Científicos del Palo: El universo justicialista

“Cuando no estoy, pienso todo el tiempo en volver a vos” canta José “Pepo” San Martín en una de las doce canciones que integran Justicialista, el último disco de Científicos del Palo. Esa frase, esa pequeña declaración de amor urgente que podría ser grafiteada en una pared, es para una ciudad: Mar del Plata. Si bien a lo largo de su carrera el trío nunca abusó de un recurso poético clásico como es el mar, el escenario de este disco es el lugar en el que se desarrolla su vida cotidiana: una ciudad profundamente antiperonista que es símbolo del turismo social durante el primer peronismo, un balneario popular con estirpe aristocrática. Con motivo de la presentación del disco, el sábado 12 de mayo en el Teatro Vorterix, conversamos con Pepo sobre todo ese universo que contiene el volumen I de la trilogía Justicialista.

-En el último disco, Justicialista, hay mucha referencia a la ciudad de Mar del Plata. ¿Cuál es tu relación con ella? ¿Qué querías reflejar?

-Aunque el disco se llama Justicialista no es un compendio de las verdades justicialistas ni hablamos estrictamente del peronismo, quisimos dejar en claro de dónde venimos, qué vemos todos los días, dónde nos criamos y por qué pensamos lo que pensamos viniendo de una ciudad profundamente antiperonista. Además, me parecía que era una gran deuda no haber hablado nunca del mar. Yo no lo veo todos los días, pero voy al centro de la ciudad y paso por la costa, eso no es normal y yo me lo estoy perdiendo por gil, porque no quería que se transformara en una rutina ver eso. Si bien no voy a la playa -este año no me metí al mar todavía-, sé que el mar es un elemento poderoso de la naturaleza y me parecía medio pelotudo no aclarar que vivimos al lado de eso. Nunca habíamos dicho de dónde veníamos y me parece que ameritaba porque es el contexto en el que vivimos todos los días y -como dice la canción- yo me tomo un colectivo y veo el mar, algo que para alguien que vive en Capital, encerrado en microcentro, debe ser glorioso pero de alguna manera yo lo dejaba pasar, no le daba pelota. No me quiero hacer el soñador pero para componer algunas canciones me iba en la bici en invierno a la playa, con el gorro de lana. Básicamente, también me di cuenta que en mi casa tenía un disco que se llama Californication (Red Hot Chili Peppers) que es de unos tipos que viven en el mar y hablan de eso, y yo nunca en mi vida lo había hecho. Es evidente que el contexto geográfico también hace a la formación de los humanos y teníamos que saldar una deuda con eso que vemos todos los días.

-Si la ciudad se caracteriza por ese espíritu reaccionario, uno no se encuentra en el disco con lo que anuncia el nombre Justicialista, que a simple vista puede parecer un anexo de La Histeria Argentina (2013) vinculado al peronismo…

-Totalmente, queríamos evitar -como dice Castaneda- «que te den por hecho» porque si la gente antes de comprar un disco ya sabe qué es no tiene ningún sentido, pierde la gracia. Nos gustaba la idea de hablar de política pero que se entienda que la política también está en lo cotidiano, por eso hablamos de donde venimos, de Maradona, del Gauchito Gil, de figuras populares. Ahí también hay peronismo y no necesariamente se está haciendo explícito. Es todo un universo de lo popular que se engloba en esa idea de Justicialismo. También porque es algo que no habíamos hecho y siempre está bueno no caer en las mismas fórmulas, hablamos del mar, de la ciudad a la que castigamos y también alabamos en la misma canción, y todo en ese contexto junto a varios símbolos populares. Hablamos de Lennon, que si bien no era peronista según los archivos era el más zurdito de los Beatles y todos los músicos del mundo estamos influenciados por él. Me parece loable la voluntad de un pibe que es millonario y tiene el mundo a sus pies poniéndose en contra de las multinacionales, que se fuera a vivir a Estados Unidos pero al mismo tiempo los cuestione. Pasa lo mismo con Diego (Maradona), que es una de las personas más conocidas de la historia de la humanidad y sin embargo siempre se mete en problemas, podría estar en la casa contando guita pero va y le dice a Bush que es un vigilante; eso siempre me enamoró y creo que algo del peronismo está oculto ahí también.

-La Mula Plateada (bar al que está dedicada la canción «La Mula») es un lugar que siempre simbolizó una resistencia en Mar del Plata, justo al final de la calle Alem. ¿Por qué elegiste ese lugar como símbolo de la ciudad?

-La Mula fue el lugar que nos dio la chance de hacer un público. Si bien el nombre Científicos del Palo es viejísimo, de cuando yo iba al secundario, la parte activa de 2004/2005 empezó cuando Adolfo (Nicoli, dueño del bar) me llamó porque vio que yo había tocado con Divididos y ellos en el bar tenían un mambo muy grande con Sumo. Ahí fue que me dijo «vengan a tocar», aunque la banda en ese momento era un flan, un desastre, nos bancó un show para tres personas y de repente eran un montón los que iban a vernos La Mula, nos dio la chance de pasar de cero a algo. Adolfo era un personaje muy particular en el medio de una calle que albergaba lo más careta de la ciudad. Un bar donde había un tacho con fuego, perros, llovía adentro… Era un lugar muy caótico, que rompía todas las reglas de seguridad posible en la historia de las habilitaciones, pero en el que te sentías contenido. Y más allá de eso, fue el bar que nos dio la oportunidad de crecer.

-Actualmente están reeditando La Histeria Argentina. ¿Pensabas que una obra tan disruptiva iba a generar lo que generó en el público?

-Sabía que teníamos una idea que era buena, que no se había hecho y había que hacerla respetuosamente, por eso me puse a estudiar y a leer, convocamos a (Hernán) Brienza y (Felipe) Pigna para los prólogos, quería que hubiera un aval teórico, un sustento técnico. Algunas voces del disco las grabamos en la casa de (Ricardo) Mollo, a él la idea le parecía monumental, nos decía “va a haber tiempo para este disco, en algún momento va a aparecer» y creo que algo así pasa, vendimos una cantidad monstruosa de ejemplares de ese disco. Hace como dos años que La Histeria está virtualmente agotado, pero es un disco muy caro de editar porque viene con un libro. Ahora conseguimos reeditarlo con ayuda de terceros porque es increíble el constante pedido por parte del público. Una de las excusas de la reedición fue llevarlo a Vorterix, era otra de las atracciones que queríamos darle a este show: presentar un disco pero también volver a la vida otro que abrió la esperanza de vivir de la música. Fue un disco raro, complejo, pero que nos salvó la vida.

-Sabemos que Justicialista es una trilogía. ¿Qué podes adelantar de lo que se viene?

-Empezó siendo un proyecto medio punk de sacar un disco por año, pero me di cuenta de que era imposible y pasé a la opción absolutamente contrapuesta que es «bueno, saquémoslo cuando lo tengamos». Cada disco necesita que un espacio. La idea que cada vez tiene más fuerza es la de recuperar nuestra primera obra (los discos Ante todo, buenas tardes, Indigencia y distancia y Gorilophrenia), que contiene muchas de las canciones que la gente más quiere, y traerlas a un contexto de la banda más actual. Queremos grabar en estudio y usar al público como un instrumento más. El show de Vorterix, sin ir más lejos, lo vamos a grabar. Queremos que Justicialista volumen II sea un disco híbrido, que no sea un disco de estudio ni un disco en vivo corregido, que podamos elegir los instrumentos para cada canción pero también usar los registros en vivo como un condimento, esto permite unir lo mejor de los dos mundos.

-Después de las “sesiones en el quincho” dejaron al público con ganas de escucharlos en ese formato. ¿Cuántas posibilidades hay de que eso pase?

-Creo que es buenísimo poder reducir una canción a eso y que funcione, todo lo demás es fantasía. Cuando un tema anda ahí es auspicioso, es virtuoso que pase eso, tocar con una guitarrita nada más y que funcione. La parte acústica no es algo que cultivemos particularmente, es la forma de mostrar las canciones con la menor cantidad de fantasía posible, pero es difícil hacer un show acústico bien. Yo quería que esas sesiones fueran una toma única, que la cámara se moviera y que el audio lo pudiera mezclar en mi casa, que no hubiera tanta fantasía sino tres chabones tocando ahí: eso es lo que somos cuando no hay maquillaje ni edición.

-Adelantanos un poquito sobre el show de Vorterix. ¿Por qué hay que ir?

-Después de varios años la banda se acomodó y tiene más oficio, somos viejos pero por alguna razón eso también es positivo. La cantidad de horas que llevamos tocando juntos y la tonelada de shows que hacemos por año han derivado en un momento en el que es interesante vernos en vivo. Me parece que al que le gustó el disco en estudio le va a gustar la versión en vivo, es respetuosa de la onda que tiene Justicialista, es su versión rústica. Estamos ensayando mucho, tomamos muy responsablemente la situación. A veces el rock está asociado al bardo y la pelotudez y sin embargo hay una cantidad de trabajo que más de uno abandonaría si se enterara de las cosas que hay que hacer, cargar, ensayar. Obviamente al mismo tiempo es hermoso y no se compara con el esfuerzo de trabajar de otra cosa, pero es increíble todo lo que hay detrás de un show, tanto de este como de cualquier otro. Cuando pagás una entrada no pagás lo que ves ahí sino la vida de los músicos, el oficio, el laburo del sonidista, el viaje de 400 kilómetros para tocar una noche. Es mágico ese momento en el que se abre el telón y estamos nosotros y la gente; es una situación grande pero íntima al mismo tiempo. Lo que está tocando ese chabón lo estoy escuchando, nadie me está mintiendo, eso está pasando solamente acá y ahora.

 

Científicos del Palo toca el sábado 12 de mayo en el Teatro Vorterix.
Invitados: Circus Dei.
Entradas a la venta a través del sistema All Access.