En la llegada de Horcas a Vorterix, para los seguidores de hace muchos años, se respiraba aroma a justicia, reflejado en incontables puños apretados que a buen ojo se desparramaban por la sala llena, o en conversaciones que procuraban aun mejores augurios para estos guerreros del Heavy Metal argentino. Algo así como la llegada de San Lorenzo a la final de la Libertadores, el público que sabe de derrotas se muestra festivo, feliz, pero cauto.
“Olé, olé, olé, olé, Horcás, Horcás”, a la gente le cabe la tilde en cualquier lado, frente al telón no queda espacio para nadie más. Dos señoras adineradas, canosas y repletas de anillos, en un café de Palermo, se niegan a ver a Horcas: “que querés que te diga, Elba, tienen ribetes groseros”. El telón se abre, una melodía de piano golpea como a cristales, entre las luces rojas y el humo que se esparce sobre el escenario, a las viejas les cierran el culo.
De pronto el Vorterix se transforma en la última de Mad Max, “En la jaula” desata la locura de todos los presentes que se consumen en un pogo de película. Sobre el escenario el doble bombo golpea sobre la tarima decorada con la leyenda Por tu honor, última placa del 2013. Walter Meza dirige el quilombo, que hoy, tantos años después, suena prolijo, perfecto, justificando cada “Aguante Horcas, la concha de su madre”, por parte del Frontman y showman, y de cada uno que alienta desde abajo.
“El que piensa que el Heavy Metal está muerto, que se vaya a la concha de su madre”, insiste Walter después de “Lo artificial”. Tocan “Sin salida” y otra vez al ataque: “…ahora se viene el reconocimiento, estamos nominados para los Carlos Gardel”. “La Reacción”, todos en Colegiales cantan “soy lo que creo”, se respira aguante y reivindicación. Walter se va unos instantes detrás del escenario después de cada canción, el público aprovecha para vitorear al Topo Yáñez, viejo amigo del gran Osvaldo Civile, y bajista de la banda.
La puesta en escena de Horcas completa la atmosfera pesada. Dos paredes de pantallas, una a cada lado de la batería, por detrás de los guitarristas, proyectan desde grandes guantes de box, en “Mano dura”, hasta llamaradas o golpes de una Maza de Cadena Medieval, en otros.
Una montada en una grúa y otras en mano a los costados del escenario, era evidente que se estaba registrando el recital en video, pero Walter, que no puede dejar de animar, le propone a su gente: “Quiero ver la sangre metalera corriendo por el Vorterix, tenemos 6 cámaras HD y…(otra puteada)”. Es una noche de clásicos, los músicos intercambian continuamente gestos con el público, y avisan que la lista fue pensada para ellos. Entre tema y tema los Horcas aprovechan para saludar, señalando a muchos por el apodo o por el barrio de donde vinieron, y hasta avisando la presencia de músicos de otras bandas amigas, caso Kapanga, Tren Loco y Mastifal.
Los temas se sucedieron en una incesante masa compacta de guitarras, bajo y batería. Walter Meza anticipaba el nombre de cada canción, y todos recibían la noticia a puro puño levantado: “Punto Final”, “Rompo el dolor”, “Sembrando Venganza”, “Argentina, tus hijos”, “Psicosis”, “Devastación”. Antes de “Vencer”, uno de los temas más cantados por el público, Walter dice que “El show está dedicado a Osvaldo Civile”, y levanta el “Osvaldo no murió” de todos. El recuerdo del prócer del Heavy Metal Argentino es constante, se lo nombra, se lo proyecta en las pantallas, y los presentes todavía lo sienten reflejado en cada canción.
El concierto continuó inquebrantable en la precisión intérprete, en la arenga del cantante entre canción y canción, y la festiva participación del público. Momento emotivo fue cada estribillo de “Esperanza”, cantado unánimemente por todo Vorterix. A tono las declaración de Meza “Se puede salir, todo se puede si se trabaja y se cree en uno mismo”.
Las dos señoras adineradas morirían espantadas cuando Meza pide “Hagamos el saludo reptil”, y muchos levantan los brazos en cruz, complaciendo. Algunos no tan viejos, pero por encima de la media veinteañera del público, tampoco entienden y comparten el escozor.
El final llegó con “Solución Suicida”, el cover de V8 “Brigadas Metalicas” y “Fuego”. La sala llena explota en el último esfuerzo por ofrendar pogo a esos tres clásicos del Heavy Metal Argentino. Desborda el festejo, se termina la noche con saldo más que positivo, pero escondida en algún recoveco de la historia, aparece la cautela, y Horcas sigue ahí, saludando, convocando, intentando mantener el honor.
FOTOS: Julieta Lapeña.
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Un comentario sobre “Horcas vive”
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