La Caverna: Luces en la sombra de una Trastienda repleta

La noche iba tomando un color oscuro pero la banda platense supo plantar luces en las sombras. El frío se hizo notar sólo por un rato para la gente que esperaba afuera en unas calles muy escondidas de San Telmo. El reloj marcaba exactamente las 23:20 cuando se empezaron a escuchar cantitos que dejaban en evidencia las ansías por el comienzo del show. La gente se iba topando entre abrazos que construían un ambiente hermoso, repleto de sonrisas, y un par de tragos para compartir y disfrutar.

A los pocos minutos luces de diferentes colores se estrellaron en el escenario dándoles el pie a los músicos y a la voz de Diego Fauci con un emotivo regreso a este lugar por cuarta vez. Los acordes marcaron la llegada de la primera canción, siendo así la elegida «De a poquito«. No tardó en destacarse «Culpables de no morir» y su acostumbrado agite. Fue así como la noche se iba tornando una fiesta, y La Trastienda cada vez se llenaba más.

Fauci se tomó un rato para agradecer a los presentes, como así también para felicitar a Juano Falcone (baterista y letrista) por el nacimiento de su hijo, y darle la bienvenida a Gastón Compagnucci como bajista.

Dándole fin a esta posguerra (y también dedicándola) sonó una de las canciones más reconocidas de esta banda, «Vales de besos retornables». «En la vida es tan difícil adecuarse al ser amado, como amar al adecuado y entender lo que pasó…», se escuchó fuertemente entre la unión de distintas voces, disfrutando a pleno. «Cinco horas», «Milagro de otoño» y «Nacer para vivir» fueron las canciones que le siguieron a este bloque.

Entre el orgullo, la herida, y la libertad, la fiesta se disfrazaba con un color distinto con «El verano que no pudo ser», seguido por «Cielo opaco». «Ese o ese» llamó a la gente a bailar, abrazarse, y a llenarse de distintos sentimientos que también eran reflejados en lágrimas de unos cuantos presentes. «La canción que precisaba» y «Las montañas de mi lado» fueron las dos últimas canciones que le darían fin a esta primera parte de la función.

Luego de una pequeña pausa, La Caverna se encargó de presentar un tema nuevo llamado «La odisea de Ulises». Antes de tocar los primeros acordes, Fauci contó que esta canción iba dedicada a un fiel seguidor de la banda que luchó mucho por contener una grave enfermedad.

Tomando un brillo casi deslumbrante, «Por la vida» se ganó todas las lágrimas y la conmoción de muchos de los presentes que se subieron en hombros de sus amigos para ver como cumplían su sueño algunos de aquellos que aman, dejando a la vista de cualquier tercero la vida que quieren vivir. «Bicho de Pasto», «Un nuevo motor», «El incendio del ángel» y «Resolana» fueron las canciones que siguieron en la columna vertebral de esta lista llena de variantes. «¿Ahora que le digo a la vida?» fue el tema encargado de poner a bailar a todo el mundo, sin dejar afuera a nadie. No faltó el grito de sus seguidores pidiendo justicia por la causa de Callejeros con «Por el nombre del rock».

La noche iba llegando a su fin, y más de uno no quería ni podía creerlo. Que rápido pasa el tiempo cuando uno la pasa bien y se rodea de tantas sonrisas. Otra noche más salvada por el rock. El remedio y la enfermedad de más de uno, dio su fin a esta inolvidable Trastienda con «Que me mate el Rock» y «Los negadores». Una vez más La Cavernita (como diría Juano) demostró ser amor, compromiso y unión tanto arriba como abajo del escenario. Un sueño hecho realidad, por cuarta vez…

 

 

FOTOS: Daniela Milana.

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