Parapipou: Un momento imán

Cuando, inesperadamente, te encontrás con un momento imán nada se puede hacer. Unx quizás está caminando por la calle, cenando con su novix, mirando una película, disfrutando de un recital y algo sucede: una revelación aparece y ya no se puede pensar en otra cosa. No importa que sea lo que se revele, cómo, cuándo y dónde. Lo importante es: ¡no se puede pensar en otra cosa!

Estaba yo en la última de las posibilidades. La noche de sábado resultaba calurosa dentro de Niceto. Parapipou desde el escenario transitaba los primeros temas. Subí al primer piso del lugar. Intenté fumar, no conseguí fuego entre los dos escoltas parados a mis costados: un caballero que no pulsó pausa en su cámara en ningún momento, filmaba como un fundamentalista del registro y otro joven que agitaba la cadera abruptamente, como cuando soñás caerte a un pozo y te despierta el latigazo de la pierna que se mueve.

Entregadx al no cigarrillo volví la vista al escenario. El recorrido de la cabeza fue de derecha a izquierda pasando por la pista que debajo de mis pies estaba colmada. Fue pausado y atento. Ahí sucedió. Si, un momento imán: no había en ese espacio colmado de cabezas ninguna pantalla de celular reflejando su luz en alguna mano con dedos inquietos. Volví a repasar el espacio, esta vez con ojos más rápidos y alborotados. No, no había. Durante ese instante nadie miraba su celular, todos miraban la realidad que hacía real el momento. Era mágico.

Costernadx pensé: esto es una cosa de no creer che, a Parapipou podes venir sin celular y se hizo, en mi cabeza desordenada, una máxima estoicamente irrefutable. El show avanzaba, la energía aumentaba, la banda aclimataba la noche convirtiéndola en fiesta. Me pregunté, medio afirmando, medio interrogando, acá debe haber alguna que otra máxima. Y empecé a buscar.

Descubrí que sí, hay que venir en zapatillas o calzado cómodo cualquiera sea, las caderas agitadas se contagian, ¿puede usted creerlo? Sí, también ropa cómoda, no hay que intentar retener la piel del movimiento. Sí, el muchachito que está cerca del escenario y lleva un gorro de cotillón debería ser ejemplo: esto es una fiesta, deberíamos todos traer cotillón. Sí, te saca la culpa: si no fuiste al gimnasio en la semana funciona como ejercicio, como descarga y también, me atrevería a decir como terapia, por si también faltaste a su cita. Sí, quizás alguien debería proponer elongar todos juntos después del recital. Sí, estás equivocadx si pensás que durante el recital vas a ver un solo cantante: la voz se comparte y se hace una, mucho más fuerte. Si, definitivamente los caños de esta banda deben juntarse a practicar pasos de baile, debería pedir el teléfono del maestro, es maravilloso. Si, la gente sigue sin mirar las pantallas, la realidad le gana a la virtualidad, Parapipou rebalsa de energía, de música, de invitados amigos, de amigos que transforman en invitados, de caderas con latigazos. Contagia y durante ese momento no se puede pensar en otra cosa, hace a la noche entera: un momento imán.

 

FOTO: Gentileza Nicolás Carabelli.