Cadena Perpetua: Los Ramones de Devoto

Con tan solo 52 espectadores Los Aggrotones salieron a escena. Es que el público argentino (y tal vez mundial) está confundido: la comodidad de las redes sociales les mataron las ganas de buscar, de conocer. Y así, en esa actitud pobre de quedarse a tomar la cerveza afuera, como si no pudiesen tomarlas en otro momento, se perdieron una gran banda de Reggae. Fue un set instrumental que les permitió a los presentes un viaje al viejo sonido de la música jamaiquina. En los teclados las melodías marcaron la distinción, porque Aggrotones no son unas rastas, un faso y letras hippies. Con un sonido impecable, y con marcado poco interés por la parafernalia rockera, tocaron excelentes 30 minutos configurando una perfecta apertura de la noche. Casi finalizado su set, el guitarrista agradeció a los cadena, a los presentes, y luego abandonaron el escenario ante la aprobación unánime del público.

Cadena Perpetua salió a escena e inmediatamente volaron papelitos, algunos globos, y el piso de Vorterix que hasta segundos antes aguardaba semi vacío se colmó. Abrieron con “Pánico”, “Diferencias” y “Desde el infierno”. Tocaron ocho temas enganchados hasta que se dieron el primer respiro. Espacio en el que Vala recordó que la banda va por los 24 años de vida, y en el que se encargó de aclarar su postura de siempre: “No estamos en contra de este gobierno, estamos en contra de todos los gobiernos”. Esas palabras dieron pie al ya clásico “Trampa mortal”, ese que canta “que se termine esta maldita función”. Y no causa gracia pensar que para los jóvenes presentes es lo mismo un gobierno que indulta a los represores que uno que los encarcela. Quizá sea la razón por la cual su público es mayoritariamente joven, y no pida una vuelta de rosca más en las letras de la banda, que se quedan en la crítica política sin plantear una solución concreta, más allá del amor y la buena leche.

Musicalmente Cadena Perpetua es impecable. Logran la difícil tarea de sonar contundentes siendo un trío. Aunque en varias canciones son apoyados por otra guitarra, sin ella logran la misma energía, una pared de sonido gruesa que recuerda a la fuerza de Los Ramones. Tienen la misma esencia de que todas las canciones son hits para sus fanáticos. Y con más o menos argumentos, configuran un universo temático adolescente, no tan marginal como el de los neoyorquinos, sí más de clase media apolítica y desprevenida. Luego de las segundas ocho canciones frenaron en otro breve intervalo. Cadena Perpetua es una máquina inagotable. El Chino debe ser el baterista más potente del género, Edu descose el bajo y canta con igual corrección cuando le toca, y el Vala lidera el trío con una simpleza sincera y única.

Siguieron pasando los temas, todos enganchados y solo un breve intervalo más. Faltando solo cuatro canciones para el final, el Chino se prende un cigarrillo en clara marca de tarea consumada. Pita mientras golpea la batería en “Malas Costumbres”. Los últimos fueron “Si me ves” y “Que no ladren”. El primero es uno que para los fanáticos no puede faltar, se nota en los gestos de las pibas y en los puños levantados de los pibes. “Que no ladren” redondea en tres palabras la idea de Cadena. Intentan ponerle el bozal a todos los perros del Estado. Son La Polla Records más Light, Los Ramones de Devoto. Terminaron siendo 31 canciones en una hora cuarenta y cinco minutos. No son ni mejores ni peores que nadie, son distintos.

 

FOTO: Federico «Otto» Gaubeca

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