Festipez IX: Minimal y las bandas de hoy

El Festipez IX fue otro claro ejemplo de que todo, por imposible que parezca, todavía se puede hacer de otra manera. Cuando la autogestión, el trabajo y el respeto por el público están al nivel de la música no hay nada que detenga su motor.

Días antes de la edición número 9 del Festipez, la banda anfitriona de un festival de rock de verdad (¡¿Vivos?!) anunciaba desde su cuenta de Facebook: “Recuerden, esto no es un festival como esos que hacen tocar a las bandas a las 2 de la tarde para 3 personas… la idea es que todo el mundo esté ahí desde el vamos, los Festipez no tienen banda floja, se entiende?”. Y sí, se entendió.

Por eso, el pasado sábado 8 de febrero a las cinco de la tarde ya había un movimiento interesante en los alrededores del Konex. Los almaceneros del barrio del Abasto transformaban papelitos en vales por cinco pesos a cambio de la devolución del envase de cerveza, y los chicos y las chicas fumaban en la vereda de la calle Sarmiento con la expectativa de que algo grande, además de la lluvia, fuera a pasar: una tormenta mental. Media hora más tarde, Las Diferencias inauguraba en el escenario interno el festival donde la Quilmes de litro sale 35 pesos, tocan 6 bandas que te rompen la cabeza, hay un 98,2% de barbas y un sólo músico con los abdominales marcados.

El trío oriundo del oeste arremetió con las canciones de su álbum debut No termina más, uno de los discos argentinos más elogiados de 2013. Con una pronunciación muy particular, el cantante y guitarrista Andrés Robledo, lejos de incomodar oídos ajenos, le otorga aún más identidad a una banda que ya se ganó el respeto del público en esta orilla del rock.

Cumpliendo con los horarios de cada show y la cantidad de tiempo justa para disfrutarlos (sets de 45 minutos), llegó el momento más metalero de la fecha: Los Antiguos. Entre el heavy y el stoner, el quinteto pudrió todo arriba del escenario al aire libre y el cielo se copió de ellos: fue el único grupo de la jornada que pudo tocar afuera, antes de la tormenta. Bajo las nubes negras, que invitaban a pensar que hubiera sido injusto ver a Los Antiguos al sol, y entre las canciones de su álbum debut Simple, el cantante Pato Larralde tuvo dos actitudes que caracterizaron al Festipez desde el comienzo. Por un lado, el agradecimiento constante y mutuo entre el público y los artistas (“Está bueno ser agradecido, de eso se trata la vida”); por otro, citó a Luis Alberto Spinetta (“Que calor hará sin vos en verano. ¿Saben quién dijo eso?”) demostrando, una vez más, lo ecléctico de un evento que después del metal crudo y rabioso daría paso al folk rock de Valle de Muñecas.

La banda de los hermanos Esain, que cumplió sus primeros diez años en 2013, tomó entonces la posta del Festipez e hizo lo que mejor sabe hacer: un show prolijo y lindo (porque a veces, aunque parezca vago, la palabra “lindo” es la única que expresa exactamente lo que queremos decir), aunque quedó demostrado que el Konex no es el mejor lugar para escuchar a una banda de estas características. Así, Valle de Muñecas repasó las canciones de sus tres discos, con “Tormentas” como ganador del podio Único tema bailable del festival y “Autosuficiente” como uno de los momentos musicales más altos.

Como un déjà vu del Festipez anterior, después de Valle llegaría uno de los momentos más esperados del sábado: ver a Sur Oculto en vivo, el trío cordobés que fusiona jazz y metal pasando por el funk y otros estilos musicales. Y lo mejor, es que lo hace todo igual de bien. Hay algo que llama poderosamente la atención en Sur Oculto: si bien cada uno de los integrantes del grupo pareciera estar en su mundo durante el show, son individualidades tan fuertes que colectivamente forman mucho más que la suma de las partes. La elegancia del tecladista Fabricio Morás y la animalidad del bajista Sebastián Teves (con las rodillas flexionadas, como si quisiera hacer temblar el mundo a su paso), se fusionan a la perfección, al igual que los géneros que atraviesa su música.

Afortunadamente, la calma duró poco. Es que después de Sur Oculto todavía faltaba mucho más, y por si a alguno le quedaban dudas aparecieron en escena los Satan Dealers. Con Canciones para desertar, el disco editado en 2012, la banda se terminó de familiarizar con el castellano y la mayor parte de las canciones que sonaron en este show fueron en nuestro idioma. Actitud es lo que sobra, y así lo demostró Adrián Outeda moviéndose sobre el escenario, cantando junto a las vallas y compartiendo el micrófono con el público.

Finalmente, si Boca es Boca, Pez es Pez. Esta vez, la lista del show con el que cerraron su propio festival repasó varias canciones de su último disco Nueva era, viejas mañas (2013) intercaladas con perlitas de su discografía como “Despierto a un tiempo de luz”, “Tapas de discos y posters de la Pelo”, “Porvenir” y “Tan marcado ya” con Adrián Outeda en voz, tal como fue grabada en el álbum Quemado, allá por 1996. Promediando el recital, el ex integrante Pablo Puntoriero se sumó al trío para acompañar en saxo y flauta traversa “Vientodestino en vidamar”, “El cantor” con zapada incluida y “Haciendo real el sueño imposible”. Y ahora sí: que afuera se caiga el mundo.

Además, Pez presentó en este show dos canciones nuevas, “La joya” y “Mi lista de deseos”, un final de más de diez minutos que invitó a un viaje a través de una especie de mantra (“que nadie tenga miedo/ que nadie esté perdido/ que nadie llore solo en una noche de frío”) en el que se vuelven a acordar, de manera más empática, de aquellos que inmortalizaron en “Para las almas sensibles”: “los que tienen miedo, los esclavos del terror/ los que están perdidos y ya no pueden volver/ los que están tan solos que no saben donde ir”.

Pienso vivir 20 años más antes de asegurar que Pez, también, es una banda eterna. Y si lo pienso, en el fondo, es porque lo espero: permanecer viva dos décadas más y que este grupo sea eterno, que lo disfruten mis hijos y, de ser posible, los hijos de mis hijos (aunque eso implique fomentar la promiscuidad reproductiva). Pero por ahora, amigos, nos conformamos con que Pez sea lo que es: la banda de hoy.

 

Foto: Manuel Yomal