado a lado el campo demuestra la importancia y banca que tiene esta banda con su público. Llegada al festival como “Banda sorpresa” (si bien se develó su participación con bastante antelación), la banda de Quilmes repasó su extensa caja musical e hizo vibrar a un público que se roba bastante la atención del espectáculo, generando una gran experiencia a la hora de disfrutar una experiencia recitalera total, tanto arriba como abajo del escenario.

Y así se retiró nomás el grupo. Rezándole a esa “Cruz de Sal” que cantaba La 25, para que alejara las nubes que azotaban desde lo alto y poder disfrutar el siguiente día sin recurrir al paraguas, bolsa de consorcio o lo que fuere. Lamentablemente, las súplicas no fueron escuchadas, pero eso será para otra historia. El día 1 estaba finiquitado, la vuelta no fue tan terrible como se esperaba. Recargar pilas y volver. La segunda ronda espera, y el grupo se dispone a descansar. El último, que apague la luz y el que ronca, cobra.