Gondwana en La Trastienda: Hacia donde llevar el reggae

La banda chilena de reggae volvió a la ciudad de Buenos Aires con un doblete celebrado el 14 y 15 de agosto en La Trastienda.

En la década del ’40, a la zona que rodeaba la avenida Leandro N. Alem, en Buenos Aires, la llamaban La Babilonia criolla. Al ser un sitio de bancos y comercios, el tránsito y la fluidez de personas era constante hasta entrada la noche, momento donde la supuesta marginalidad salía a visitar las esquinas para convertirla en un lugar un tanto peligroso. Un siglo después, pero en la misma zona, Gondwana se trepó a la luna de Agosto y subió al escenario de La Trastienda para combatir a base del reggae love, los vestigios de esa Babilonia. O al menos eso intentó.

La banda chilena que el año pasado cumplió 25 años de carrera, está en estado de reencuentro. No funciona de manera homogénea. Apenas se abre el telón, las luces rastafaris encandilan, y de inmediato la afirmación recibe el crédito suficiente. Gondwana está en etapa de refundación. Señores, suena “Nada cambió”, del disco “Crece”, con patente 2004. La apertura no es casual. ¿Verdaderamente nada cambió?

Desde la partida de Quique Neira, hace nueve años, han pasado dos vocalistas (Maxi Vargas y Kingo). Ninguno logró asentarse, y esto la banda lo sufre. Actualmente quien pone voz a las melodías es Mc Jona, incorporado hace apenas un año y medio.

Sale llena. Mezclados, se observó un público hibrido. Las parejas de entre 20 y 30 años se abrazaban esperando que suene la canción que tararearon en los últimos veranos. Y Gondwana en eso no los defraudo. Los éxitos reggae-pop, “Pienso en ti”, “Mi princesa”, “Piénsame”, y “Armonía de amor”, estuvieron presentes y fueron cantados más por ellas, las fumadoras sociales de marihuana, que por ellos. En cambio, los cultivadores de la revolución plantando en el patio de su casa, cantaron fuerte “Ignorancia”, “Reggae is coming”, “Verde, amarillo y rojo”, y “Ghetto sur”, apoyando la versión contestaría de la banda.

Gondwana suena muy bien. El sonido, al borde de saturar, valga la redundancia estuvo fuerte. Y fue buscado, fue a propósito, porque saben que en concepto musical son inapelables. Pero en las tablas no se ve una banda que conquiste, que intente arrasar. Su distribución en el escenario es un claro ejemplo y da cuenta de ello. Permítanme la descripción.

Adelante, uno en cada vértice, están los históricos. El fundador y bajista I-Locks Labbe y el tecladista Keno Valenzuela. El medio de la delantera, naturalmente, lo ocupó Mc Jona. Citando una analogía futbolera, Gondwana ataca con tres delanteros. Tiene dos excelentes jugadores que saben que su función es ir por afuera, tirar el centro y que los flashes se los lleve el 9. Pero ahí radica la carencia, a veces le falta gol. Atrás, no hay fallas: batería, guitarras y vientos conforman un equipo joven y solido.

El recital transcurre a ritmo tranquilo. La intensidad la pone, invitado desde Bolivia, Matamba, quien le dio los diez minutos más potentes al show cantando “Guerra”, demostró interacción con el público, bailó, recorrió el reducido escenario y dio una clase de cómo convertir algo abstracto, como el carisma, en palpable. Dejó el escenario listo para explotar, se respira efervescencia, suena “Changa Langa”, un solo de batería y tumbadoras hace ilusionar a todos. Aplausos masivos. La segunda parte del recital promete agite. Mc Jona se soltó las rastas, se mantuvo el ánimo  con “Irie”, apelando al primer CD. Pero luego todo vuelve a suceder.

Por último y como cierre, si en el manual de requisitos del cantante de reggae figura que hay que tener rastas pasando la cintura,  cantar con onomatopeyas, estirar la ultima vocal de las palabras, vestir camisa a cuadros, usar zapatillas de básquet y tentar a la revolución de manera melosa (que el espíritu de San Martin se apiade), Mc Jona, como la mayoría de los cantantes latinoamericanos actuales del género, cumple con todos los tips. Pero si las discográficas tienen tiempo para formar este estereotipo de cantante, que los grupos, al menos, se tomen el mismo tiempo para pensar hacía donde quieren llevar el reggae.