Científicos del Palo: Las revoluciones se hacen con tiempo

Científicos del Palo volvió a la Ciudad de Buenos Aires para confirmar que, al fin de cuentas, tenían razón: el fracaso es un éxito. 

Ya no es necesario explicar quiénes son los Científicos de Palo. Tampoco es necesario que ellos peguen afiches a tiempo ni que paguen pautas publicitarias para llenar el Roxy de la calle Niceto; porque quienes supieron ser amos y señores del bautizado “unipogo” o del mítico “pogo con un perro” del que hablan los más viejos del lugar, ahora agotan sus entradas anticipadas una semana antes del show en la ciudad más anti-peronista de la República Argentina. Y eso, para una banda como esta, no es poca cosa. ¿Será que la canción llegó hasta el sol o será que, como dijo el General, “las revoluciones se hacen con tiempo”?

El año pasado, Científicos del Palo lanzó La Histeria Argentina, la obra conceptual y transgresora que involucró por primera vez al rock con los más de 200 años de historia de nuestro país. O mejor dicho, una revisión de la historia de Mitre, esa que “habla de tiranía cuando se defiende la soberanía”. Ese disco, con su manual, línea de tiempo y biografías de políticos, presidentes y militares; dejó asentado que este trío marplatense está para cosas grandes. Así que ahora no les queda otra que demostrarlo.

El pasado viernes, el recital de la ciencia hizo honor al nombre de la banda y empezó bien al palo, con “Los Gomías” y “El abogado”, el tema dedicado a Manuel Belgrano; que dieron paso a la emotiva “Los padres de los pobres”, esa canción que los ubica más cerca de las orillas del Río de la Plata que del mar y tiene una de las frases más contundentes de La histeria argentina: “Todo lo que logra el pueblo valiente lo arruinan los decentes”.

Luego de “Llame Jah”, invitaron al escenario a Catriel Ciavarella, el baterista centauro de Divididos al que el público también ajustició en esa forma tan particular que tienen de demostrar “admiración” (o algo parecido), a lo que José “Pepo” San Martín retrucó: “Acá no zafa uno, viene Roger Waters y lo bardean igual”. El caso es que Catriel tocó “El restaurador” (a Juan Manuel de Rosas) y le regaló al público una postal inolvidable del mejor rock de acá, con Pepo rompiéndola en guitarra y Carlos “Popete” Andere al mismo nivel en bajo.

Más tarde, el escenario se volvería a prender fuego, ya con Sebastián Quintanilla en batería, cuando tocaron “Cristo o Perón”, un tema que desde lo musical, sin siquiera reparar en la letra, ya hace justicia a la figura de Perón que se proyecta en blanco y negro en la pantalla: fuerte, siempre in crescendo, nunca un paso atrás.

Además, para los que prefieren la versión menos acelerada de la ciencia, también hubo un segmento electroacústico con un enganchado de cinco canciones del primer disco, Ante todo, buenas tardes (2004): “Tarde”, “No son”, “Signori”, “Tarde pal’ bondi” y “Todo es así”. En el mismo orden de cosas, como grata sorpresa también tocaron el “track oculto” de Gorilophrenia (2010), una hermosa canción que empieza unos segundos después del último tema del disco. Pero esto no terminó acá, porque también hubo un segmentito para aquellos que prefieren la versión bizarra de la ciencia: Manuel Quieto de La mancha de rolando subió como invitado en “Civilización o Barbarie”, mientras de fondo se proyectaba el video que incluye un toro mecánico, una asiática y un golden retriever.

Con todo esto, el viernes hubo una auténtica fiesta peronista en el corazón de Palermo. Que florezcan mil flores, entonces, y que sean muchas más.

 

FOTO: Gentileza de prensa.