El marcapiel: La enseñanza que da tu amor

Los músicos y amigos que acompañaron a Luis Alberto Spinetta en su carrera artística se reunieron en el patio del Konex para celebrar sus canciones, esas que, en palabras de Emilio del Guercio, “flotan en un mismo presente”.

Tal vez, tal vez, yo te abrace donde estés.

L.A.S.

La primera vez que amé de verdad no sentí que entendía al amor, sentí que entendía las canciones de Spinetta. Poder pensar y crear algo –una carta, un plato de comida, una forma de hacer el amor- con esa profundidad sensible es algo que sólo pasa en ocasiones excepcionales de conexión con la vida, o quizá nunca. Así y todo, para él parece haber sido sólo un punto de partida: su música fue y es cada vez más excepcional.

Cuanto más avanza la tecnología, cuantos más bytes de canciones tenemos a nuestro alcance, cuanto más escuchamos y conocemos, más parece potenciarse ese paso por el mundo tan opuesto a lo ordinario. Esa forma de habitarlo que fue excepcional y única, y nos dejó un manojo de canciones eternas a las que es posible imaginar como un ramo de flores frescas, recién arrancadas. Es un regalo natural y simple, pero de una belleza salvaje y absoluta.

Celebrando al artista y al amigo, muchos de los músicos que compartieron junto a Spinetta su carrera se dieron cita en el Konex para homenajearlo bajo la dirección musical de Javier Malosetti. Cualquiera de las opciones anteriores (celebración/homenaje) se queda bastante corta: lo que verdaderamente pasa es que tanto ellos como su público quieren volver a tocar y escuchar esas canciones que funcionan como combustible vital, como mejoradoras de realidades. Eso fue, justamente, lo que se sintió minutos antes del show en el patio colmado de gente de todas las edades: la ansiedad y la emoción por volver a escuchar esas músicas en vivo, tocadas por los talentosos artistas que grabaron sus versiones originales y acompañaron a Spinetta a lo largo de su vida profesional y personal.

Apenas pasadas las 20 horas, las luces apagadas dieron paso a la proyección de fotos de un Spinetta niño, joven y adulto acompañados de un track que combina distintos fragmentos vocales de su obra. El elenco estable de la banda estuvo conformado por Malosetti (bajo), Sergio Verdinelli (batería), Dhani Ferrón y Lito Epumer (guitarras) Claudio Cardone y Juan Carlos “Mono” Fontana (teclados), quienes fueron cediendo su lugar y compartiendo el escenario con otros músicos. Los primeros invitados de la noche fueron Rodolfo García y Emilio del Guercio, dos próceres del rock argentino que interpretaron “Hoy todo el hielo en la ciudad” y “Fermín”, un par de canciones de Almendra que están por cumplir ¡medio siglo! de vida. Desde el comienzo hasta el fin del concierto, más allá de las canciones del Flaco, hubo otro hilo conductor: el profesionalismo y el virtuosismo de todos los músicos que dieron una performance que superó las más altas expectativas.

Entre los momentos mágicos del domingo estuvieron Lisandro Aristimuño y Rubén Goldín interpretando una de las canciones spinetteanas por excelencia (“Cristálida”), Baltasar Comotto derritiendo el universo con su guitarra en “Yo miro tu amor”, Machi Rufino haciendo lo suyo con una íntima y hermosa “Era de uranio”, Fabiana Cantilo y su dulce versión de “Ella también”, David Lebón y su sonrisa constante mientras cantaba y tocaba “Despiértate nena”, la voz de Dhani Ferrón en absolutamente todas las canciones de las que participó, y los parches de Gustavo Spinetta y Daniel Rawsi.

Un punto aparte fue la posibilidad de escuchar por primera vez en vivo “Iris”, corte de difusión del disco póstumo Los amigo, en una versión entrañable del rosarino Goldín, muy a la altura de semejante acontecimiento. Durante todo el show, junto al escenario Anibal “la vieja” Barrios (más que plomo, mano derecha y parte de la familia Spinetta) prestó asistencia, abrazos y complicidad a los músicos que subían y bajaban.

Allá por 1969, el mismo año en que Almendra lanzaba su primer disco, Paul McCartney escribió “And in the end, the love you take is equal to the love you make”; si la ecuación no falla, en su paso por esta vida Spinetta hizo mucho bien a su alrededor y el resultado fue una noche que quedará para siempre en la memoria y en el corazón de los presentes.

Volviendo al principio de todo, la primera vez que amé de verdad no sentí que entendía al amor, sentí que entendía las canciones de Spinetta. Pero al fin y al cabo, ¿eso no es más o menos lo mismo?