Mirate el alma y decime: Ilovedaiana y su noche más podrida

Desde Santa Rosa, La Pampa, viajan las palabras de “El Jhose”, y dan forma a este monólogo intervenido que presenta La Noche Más Podrida, el nuevo disco de Ilovedaiana, banda a la que le pone su voz.

“…estaba pintando un cuarto. Una pared pintada, unos mates y lectura. Y así sucesivamente. Entonces leí un poema de un poeta pampeano, Juan Carlos Bustriazo Ortiz, uno que arrancaba con “hoy salí de mi caverna, mi amor, y llovía polen…” y pensé que sería bueno compartirlo. Una palabra de aliento que da ganas de seguir.”

Ilovedaiana lo conforman José en voz, Alan Riva y Martín Pop en guitarras, Nixo Mars en bajo y Maxi Nicoletti en batería. Oriundos de Santa Rosa, La Pampa, publicaron recientemente “La Noche Más Podrída”, un discazo de doce canciones.

“…después de años sin tocar, me encontré con mi amigo R de General Pico, La Pampa, año 2008, 2009, más o menos. Él, entre otras cosas, daba clases en una escuela llamada Polimodal. Mejor dicho, lxs pibxs le daban clases a él. Laburaba con letras contestatarias de Rap. Yo le caí a la casa con Kjarkas y con Ivette Sangalo, alocado, con ganas del volver al punkrock. Lo había abandonado en 96, 97, más o menos. Asique decidimos fusionar, condimentar. Un poco de mala literatura elegida por mí, un estado de emoción alterada aportada por él, y la excitación constante que me generaba estar empleado en un corralón de materiales para la construcción. «Materiales para la construcción». Así nació Ilovedaiana, en la calle Emilio Zola al 500, del barrio Villa Santillán, en Santa Rosa, La Pampa. R y yo, y Ilovedaiana, así todo junto, como si a el nombre lo pronunciasen jamaiquinos fumones, jodíamos…”

La tercera canción de “La Noche Más Podrida” se titula “Nada”, y cuenta con video clip:

“…Daiana era una chica de un barrio periférico de Santa Rosa, laburaba en la barra de un boliche del centro, No sé explicarlo. Una piba de barrio. Humilde. Tranquila. Aguantando borrachxs. Nada que ver lo que vivía esas noches para ganarse el pan. Me sensibilizó. Ahí va: Ilovedaiana, pensé. R nunca había tocado la guitarra, yo nunca un bajo, pero siempre canté. 2009, 2010, más o menos. La primera grabación la hicimos sin saber tocar…”

Luego de varios años de cantar y tocar el bajo, José largó el instrumento para dedicarse exclusivamente a la voz. Además, es el compositor de todas las canciones, como en el disco recién editado.

“…La Noche Más Podrida es como un círculo que nunca se cierra. Después de diez años tomé el nombre de un libro independiente que escribió un amigx, Nico Lupo.

“Veo las luces de la gran ciudad”, cuando miré por el balcón del departamento del Ruso (Martín Pop), allá en Buenos Aires. Nunca había tenido esa vista desde un piso 14, de noche. La primera vez que fuimos. Y una frase de Os Paralamas. Pero también es muy Santa Rosa: el invierno, la noche de vientos y árboles secos. Pero sí, todo lo Trash Art de la ciudad grande.

La sala de ensayo va más allá de cables rotos, micrófonos, bardo y ruido. Afuera puede ser Buenos Aires, Santa Rosa o un edén. Lo que pasa es adentro de la mente, adentro de la sala, y la música lo expone. Igualmente me encanta la gente que hace música allá, tienen más experiencias urbanas. Otro contexto. No sé si viven de la música, pero para llegar al encierro de la sala pasan por otras experiencias.

Hay mucho dualismo en las canciones, la mayoría son autorreferenciales. Siempre estoy escribiéndole a alguien. Jugando. Tratando de no se específico. Pero soy yo, no actúo. Tienen mucho de inconsciencia. Soy eso que escribo, eso que pasó, y que puede pasar. O al revés…”

Las canciones de “La Noche Más Podrida” cobran vida rato después de escucharlas. Es la voz de José el rasgo distintivo. Para oyentes no especializados en el género, se presenta como una dificultad: raspa, pudre. Pero reside en ella el carácter más bello, la canción en sí, la pureza de los sentimientos con sus sonidos.

“…tuve la necesidad de decir algo, con un gesto. El gesto en sí, es La Noche Más Podrida… que quise decir canciones… viejas, nuevas con misterio y melancolía. Quería sorprender a mis compañeros, quería hacer canciones que a ellos les gustaran mucho. Y no sé, creo que sí. Ellos festejaban a escondidas, pero no lo puedo decir. Pienso en el momento en que a cada uno le llega el turno de grabar su instrumento y hacer lo suyo. Para mí fue diferente, porque hicimos una maqueta, y le puse la voz como si fuera la última vez. Y al final quedaron la voces de la maqueta. Hechas en varias juntadas, en noches de invierno, naturales. Charlábamos, tomábamos unos vinos. ¿Y si grabamos esto? Cada vez que cantaba era el mejor momento para mí.

Hay muchos buenos momentos. En 1997, en “Reencuentro”, el programa de Hugo Guerrero Marthineitz, el conductor sostuvo una larga charla en el estudio con una oyente que antes se había comunicado telefónicamente. La oyente relataba en vivo su experiencia de trabajo en el hospital psiquiátrico «El Borda». Fue muy motivacional. La Noche Más Podrida, con “Brote”, trata un poco eso. Conocí a alguien, paciente ambulatorio acá en el hospital, nos hicimos amigos. Me cuesta seguirle el hilo, porque va rápido. La Noche en que se pudre todo es eso, la locura y no poder volver de ese «lugar» nunca más. Volviendo a esa oyente de Guerrero, a esa piba que recién empezaba a trabajar con “locos”, hoy debería tener veintitrés años de experiencia. Sería genial ver cómo está: mirate el alma y decime.”