Benjamin Biolay: El Spleen de París

Parecía difícil para cualquier cantante francés sacarse de encima la figura de gente como Gaisnbourg o Brel, pero Benjamin Biolay demostró que se puede, y lo hizo a base de canciones, películas y la vida amorosa de un auténtico Bon vivant: un supuesto romance con Carla Bruni, cantante y tercera esposa del expresidente de Francia, Sarkozy, y un romance que termina en matrimonio con Chiara Mastroianni.

«Él era súper y yo no. El concepto del nuevo ser humano no existe. Hasta Clinton probó que no era el nuevo Kennedy”, dice Biolay cuando siempre, o casi siempre se lo compara con el dandy Francés Gaisnbourg.Hay un solo Gaisnbourg y fue excepcional”, agrega Benjamin.

Biolay tiene carisma y una voz perfecta, y es el claro sucesor de la Chanson. Su carrera comienza como productor y creador de temas ajenos –otro punto en común con Gaisnbourg; a veces parece imposible no mezclaros a estos dos-, así entre maquetas de distintos temas decide grabar su primer disco solista; cada obra de Biolay despliega distintas formas y sonidos: va de una canción tradicional llena de melancolía urbana a un rock espeso y con clima oscuro, todo esto licuado por ritmos como el funk, dub, y hasta algún  flirteo, más que correcto y acertado, con alguna base electrónica.

Es oscuro y reflexivo cuando canta, también lo es cuando actúa; tuvo el papel protagónico en la película Stella (2008), y en el 2013 se despuntó con otra participación en “Voyage voyage”.

En vivo Biolay es de esos artistas que hoy están faltando en muchos países, uno de esos que vale la pena pagar unos mangos porque seguro no te lo vas a cruzar por el barrio. Acá podría ser un Sandro, con menos movimiento de pelvis, claro,  pero con la misma cantidad de cigarros en los pulmones y el mismo caudal vocal.

Hipnotiza por su voz y dominio de escena: pasa del piano a la guitarra, para  terminar sentado con una acústica en la mano y susurrar cada línea de canción que escupe de a poco sin apurar el tramo. Cuando Biolay abre la boca, lo hace para decir algo interesante, y siempre es bueno escuchar a alguien que sabe lo que está diciendo.

Hay algo que el poeta M. Houellebecq decía – también otro francés, y es que es difícil cuando se habla de poesía o música no citar algún francés-: “El arte debería ser atractivo inmediatamente. Circula la idea de que debe hacerse un esfuerzo para captar la belleza, y no estoy nada de acuerdo”. Justo esto es lo que pasa cuando uno escucha los discos de Biolay, sus canciones son atractivas al instante: su voz, clima y forma de interpretar se transformar en una especie de crooner hipnótico. ¿Hay un disco para recomendar? Sí, todos. Hoy ya no están ni Brel ni Gaisnbourg, pero por suerte tenemos a Biolay que parece tener cuerda para rato.